Ruta con niños por el bosque al revés del cañón de Añisclo

Esta excursión por el corazón del parque nacional de Ordesa nos lleva por grandes masas de bosques, que lucen espectaculares con los colores del otoño, y que es posible ver desde lo alto, gracias al fenómeno de la inversión térmica.

Desde lo alto, puede observarse en todo su esplendor el maravilloso cromatismo de los bosques de caducifolias al fondo del valle.
Desde lo alto, puede observarse en todo su esplendor el maravilloso cromatismo de los bosques de caducifolias al fondo del valle.
Eduardo Viñuales

En el cañón de Añisclo se produce un fenómeno meteorológico muy curioso que es el de la inversión térmica. Sucede que las especies de árboles mediterráneos, de ambiente más cálido, crecen paradójicamente en la parte alta de la montaña ya que es la que recibe más sol, mientras que las especies más nórdicas se sitúan abajo, en el valle, al ser una zona más fría por estar siempre en sombra. Se altera así lo que sería el orden lógico de los pisos vegetales de montaña. Es “el bosque al revés” como dice Eduardo Viñuales en su libro ‘Rutas por los bosques más bellos’ del que extraemos esta ruta.

Se trata de un recorrido de 8,5 km que no presenta dificultad y por tanto puede hacerse con niños, si bien tendremos que tener en cuenta que su duración es de 3 horas (ida) por lo que es posible que los muy pequeños se cansen y tengamos que cargar con ellos en algún momento.

El otoño es el momento idóneo para realizar este recorrido que sigue el curso del río Bellós y llega hasta La Ripareta, ya que pasaremos por bosques de gran diversidad vegetal en los que las hayas y otras caducifolias llenarán de rojos y ocres el tapiz verde de las especies perennes y el gris de la roca. El recorrido nos llevará por algunos puntos desde donde admirar desde lo alto el espectáculo colorista de estas masas boscosas.

La salida se hace desde la Ereta del Biés, donde existe un pequeño aparcamiento, cerca de San Úrbez. Tomaremos el camino habilitado en la ladera que desciende hasta la entrada de los puentes de San Úrbez, por los que salvaremos la profunda grieta de 80 m por la que, al fondo, discurre el río Bellós. Seguiremos adelante por este camino en el que pronto veremos aparecer la ermita rupestre de San Úrbez. Persistiremos por la misma vía, siempre por la orilla izquierda del Bellós, donde encontraremos las señales que nos indican el camino a Cumar y La Ripareta, nuestro destino final. El espectáculo del agua y la exaltación cromática de los bosques mixtos nos acompañarán mientras seguimos adelante, cruzando el puente de Sangons y dejando de lado los desvíos a Sercué y Nerín, y atravesando seguidamente el puente de la Espucialla. En este tramo se produce una segunda explosión de diversidad vegetal y empezaremos a encontrar madreselvas, acebos, serbales, acebos o avellanos. Es muy posible que veamos setas durante nuestro camino, pero hemos de recordar que no podemos cogerlas ya que nos encontramos dentro del espacio protegido de un parque nacional.

Tras una ligera subida, el cañón se ensancha un poco y el Bellós hace una ligera revuelta: habremos llegado a la zona de Cumar, un buen lugar para hacer una parada.

A partir de este punto, el sendero va atravesando varios barrancos y pasando cerca de pozas y gorgas hasta llegar al puente metálico de la Mirona. Queda un último repecho hasta la Selva Plana, un paraje singular de pinos, abetos, hayas y mostajos que siguiendo el camino, ya sin desnivel, nos lleva hasta la Ripareta, donde nos volveremos a encontrar con el río de nuevo a nuestro lado, rodeados de bosques salvajes, en pleno corazón del parque nacional.

Esta ruta está extraída del libro ‘Los bosques más bellos’, de la colección Aragón (Sua, 2017), de Eduardo Viñuales.

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