Los oficios tradicionales resurgen gracias a la innovación

Barberos, artesanos, restauradores y agricultores se renuevan y lideran el emprendimiento en Aragón.

Uno de los productores que participa en el mercado agroecológico de Huesca
Los oficios tradicionales resurgen gracias a la innovación
Javier Navarro

Tradición e innovación van de la mano. Cuando se pensaba que los oficios más tradicionales estaban destinados a desaparecer con la irrupción de las nuevas tecnologías, un halo de romanticismo ha provocado que resurjan con más fuerza que nunca. Barberos, restauradores, agricultores y artesanos, entre otros profesionales, han decidido aprovechar el interés que los consumidores ponen en sus productos y han comenzado a abrir nuevos establecimientos a lo largo de toda la Comunidad aragonesa.

La agricultura ecológica da buena cuenta de ello. “Es mayor la demanda que la oferta”, asegura José Miguel Sanz, presidente del comité aragonés de Agricultura Ecológica. Por este motivo, no es de extrañar que cada vez más renazcan ‘nuevos’ empleos alrededor de esta técnica de producción, que recupera buena parte de los oficios más tradicionales en torno a la recogida de los alimentos, a la vez que se codea de la más novedosa tecnología, como los drones, para controlar la calidad del terreno. “Los datos demuestran que la agricultura ‘eco’ no es una moda pasajera, sino que ha llegado para instalarse en nuestra sociedad. El consumo está creciendo y eso tiene una repercusión directa en el campo”, señala el Sanz. Asimismo, el auge de estos productos ha generado que los mercados vuelvan a congregar a un gran número de personas, como el agroecológico que se celebra cada sábado en la plaza del Pilar de la capital. Un renacer que ha puesto en valor el trabajo del tendero de barrio. Todo ello se debe, según explica el presidente del comité aragonés de Agricultura Ecológica, al hecho de que “los consumidores son cada vez más conscientes de lo beneficioso que es este método de producción, no solo para su salud sino también para el medio ambiente”.

Ha sido concretamente esta conciencia medioambiental la que ha generado también el auge de la bicicleta. Este vehículo, que durante años fue casi de uso exclusivo de los más deportistas, ha vuelto a los municipios gracias a aquellos que apuestan por una movilidad sostenible. Así, al igual que han aparecido las bicicletas eléctricas, también las antiguas han resurgido. “Cada vez son más los clientes que desempolvan las bicis de sus abuelos y nos piden que las restauraremos”, afirma Borja, uno de los tres fundadores de Ciclofactoría, una empresa zaragozana que se fundó hace cuatro años y que se dedica a dar una nueva vida a las bicicletas antiguas. “También, la competencia crece, no somos los únicos ni en la capital aragonesa ni en Aragón que restauramos estos vehículos”, declara Borja para dar constancia de la gran demanda que hay entre los consumidores y del hueco del mercado que como ellos vieron otros establecimientos que han abierto en la Comunidad. Las nuevas tecnologías también están presentes en este proceso artesano como demuestra el proyecto Palmira, que ha puesto en marcha esta empresa gracias a la donación de bicicletas antiguas y que destina un 25% de cada venta a la lucha contra el alzheimer a través de AFEDAZ. “Es una forma de reciclar aquellas que iban a terminar en la basura y adaptarlas al mundo actual, incorporándoles la última tecnología”.

El gusto por cuidar de la imagen también ha generado el renacer de los barberos, un oficio que parecía destinado a desaparecer con la irrupción de la maquinilla de afeitar. De hecho, estos profesionales son los responsables, en gran parte, del auge de las licencias de peluquería que han aumentado en un 30% en los últimos tres años.

Y es que en un halo de romanticismo y de búsqueda de calidad, los negocios más artesanos son los protagonistas del emprendimiento en Aragón. Así, herreros o ebanistas han vuelto a abrir negocios ante una demanda acuciante. También, los hoteleros y los comerciantes son conscientes del gusto artesanal. Por este motivo, no es de extrañar que tanto el turismo como las tiendas se centren en ello, poniendo en valor las palabras ‘tradicional’ y ‘casero’ como sello. Panaderías con horno propio, tiendas de comida para llevar hecha en el lugar, casas rurales o el agroturismo se han convertido en nuevas oportunidades de negocio, que brindan a la Comunidad aragonesa una oportunidad para fijar a la población.

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