Ordesa, un siglo después

Se ha cumplido un siglo de la declaración del valle de Ordesa como Parque Nacional.

El monumento a Lucien Briet en Ordesa.
El monumento a Lucien Briet en Ordesa.
Rafael Gobantes

Un siglo después de su declaración oficial, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es una de las joyas del patrimonio natural aragonés y español. Y un legado precioso que las generaciones actuales deben conservar para las futuras. Pero hay mucho que hacer para mejorar esa realidad y, sobre todo, para conseguir que se convierta en un motor de desarrollo para una de las comarcas más despobladas de nuestro territorio.

Al cumplirse estos cien años, es obligatorio recordar con gratitud a las muchas personas que a lo largo del tiempo han contribuido a mantener el valle de Ordesa como un espacio natural privilegiado y, a la vez, abierto al disfrute de los ciudadanos. Empezando por el visionario pirineísta Lucien Briet, a quien ayer se rindió homenaje, o por Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, impulsor en España de la protección de los entornos naturales. La de Ordesa es, en gran medida, una historia de éxito, su belleza y sus valores ambientales se han conservado y atraen cada año a miles de visitantes. Pero hay mucho que mejorar. Ni la Administración autonómica ni la central debieran ser cicateras a la hora de destinar al Parque de Ordesa las partidas presupuestarias que necesita, en algunos aspectos de manera urgente. Y uno de los grandes retos para el futuro será el de conjugar la política de conservación con la de desarrollo económico de los municipios de su entorno, que continúan perdiendo población en una comarca, el Sobrarbe, que ha sufrido una intensa sangría demográfica. No es sencillo mantener los equilibrios entre la naturaleza, el uso turístico y recreativo y la actividad económica de la zona, pero es necesario conseguirlo. Para que las próximas generaciones puedan seguir disfrutando con orgullo de una de las grandes joyas de nuestro patrimonio ambiental; y para que los hombres y mujeres de la montaña no se vean obligados a abandonarla.