Salas Bajas: un auténtico oasis enogastronómico en el Somontano

Salas Bajas presume de no temer a corto plazo por la despoblación. La cercanía a Barbastro, buenos servicios, empresas y vivienda son sus bazas para mirar con optimismo al futuro.

A pesar de las risas, el guiñote se toma muy en serio en la plaza de Salas Bajas.
A pesar de las risas, el guiñote se toma muy en serio en la plaza de Salas Bajas.
José Luis Pano

Basta dejarse caer una tarde por la plaza de Salas Bajas para comprobar que la pequeña localidad del Somontano, situada entre Salas Altas y Barbastro, rezuma vida por los cuatro costados.

La apertura hace pocos años de un local social, regentado por el joven e inquieto cocinero literano Jorge Zanuy, ha generado un ajetreo propio de las plazas de las ciudades. Al visitar la plaza cuando cae el sol, la imagen preeminente es de mayores y mujeres en tertulia, hombres jugando al guiñote y niños correteando. La estampa se completa con la presencia de turistas rurales, hijos del pueblo que regresan a la casa familiar por verano, matrimonios jóvenes que han optado por quedarse en Salas Bajas y otros vecinos de Barbastro que se han trasladado en busca de una vivienda más asequible, además de perseguir la calidad y tranquilidad que ofrece el medio rural.

Si a todo esto se le añade una red de servicios básicos, empresas locales que dan trabajo a buena parte de los vecinos y el mantenimiento de los históricos viñedos y del cultivo del cereal –entre otros factores– tenemos un claro resultado: "Salas Bajas resiste a la despoblación". Lo sentencia con cierto orgullo el alcalde y vicepresidente de la Comarca del Somontano, Daniel Gracia: "Soy optimista por el buen momento que está atravesando el municipio, sobre todo a nivel de población. La despoblación es un mal que afecta al medido rural y, por ende, también a nosotros, pero dentro de lo que cabe nos podemos considerar afortunados porque tenemos bastantes familias jóvenes con niños viviendo en el pueblo".

El censo ha ido creciendo de forma paulatina en la localidad, que entraba en 2017 con los datos demográficos de finales de los años 90 del siglo XX, 178 habitantes. "En estos 25 años, el pueblo se ha mantenido y han venido nuevas familias que han suplido a los fallecimientos. Con datos estadísticos se puede decir que la despoblación no se nota, aunque siendo realistas tenemos mucha gente mayor, debemos seguir atrayendo a familias jóvenes", explica Gracia.

Una veintena de niños invita a mirar con esperanza el futuro de la localidad, que a pesar de su pequeño tamaño presume de contar con buenos servicios. Hay asistencia médica (doctor, enfermera y farmacéutica) prácticamente a diario, y el ocio en verano se cubre con las piscinas renovadas, uno de los orgullos locales; Salas Bajas fue una de las primeras poblaciones en contar con piscinas municipales en el año 1979. Las construyeron con fondos propios los vecinos en aquella nueva España democrática donde todo estaba por hacer. Con el paso de los años, el Ayuntamiento ya ha actuado en esas piscinas con dos importantes reformas; la última, hace dos años, con la modernización del vaso y su entorno. Otro de los lujos de la localidad son sus buenas instalaciones deportivas: cuenta con frontón, pista de fútbol sala y, desde esta primavera, pista de pádel, deporte que despierta furor en la comarca. Una barbacoa y un merendero en esas mismas dependencias permiten su disfrute durante todo el año.

El revulsivo de Enate

En clave económica, la localidad cuenta además de la agricultura con varios negocios, desde peluquería a una empresa que realiza estudios topográficos, el citado restaurante L’ Usuella o la última incorporación, la cervecería artesana Bachiella, iniciativa de un joven matrimonio de la zona. Cerveza, gastronomía… en ese menú no podía faltar el vino.

En Salas Bajas se asienta desde hace más de 25 años la bodega Enate, una de las más importantes de la Denominación de Origen Somontano. Sus caldos, de fama internacional, se elaboran con uvas de los viñedos de esta localidad, tan ligada históricamente al citado cultivo. La llegada de la empresa de Luis Nozaleda supuso, además de una gran promoción para el pueblo, la posibilidad de fijar población.

El Ayuntamiento quiere estrechar más los lazos de unión con la bodega y ha explorado su vertiente artística con un gran mural realizado por el artista barbastrense David Gatta, maestro del aerógrafo, en el antiguo frontón de la plaza del pueblo: el patrocinio corre a cargo de Enate.

"Es una vista panorámica del pueblo, con el viñedo que nos caracteriza, y el retrato de una modelo. Esperamos que sea un revulsivo para atraer a la gente que viene a ver la bodega hasta el centro del pueblo. Se trata de un mural espectacular de grandes dimensiones, muy atractivo, que trasladará la imagen de la bodega pero también la que quiere dar el pueblo: frescura, juventud, arte y vida", comenta el alcalde. El estreno ha llegado justo antes de las fiestas patronales en honor a San Ramón Nonato. Además se va a peatonalizar la plaza para darle mayor protagonismo a este enclave.

LOS IMPRESCINDIBLES

Marqués de Lazán

La iglesia de San Vicente (barroco tardío, siglo XVIII) preside la plaza Mayor. Allí está el sepulcro de Félix Guillermo de Rebolledo Palafox, marqués de Lazán, nombre del popular reserva de Pirineos. Su tataranieto fue el general Palafox.

Restos romanos

Los restos locales más antiguos son romanos y se ubicaban en la ermita del Plano. Los vecinos acuden en romería el primer domingo de septiembre en honor al Santo CristoLos sábados de mayo también se llega allá en romería.

El Recau, sabrosa tradición

La pudiente Casa Salas ofrecía por San Isidro a los desfavorecidos del entorno un guiso de judías que llamaban ‘el recau’. Una tradición recuperada y convertida en fiesta culinaria por la asociación Salas Bajas 2000.

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