Ursi Abajo: "Aragón no se entiende sin sus montañas"

El doctor Lanzón dice que Ursi Abajo es el hombre más fuerte de Aragón.

Moncho Lanzón sabe un montón de medicina, pero conmigo no es muy objetivo. Son las cosas de ser buenos amigos...

Pues yo le veo fenomenal. Tanto que, a sus 78 años, acaba de regresar del Atlas.

Eso es rigurosamente verdadero.

¿Qué se siente al coronar una cima a su edad?

Es una sensación de felicidad para la que ahora mismo no encuentro palabras. Felicidad superlativa, diría yo. Superlativa y, además, compartida, que es una de las grandes propiedades de la montaña: la solidaridad, el compañerismo. La reciente ascensión al Atlas la hice con Luis Oro y Ramón Cóndor, con quienes ya escalé esa cima hace 50 años.

¡Hace 50 años!

Sí, 50 años. Lamentablemente, ya no nos pudieron acompañar José Ramón Morandeira y Jesús Ibarzo, ya fallecidos, que también ascendieron con nosotros hace medio siglo. En su lugar, nos acompañaron dos montañeros más jóvenes... (sonríe).

¿Quiénes?

Lalo Prado Valero y Jesús Ascaso. Solo tienen 60 y pocos años...

Qué mérito, Ursi, qué mérito.

El mérito que cada uno quiera darle. Por ejemplo, Carlos Soria, que ya ha cumplido 80 años, lleva doce ochomiles y quiere hacerlos todos.

¿Cómo se puede explicar toda esta pasión que les mueve? ¿Cómo se puede entender la fe de un montañero?

Las pasiones son pasiones porque son inexplicables. Si viera cómo subimos las pared final de 140 metros. ¡Parecía que nos habían conectado electricidad! Más rápido que cuando éramos jóvenes.

¿Cómo nació su amor por la montaña?

Yo era un chaval que vivía en Zaragoza, en la avenida del Tenor Fleta, concretamente. Mi primera salida fue al castillo Miranda. En Riglos vi escalar a Rafael Montaner y Javier Vicente. Yo apenas tenía 14 años y me comenzó a picar el gusanillo de escalar.

¿Qué clase de picor es ese del gusanillo de la escalada?

Imposible de explicar. Ya le he dicho que es una pasión.

Aclarado queda.

Yo trabajaba en la fábrica Viasa y conocía a Ramón Sainz de Varanda. Estaban montando la estación de Formigal en los años 60. Y allí me subí, para ir luego a Respomuso. Ahora están mis hijos.

¿Usted ya se ha jubilado?

Un montañero no se jubila nunca. Es un sacerdocio. Quizá no tenga ya las condiciones de cuando abría vías, de cuando escalaba en el Himalaya o en los Andes; pero seguiré mientras esté vivo.

Escalar es ascender, luchar, progresar.

La escalada es lo mejor. Dependes del compañero y el compañero depende de ti, te necesitan y les necesitas, solidaridad, amistad, trabajo en equipo, lo mejor. La montaña es lo mejor.

Lo único malo de la montaña es que son cuesta arriba..., aunque usted se apellide Abajo...

Cierto, totalmente cierto (sonríe). Aragón no se entiende sin sus montañas. Son el paraíso. Como el centenario de Ordesa. Nieve, sol, frío. Aragón es un lugar privilegiado. Tenemos buenas instalaciones, estaciones, refugios... Sí, el cambio climático está ahí, ahí están los glaciares... Pero nuestra tierra es maravillosa y tenemos que mimarla.