Heraldo del Campo

Llegan los días de feria

La mayoría de las ferias de septiembre que se celebran en Aragón se remontan en el tiempo incluso hasta el siglo XII. En todos los casos, a su importancia comercial se une su papel como encuentro social.

Dos hombres sellan un trato de ganado en una de las muchas ferias que se celebraban en Aragón en septiembre.
Dos hombres sellan un trato de ganado en una de las muchas ferias que se celebraban en Aragón en septiembre.
Archivo Heraldo

Durante años, los mercados y ferias agrícolas y ganaderas que se celebran a finales de verano y principios de otoño en Aragón, algunos incluso desde tiempos del románico, han servido para forjar las relaciones comerciales entre productores y compradores y también como importante elemento de socialización en unas épocas en las que la movilidad era muy complicada.

Hoy en día, en Aragón se siguen conservando muchas de estas ferias y se han incorporado al calendario otras tantas para dinamizar y poner en valor la producción de determinados rincones de la región, como ocurre en el caso de la Feria de la Patata, en Cella; o del Jamón, en Teruel.

Encuentros que mueven cientos de miles de euros. Grandes aportaciones económicas para toda la Comunidad que se estudian a partir de tres elementos básicos: el impacto directo, que es igual a los costes totales de la organización de la feria; el impacto indirecto, en el que se tiene en cuenta el número de asistentes, la estancia media y el gasto medio; y el impacto inducido, que se establece teniendo como base los dos anteriores a los que se aplica un efecto multiplicador.

"Este impacto fue analizado con detalle en un estudio realizado en el reciente Plan Estratégico realizado por la Asociación de Ferias de Aragón en 2017. En este estudio se ha evaluado el gasto medio por visitante en 174 euros en el caso de la Feria de Zaragoza y de 115 euros en el resto de los casos. Con estos datos, el impacto indirecto del sector ferial en Aragón superó los 164 millones de euros", señala Jesús Santander, jefe de servicio de Comercio Exterior, Ferias y Artesanía del Gobierno de Aragón

Ferias que, en la mayoría de los casos, son una inercia del pasado, por lo que también hay que analizarlas desde dos puntos de vista: el biológico y el cultural. "En el caso del primero, relacionado con la naturaleza, el ciclo comienza en el mes de septiembre, con la muerte que se completa en invierno y que resurge en primavera, cuando vuelve la vida. Por otra parte, desde el punto de vista cultural, el cristianismo interpretó este ciclo de la naturaleza y colocó en septiembre a San Miguel. Tradicionalmente, coincidiendo ambos planos, esta festividad era el momento elegido para renovar o contratar a nuevos pastores y también la fecha en la que arrancaban los preparativos de las cabañas trashumantes, que bajaban del Pirineo al llano. Las ferias lo que hacían era polarizar esta fecha tan importante donde la naturaleza y lo cultural se unían", matiza el antropólogo aragonés Enrique Satué.

En aquellos inicios, lo que se hacia en las ferias era vender el producto y establecer contactos, de manera que estos encuentros desempeñaban una doble función, económica y social. Actualmente, siguen siendo una cita de intercambio obligada, pero han evolucionado para adaptarse a los tiempos y, junto al componente comercial, incluyen en sus agendas importantes actos festivos, culturales y también formativos.

"Las entidades feriales se han convertido en un elemento dinamizador de primer orden. Se trata no solo de una herramienta comercial que interviene en el sector al que se dirige un determinado salón, sino, como ocurre en estos momentos, en una apuesta por el desarrollo global de una ciudad y una comunidad. Si se organizan estas ferias es porque tienen un efecto positivo desde el punto de vista económico y de relación social. Hay una importante diversidad en actividades productivas, ligadas al propio territorio, lo que supone que se pueda mantener su población", confirma Jesús Santander.

Orihuela del Tremedal, una tradición que se remonta en la historia

Cada año, coincidiendo con las fiestas locales de Aínsa, que tienen lugar alrededor del 14 de septiembre, la localidad acoge, en su recinto amurallado, la Expoferia del Sobrarbe, que supone una continuidad de las ferias medievales del sigo XII, que hicieron famoso este rincón del Pirineo y que se han celebrado, desde entonces, ininterrumpidamente. "Era una cita dedicada al comercio generalista y, en algunos casos, duraba hasta quince días porque los tratos solían ser muy largos. Los comerciantes se quedaban a dormir en Aínsa y los porches de la plaza se convertían en improvisados expositores donde las mercancías se protegían de las inclemencias meteorológicas", apunta José Antonio Murillo, director de la Expoferia. En aquellos años, "en Aínsa se realizaban muchos tratos de ventas de caballería entre comerciantes de la tierra llana y la montaña y también de Francia, por lo que era un punto de encuentro entre los vecinos franceses y los del reino de Aragón", aclara. Ahora, aquí se venden productos tradicionales, maquinaria agrícola y ganado. También se llevan a cabo numerosos concursos gastronómicos y representaciones populares.

La XXXIV Feria del Jamón de Teruel, que congrega en la ciudad a miles de personas deseosas de disfrutar de las bondades de este producto, cuenta este año con una importante novedad: la organización, por parte del Consejo Regulador, del I Foro-Debate Jamón de Teruel, que tendrá lugar los días 13 y 14 de septiembre. Unas jornadas en las que se va a tratar a fondo la importancia del márquetin y la comunicación en el sector agroalimentario, en general, y del jamón de Teruel, en particular. La feria arrancará con la elección de las medallas de oro, plata y bronce para los mejores jamones de Teruel 2018, en un concurso de calidad en el que también se elegirá la medalla de oro a la más distinguida paleta de Teruel. Al concurso de calidad le seguirán cerca de medio centenar de actos durante los 10 días que dura el encuentro.

La Feria de Muestras de Calatayud, que este año se llega a su XXXVI edición, es una cita obligada para muchos comercios y empresas de dentro y fuera de Aragón. Hasta tal punto llega el interés que, en esta cita, según explicó la concejal de Ferias, Carmina Fernández, dos meses antes de la celebración había lista de espera para poder participar en este encuentro, que arrancará el próximo 6 de septiembre y concluirá el día 9. Durante estas jornadas, cerca de 90 expositores mostrarán sus productos en los pabellones y la zona exterior. Junto a la parte comercial, hay que destacar el amplio programa de actividades que se organizan a lo largo de estos días y que reúnen en la capital bilbilitana a cientos de vecinos llegados de todos los rincones de la comarca y alrededores, que también aprovechan el encuentro para comprar los famosos ajos.

Coincidiendo con la vigésima edición de la  feria actual de Orihuela de Tremedal, cuyos orígenes hay que buscarlos en el siglo XII, el Ayuntamiento de esta localidad turolense ha organizado para este año una recreación histórica con la que quieren recordar  la conocida batalla de Malatarde, que tuvo lugar el 25 de octubre de 1809 y que provocó que los franceses obligaran a huir a las tropas españolas y abandonar sus posiciones defensivas, perdiendo así la plaza. Como castigo a las tropas de Villacampa y al pueblo de Orihuela, los soldados franceses incendiaron el santuario y sus alrededores y saquearon todo lo que encontraron a su paso, dejando la localidad devastada. "Seis años después,  Fernando VII concede a Orihuela el privilegio real de la celebración de una feria de ganadería, que fue un revulsivo económico para el municipio. Hoy en día, en la sierra de Albarracín hay dos fechas trascendentales, la festividad de la Comunidad, que se celebra el  tercer fin de semana de junio, y nuestra feria ganadera, que recibe la visita de más de 3.000 personas en un pueblo donde solo estamos censados 500", aclara  Rosa Sánchez, alcaldesa del municipio.

Antiguamente, las ferias se hacían casi siempre en el mes de septiembre porque era el momento en el que los agricultores y ganaderos disponían de dinero en efectivo porque habían cobrado la cosecha. En estas sociedades tradicionales, en las que vivían de no gastar, el punto de consumo más fuerte eran estos encuentros. Y aunque ahora todo esto ha cambiado, se siguen manteniendo ciertas costumbres en muchos pueblos y ciudades de Aragón", indica Chaime Marcuello, profesor de Trabajo Social de la UZ y miembro del Grupo de Estudios Sociales y Económicos del Tercer Sector.

Ferias que, al igual que el calendario religioso, se articulaban en torno a los ciclos de la naturaleza, los cambios de sol o las estaciones, y que se han mantenido a través de los siglos. "No hemos parado nunca, ni en la Guerra Civil. Y, aunque en los noventa el Ayuntamiento de Aínsa le dio otro giro y la feria se hizo más profesional, todavía sigue teniendo un importante papel como lugar de encuentro donde se pueden ver y tocar las cosas que se quieren comprar, sobre todo en el caso de las personas mayores de 40 años. Si hablamos de los jóvenes, en un mundo tan globalizado como el nuestro, donde las ventas ‘on-line’ están a la orden el día, las ferias se convierten en un medio más tranquilo para ver las cosas y disfrutarlas. Un lugar donde se agradece tocar los productos, a la vez que haces contactos", señala José Antonio Murillo, director de Expoferia de Sobrarbe.

Encuentros que rozan la decena en septiembre y que siguen siendo un pilar importante en la economía de muchos rincones de Aragón, por lo que cuentan para su organización con el apoyo del Ejecutivo autónomo, que ha destinado una dotación de 190.000 en los presupuestos de este año.

Femoga, un escaparate clave para la comarca de los Monegros

Con cerca de  43.000 visitantes al año y 70.000 m2 de exposición, en los que muestran su género más de 360 expositores, la Feria industrial, agrícola y ganadera de Los Monegros (Femoga) se ha convertido en "un escaparate clave para la comarca de los Monegros, la provincia de Huesca y Valle del Ebro", matiza Francisco Villellas, alcalde de Sariñena.

A la gran exposición de maquinaria y de ganado de variedades autóctonas, que luego participan en subastas y concursos autonómicos y nacionales, hay que unir las actividades paralelas que se organizan. Entre ellas, destacan las ponencias  sobre determinados sectores ganaderos, siendo el ovino el más destacado. "Este año llegamos a la XXI jornada sobre la ganadería ovina y siempre contamos con ponentes de reconocido prestigio, al igual que ocurre en las charlas de porcino o vacuno. Este año, la novedad son las primeras jornadas avícolas", concluye Villellas. "La ganadería ha sido y es el motor económico de Cantavieja y el Maestrazgo, donde las explotaciones ganaderas sustentan a más de un 50% de la población", apunta Ricardo Altabas, alcalde de la localidad. Por este motivo, la feria de septiembre, que este año llega a su 108 edición, se convierte en un acontecimiento social de gran relevancia.

Entre los actos más significativos destacan la subasta nacional de ovino raza Ojinegra de Teruel; la autonómica de Rasa Aragonesa; y las nacionales de vacuno Pirenaica, Fleckvieh, Parda de Montaña, Charolaise y Limusin. También se organiza un concurso morfológico en el que participan todos los animales expuestos.

"El éxito de la feria se basa en que es un acontecimiento vivo que da su lugar al sector primario y pone en valor nuestra tradición y economía", concluye Altabas. Como ocurre con la mayoría de estos festejos, los inicios de la feria de Mosqueruela, guardan relación con la compra y venta de animales. Pero, con el paso del tiempo, los actos festivos fueron ganándole terreno al intercambio comercial y, hoy en día, son bien conocidas las actividades taurinas que se celebran durante estos días en esta localidad turolense y que comienzan un día antes de la inauguración oficial de la feria comercial, que este año tendrá lugar el 1 de septiembre; y de la ganadera, que se celebrará el día 2. Festejos que incluyen vaquillas, recortes, desencajonamientos y toros embolados. La novedad de este año es la celebración de un desfile para recordar las Olimpiadas de Barcelona 92, incluyendo el encendido de la antorcha.

Desde 2011, la patata de Cella es una marca de calidad registrada, lo que supuso el reconocimiento oficial a un producto que se ha convertido en el referente de esta localidad turolense. Por este motivo, hace ya 19 años decidieron organizar la primera edición de la Feria de la Patata, que este año se llevará a cabo el 15 y 16 de septiembre. Durante estos días,  todo gira alrededor de este tubérculo que se expone en diferentes expositores y que también se cocina. De hecho, todos los años, los vecinos muestran sus habilidades culinarias elaborando platos con este ingrediente y muchos de ellos se reúnen para pelar, cortar y pelar patatas con las que luego preparan tortillas. Toda una hazaña con la que, año tras año, intentan conseguir un nuevo récord Guinness.

La Feria de San Miguel, que está programada para el 29 y 30 de septiembre, es la más antigua de cuantas se celebran en Graus, ya que data de 1201, fecha en la arranca como privilegio del rey de Aragón Pedro II. Durante siglos, fue eminentemente agrícola y ganadera y también era conocida como la feria de ‘Cambio de amos’ en la Ribagorza. Este nombre se debe al hecho de que los terratenientes y ganaderos de la zona acudían allí para comprar y vender ganado y también para contratar a nuevos trabajadores, sobre todo pastores. Como complemento a la feria generalista, en 2001, se propuso la creación de la feria caballar que consta de una parte expositiva, con venta de ganado equino y mular, y otra parte de  entretenimiento. Muy crítica y contundente en sus argumericultores y no a los intereses de las grandes multinacionales".

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