Gustavo García: "La soledad no se arregla con más servicios sociales, sino con compañía. No hay más"

El coordinador de Aragón de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales plantea que el drama de las personas solas se palía con prácticas de buena vecindad y voluntariado.

Gustavo García, coordinador de Aragón de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales
Gustavo García, coordinador de Aragón de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales
José Miguel Marco.

En lo que llevamos de agosto, al menos una decena de aragoneses que vivían solos han sido hallados muertos en sus casas. ¿Puede hacerse algo para evitar estas situaciones?

A los ciudadanos, a los medios de comunicación, les preocupa que la gente muera sola. Esto genera mucha alarma social. A mí también me preocupa, por supuesto, pero creo que el auténtico drama es que la gente viva en soledad. No me refiero a los hogares unipersonales, al que vive solo pero tiene sus relaciones sociales, su familia, sino al que está solo, al que no tiene a nadie. Evitar que alguien fallezca solo en su casa y que nos enteremos semanas o meses después se puede resolver con tecnología, con dispositivos electrónicos. Pero la soledad no se arregla con más servicios sino con compañía. No hay más.

Hay quien opina que estos casos demuestran que fallan los servicios sociales, que hace falta más asistencia domiciliaria, más teleasistencia... ¿Estas medidas no serían parte de la solución?

Los servicios sociales son imprescindibles. Desde la asociación los reclamamos constantemente, pero insisto en que la domótica, los dispositivos electrónicos no nos sirven para resolver la soledad, sino los problemas de seguridad. La prioridad de los servicios sociales debe ser que las personas vivan en su propio entorno el mayor tiempo posible y para eso tenemos que poner los medios necesarios con los que cubrir sus deficiencias y dificultades para realizar determinadas actividades. Pero estamos hablando de otra cosa.

¿Y llevar un control de las personas que viven solas, por ejemplo, como se ha propuesto?

De todas las reacciones que ha habido estos días tras las muertes ocurridas, algunas han sido auténticas banalidades, hablar por no callar. Tengo que decir que me ha sorprendido la falta de ideas del Ayuntamiento de Zaragoza, incluso desde el punto de vista técnico. Cuando se empezó a generar alarma por lo que estaba pasando alguna voz pidió hacer un listado de gente que viva sola; pero, qué es esto. Eso no resuelve nada. ¿Qué van a hacer los servicios sociales? ¿Ir puerta a puerta por los miles de hogares de Zaragoza, de Aragón, llamado y preguntando a los vecinos si están solos?No tiene sentido; esto no se puede hacer. Insistimos en exigir más prestaciones sociales, más servicios y nos olvidamos de la compañía.

¿Y cómo propone usted abordar este problema?

Creo que hay dos mecanismo imprescindibles: el voluntariado y la buena vecindad. Y creo que sería más eficaz el segundo que el primero.

Pero eso trasciende las competencias de la Administración. No se puede obligar a nadie a ser buen vecino por decreto.

No, no se puede garantizar la cooperación social, pero se puede estimular. En la sociedad tradicional, la buena vecindad se daba casi por hecho y era espontánea, la vida se hacía de puertas afuera. En el modelo de sociedad actual, y sobre todo en las ciudades, el anonimato hace que perdamos esas relaciones de buena vecindad. Por eso hace falta que se promuevan y se canalicen y ahí deberíamos estar los servicios sociales.

¿De qué manera?

Hay otro tipo de prestación que podríamos dar los servicios sociales, que consiste en facilitar el cauce, ser los intermediarios para que alguien que quiera ser buen vecino pueda serlo. Creo que hay muchas personas dispuestas a desarrollar actividades de buena vecindad, pero no saben cómo hacerlo. Si desde los servicios sociales se les ofrecieran vías sería más fácil. Y hay otra cosa importante: si consiguiéramos establecer elementos de buena vecindad con la complicidad de los vecinos, de las entidades sociales, del comercio de proximidad, lograríamos no solo aliviar la soledad de muchas personas sino que estaríamos creando una sociedad más humana. Estas prácticas nos beneficiarían a todos.

¿Hay experiencias en Aragón de esto que plantea?

No. De buena vecindad no hay nada aunque estos días sí ha habido voces que la han reivindicado. Me ha gustado mucho la actitud de las asociaciones de vecinos reclamando este papel, que yo creo que es la clave. Y en la buena vecindad hay dos niveles que yo creo que son imprescindibles: uno es el vecino propiamente dicho y el otro, el comercio de proximidad, cuya función social en esto es extraordinaria.

¿Y con respecto al voluntariado?

Experiencias de voluntariado hay muchas en Aragón, pero para mí el más necesario y el que más admiro es el de acompañamiento. Porque creo que otras actuaciones sociales como recoger alimentos, juguetes para los niños o ropa las puede hacer la Administración. Solo es cuestión de poner dinero. Pero comprometerse y vincularse con otro ser humano, darle apoyo en su casa, en una residencia –porque también hay mucha soledad en compañía–, en un hospital o en la calle... eso solo lo pueden hacer voluntarios. Necesitamos personas que tengan un compromiso que no sea laboral, sino humano, que conecten y se impliquen con esa gente que está sola. La Administración puede garantizar que las necesidades básicas de una persona estén cubiertas, pero la diferencia entre vivir y estar bien y ser feliz se logra con la convivencia. Y eso no lo puede dar la Administración, sino la sociedad.

Un fenómeno invisible que genera exclusión social

Gustavo García, coordinador de Aragón de la Asociación de Directores y Gerentes de Servicios Sociales, cree que más allá de la tristeza que provoca que alguien muera solo, el auténtico problema de fondo es la soledad, "un fenómeno que no preocupa y que no se ve", afirma.

Los pocos estudios que abordan este asunto –recuerda–, calculan que en España puede haber en este momento tres millones de personas que viven en soledad. "Que no es lo mismo que vivir solo –apostilla García–. No es equiparable. La soledad es un concepto que lleva implícito el aislamiento, la desconexión, el vivir al margen. Todo el que habita un hogar unipersonal no vive solo".

Extrapolando estos datos, en la Comunidad podría haber unas 90.000 personas en esta situación, que para Gustavo García puede convertirse en el primer problema de exclusión social.

Y va a más. "La soledad –asegura– ya tiene una presencia importante en España y está aumentando porque hay condiciones que nos llevan al aislamiento". "Y esto, curiosamente, en una sociedad en la que estamos plenamente comunicados, pero no cara a cara, sino mediatizados. Podemos tener miles de seguidores en Facebook y en Twitter y, sin embargo, estar solos", apunta.

En este contexto, García cree que los trabajadores de los servicios sociales tienen un papel fundamental y un reto. "Nos hemos convertido en burócratas de prestaciones sociales, que son necesarias, imprescindibles, pero para tramitarlas no se necesita un experto social sino un buen gestor. Y romper esta dinámica es dificilísimo. El profesional debería preocuparse de otras cosas, ser el intermediario entre estas personas solas y el buen vecino», concluye.

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