Un matrimonio aragonés, en el aterrizaje forzoso de Boston: "Vimos cómo salía fuego del motor"

Javier Jiménez y Ana Vera vivieron en primera persona lo ocurrido en el avión de Iberia. No confiaban en salir con vida del aparato.

El aeropuerto de Bostón.
Un matrimonio aragonés, en el aterrizaje forzoso de Boston: "Vimos cómo salía fuego del motor"

Un avión de Iberia que cubría el trayecto Nueva York-Madrid tuvo que aterrizar de emergencia este martes, en torno a las 23.30, después de sufrir una grave avería en el motor en pleno vuelo. Entre los 265 pasajeros, se encontraban Javier Jiménez y Ana Vera, un matrimonio aragonés que regresaba a casa tras pasar las vacaciones en las Bahamas y hacer escala en Estados Unidos.

Según cuenta ella, el vuelo partió de Nueva York a las 20.40 y, a la hora y media de trayecto, saltaron las alarmas. “Viajábamos en la parte izquierda del avión y vimos perfectamente cómo salía una ráfaga de fuego del motor. De pronto comenzó a oler a chamusquina, pero las azafatas trataban de tranquilizarnos haciéndonos creer que algún objeto se había quemado en el interior del aparato”, recuerda Vera, y subraya que quienes habían visto la ráfaga de fuego eran “perfectamente conscientes” de que la cosa no iba bien.

La joven zaragozana, de 33 años, pidió a las azafatas que le informasen sobre lo que estaba ocurriendo, pero estas siguieron jugando al despiste. “Mientras veíamos en la pantalla que el avión había cambiado el rumbo, ellas sacaban comida para intentar desviar nuestra atención. Fue entonces cuando el piloto, con voz entrecortada, dijo unas palabras para confesar que había un problema importante y estábamos obligados a aterrizar forzosamente”, añade Vera, antes de relatar con angustia lo que fue esa hora y media de descenso.

“Nadie chillaba; solo nos mirábamos y pensábamos que íbamos a morir. Yo le cogí la mano a mi marido mientras recordaba a toda mi familia. La altitud descendía de forma tan brusca que era difícil imaginar que podríamos salvarnos”, prosigue Vera, que en el último tramo del aterrizaje vio por la ventanilla que la pista estaba repleta de bomberos, policías y ambulancias. Perspectiva que hacía presagiar lo peor.

“El aterrizaje fue violento pero sin heridos. Me gustaría destacar la labor del piloto porque, si no es por él, creo que no hubiésemos podido contarlo. Supo controlar la situación y desenvolverse con un solo motor. Le estaremos eternamente agradecidos”, valora la joven.

Descontentos con Iberia

El avión aterrizó cerca de la medianoche, pero la falta de disponibilidad de hoteles obligó a Javier y Ana a pasar la noche en el aeropuerto, tapados con ropas que sacaron de la maleta. La compañía (Iberia) no les dio ningún tipo de información y hasta las 7.00 de este miércoles no les facilitó un autobús para trasladarlos a Nueva York.

Después de casi cinco horas de viaje por carretera, ya descansan en un hotel neoyorquino. Este jueves, emprenderán el viaje de regreso a España. “La organización de Iberia ha sido lamentable. Tuvimos que dormir tirados en el suelo, pasando frío y no nos dieron ni agua. Mi marido quería tomar el primer vuelo de regreso, pero al final preferimos descansar una noche en Nueva York. Somos muy viajeros, pero nos va a costar recuperarnos de este ‘shock”, concluye Vera.

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