El desvío hacia Pitarque desde la sinuosa A-1702 tiene algo de misterioso; no se transita por el mejor de los firmes, pero esos seis kilómetros que conducen al pueblo parecen ser el preludio de una experiencia casi mística. Se entra en un mundo gobernado por la naturaleza y veteado de historia, donde lo hermoso gobierna sobre las estampas mundanas. En verano, la chavalería de la plaza y un frontón siempre ocupado saludan al visitante. Cuestas de aúpa, callejas estrechas y una iglesia neoclásica (Santa María la Mayor) pueblan el mapa urbano de la localidad, cuyos rincones se llenan de vida con el estío. El resto del año, cuando se quedan solos los pitarquinos, el bullicio deja paso a la quietud; sin embargo, ese fenómeno no tiene aquí el halo descorazonador de otras zonas: el tesoro vuelve a sus manos.

En Pitarque no ha habido fiestas de verano este año por falta de comisión de fiestas, pero las patronales no fallan; son en octubre y honran a la Virgen de la Peña, con reparto de pastas y comida de hermandad el día de la romería. "También celebramos San Pedro en mayo, como Montoro y Villarluengo, y en Semana Santa nos turnamos en dos noches festivas con Villarluengo, para celebrar en ambos sitios", dice Gloria Moliner Iranzo. Ella y su madre Pakita son las caras visibles de la Posada de Pitarque, que lleva Pakita desde hace tres años en una concesión municipal a la que aún le quedan otros doce meses.

"Somos de aquí, nacidas y criadas –puntualiza Gloria– y nos gusta que se aprecie lo que tenemos en el municipio. La gente viene por nuestra naturaleza: el nacimiento del río, los montes… hay miradores, como el de la Sarteneja en dirección a Aliaga, al que llamamos el de las antenas, o el de Peñarrubia. Ayudo a mi madre todo lo que puedo con el bar, las comidas y las habitaciones; en verano hay más jaleo, pero en invierno ya son solo horas puntuales. Lo que pasa es que también dedico mucho tiempo a trabajar en el proyecto que empezó mi novio y que mantenemos aquí".

David Aguilar, el aludido, es de Teruel. Hace cuatro años Gloria le dijo que no quería irse de Pitarque y él, ni corto ni perezoso, dio un paso adelante para compartir ilusiones con su pareja. Se informó un poco sobre la zona y sus posibilidades, y decidió empezar con vacas cachenas en la parte alta, precisamente en la zona del mirador de la Sarteneja. "La carne de estas vacas es muy buena; David se fue a Galicia a buscarlas con mi padre, después de ver una oferta en internet. Fueron y vinieron en el mismo día con el negocio hecho. Empezamos con 50, porque era el mínimo exigido para poder acogerte a ayudas, y ahora tenemos 120". Las cachenas, también conocidas como vikingas por su gran cornamenta, estaban en peligro de extinción, así que el proyecto también contribuye a preservar la raza. Y cimenta el futuro de una pareja; así se preservan los pueblos.

LOS IMPRESCINDIBLES

El nacimiento del río

Se tiene por una de las cascadas dobles más espectaculares de España; no por altitud, sino por belleza. Fue declarada Monumento Natural en 2009. El Pitarque brota de la misma roca, a 5 kilómetros del pueblo; es una ruta fácil.

La Virgen de la Peña

Esta pequeña edificación, a medio camino entre el pueblo y el nacimiento del río homónimo, es de mampostería encalada, tiene planta rectangular y está cubierta a dos aguas. Se va en romería en octubre.

La fauna

Ornitológicamente hablando, el municipio es un paraíso:buitre leonado, águila real, aguililla calzada, alimoche, halcón peregrino... en tierra destaca la cabra montés, y en el caudal flovial del Pitarque abunda la trucha.

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