Aragón, la región más afectada por la construcción de embalses que están paralizados

Según denuncia Ecologistas en Acción en su último informe, la Comunidad es puntera tanto en "luchas" como en proyectos que se han hecho y carecen de utilidad hoy. Biscarrués, Yesa y Almudévar son algunos ejemplos de estas 'guerras' que siguen abiertas.

Imagen de una pintada de protesta en la zona del embalse de Yesa.
Imagen de una pintada de protesta en la zona del embalse de Yesa.
Laura Uranga

Yesa, Almudévar y Biscarrués son solo algunos de los ejemplos que hay en Aragón de las guerras abiertas en torno a la construcción de embalses polémicos. Una problemática que se extiende a lo largo de toda la geografía española y en la que, según denuncia Ecologistas en Acción, la Comunidad "es puntera tanto en luchas como en proyectos que se han hecho y carecen de utilidad" hoy.

Así lo indica Manuel Puyuelo, representante de Ecologistas en Acción Huesca, quien con motivo del 20 aniversario de la confederación ha presentado el informe estatal 'Grandes fracasos hidráulicos', en el que Aragón se postula como la región más afectada por obras de este tipo que bien acaban paralizadas o en algunos casos terminan por destruir un pueblo. En el estudio figuran, entre otros, los embalses de Mularroya, Montearagón, Yesa, Biscarrués y Almudévar. "Construcciones a las que se ha destinado importantes cantidades de dinero para embalses sin objetivo claro que justifique su presencia en el medio y con serias dificultades para almacenar agua. Los llamamos fracasos hidráulicos, pero también son luchas que en algunos casos hemos conseguido parar, aunque siguen abiertas", matiza Puyuelo.

La visión más optimista de esta historia la ofrece Lola Giménez, portavoz de la Coordinadora de Biscarrués-Mallos de Riglos, a la que la Audiencia Nacional dio la razón en la batalla judicial que permanece abierta. A lo largo de todos estos años, los habitantes de buena parte de los pueblos afectados han aprendido muchas cosas, entre ellas -dicen- a "resistir" y a "seguir creciendo" como zona, pese a la amenaza de hacer un pantano.

"En estos 31 años hemos aprendido a ser empresarios de turismo rural, de aguas bravas, a ser navateros y a desarrollar un trabajo relacionado con el río, el dinamizador de la zona. Sabemos que hay que hacer compatible la agricultura y la ganadería con otras empresas y otro sistema; y, de hecho, hay mucha gente que ha venido a vivir a nuestro territorio gracias a las aguas bravas", subraya Lola.

Ayerbe, como punto neurálgico en la zona, tiene ahora un Centro Educativo Integrado que abarca de infantil a secundaria. "La zona se ha venido arriba y ha conseguido combatir ese proceso de despoblación gracias a las aguas del río Gállego. Cuanta más gente ha venido, más posibilidades de futuro hemos tenido. Así hemos aprendido a no tenerle miedo al proyecto, a recibir a gente nueva y que otra se quede… Si el primer día se hubieran ido, nada de esto habría pasado", añade.

A su juicio, el pantano de Biscarrués ha sido un fracaso para la Administración, pero para la gente del pueblo y de la zona es en cierto modo una victoria. "Ha hecho que nos unamos para defender la zona, que ha trabajado unida, y esa dinámica de unión la hemos utilizado para el pantano, pero también para potenciar el turismo. Hemos hecho el sendero botánico de Biscarrués y un montón de senderos al lado del río que han merecido el premio Félix de Azara", cuenta orgullosa, pues ahora, además, tienen a su favor una sentencia que anula el pantano.

Una gran "incertidumbre" en Yesa

Yesa es otro de los embalses problemáticos que cita el informe de Ecologistas en Acción en el capítulo de impactos sociales y económicos. "La ubicación de una infraestructura de este tipo conlleva, la mayor parte de las veces, la inundación de terrenos donde se encuentran núcleos urbanos y tierras de cultivo. La desaparición de pueblos y la expulsión de sus habitantes, incluso mediante la expropiación de las viviendas y fincas, si procede, forma parte de los daños ocasionados por estas obras. La población asentada en la zona de la obra se ve obligada a abandonar su vivienda, su sustento, su historia y su vida", recoge el informe.

Aragón, la región más afectada por los grandes fracasos hidráulicos

(Fotografía: Laura Uranga)

En España, los núcleos de población que se han visto inundados por la construcción de pantanos ascienden a más de 500 y han podido verse perjudicadas y desplazadas entre 25.000 y 50.000 personas, según datos de la confederación. Miguel Solana, de la Asociación Río Aragón, ha vivido esta historia de cerca dos veces, pues las obras del recrecimiento de Yesa son herederas de un proyecto que ya existió y que se llevó por delante a 1.500 personas y casi 4.000 hectáreas. "Ahora lo que se hace es ampliar el eje. La mitad de su terreno cultivable se ha quitado ya, y hay gente que es la segunda vez que se va a ver afectada. Muchos de los que tuvieron que irse se instalaron en pueblos cercanos. Mi familia, sin ir más lejos, ha visto marchar a dos de las familias de Tiermas. Fue una expropiación muy cercana, y ahora es volver a ver cómo te arrebatan la tierra por segunda vez limitando mucho las posibilidades de desarrollo en la zona más fértil de todo el pueblo", lamenta. Los embalses, a su juicio, son como "bombas que generan daños colaterales", además de los más directos.

A propósito de la publicación de este informe, desde la Asociación Río Aragón sostienen que una gran infraestructura como Yesa no puede estar sometida a la incertidumbre que hay aguas abajo del embalse, pues aseguran que la seguridad que se ha garantizado en otras ocasiones esta vez no está asegurada. "En caso de haber una rotura de la presa no habría posibilidad de evacuación o escape, y eso genera una incertidumbre que el Gobierno de Navarra ha advertido, y va a encargar un estudio independiente", señala Solana.

Para este oscense, las polémicas obras de los embalses generan siempre una doble visión. Por un lado, se crean "lazos de unión muy fuertes" que generan sinergias "importantes", como ocurre también en Artieda, donde hay un proyecto vital contra la despoblación; pero también es cierto -sostiene- que por intereses contrapuestos se generan situaciones complicadas.

"La necesidad de oponerte a una gran administración y a un gran proyecto te obliga a agudizar el ingenio, y este proyecto tan ilusionante que hay en Artieda es hijo de la lucha de tantos años que ha unido a varias generaciones. En esta lucha hemos estado abuelos, padres, hijos… y hay casi una cuarta generación, porque estamos hablando de 33 años en los que se ha implicado mucha gente del pueblo. Artieda es una localidad donde nadie ha firmado las expropiaciones; un ejemplo de cómo luchar, y aunque a veces te puedas desanimar hay que ir juntos, porque genera esa parte positiva de inconformismo, de buscar alternativas y de luchar contra la adversidad que estamos a punto de parar", recalca Solana.

Errores técnicos en el embalse de Almudévar

Por su parte, el ingeniero César González, profesor de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad de Zaragoza y conocedor de este estudio, hace hincapié en el informe preceptivo de viabilidad que atañe al embalse de Almudévar, otro caso problemático en Aragón a juicio de los ecologistas.

Este experto pone en duda la viabilidad del mismo y argumenta que ha detectado "numerosos errores y ausencias" en lo que respecta a la viabilidad técnica, socioeconómica y ambiental del proyecto.

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"Hay un dramatismo injustificado en cuanto a que se afirma que, en caso de no hacerse el embalse, los beneficiarios, que son regantes del Alto Aragón, se verían abocados al abandono de la actividad agrícola. Y esos regantes llevan por suerte décadas de actividad sin necesidad de este pantano", comenta.

A nivel medioambiental, González señala que no se evalúa el deterioro de las masas de agua afectadas por la construcción del embalse, y que corresponden a los ríos Gállego y Cinca. En cuanto a la viabilidad económica, añade, llama mucho la atención la ausencia del elevado coste energético anual asociado al sistema de bombeo que lo llenaría. "Este -comenta- representa un gasto neto al año de dos millones y medio de euros, una cifra que no se refleja en el informe de viabilidad económica, en el que tampoco se dice quién lo debería asumir", señala el arquitecto.

En principio, según la normativa, los beneficiaros de una obra hidráulica deben asumir todos los costes asociados, si bien la mitad de la inversión se subvenciona con dinero público. Por otra parte, González pone en tela de juicio la viabilidad técnica del proyecto, pues existe una limitación máxima en el sistema de bombeo de 62 hectómetros cúbicos mensuales que no se tiene en cuenta al establecerse anualmente llenados de 90 a 107 hectómetros cúbicos mensuales. "El propio estudio de regulación contempla este error y lo deja por escrito, pero no se corrige", lamenta.

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