Salas Altas: tierra de vid, olivo y un tejido asociativo vivo

Salas Altas quiere atraer nuevos vecinos con un plan de alquiler de viviendas de bajo coste, además de potenciar su turismo aprovechando sus bellos paisajes ‘al otro lado de la sierra de Guara’.

La alcaldesa, Inma Subías, en las piscinas de la localidad.
La alcaldesa, Inma Subías, en las piscinas de la localidad.
José Luis Pano

El campanario de la ermita de la Candelera, el antiguo castillo medieval de Salas Altas, ofrece una de las mejores vistas para entender el Somontano. Desde sus ventanas, y al lado de sus campanas emblemáticas cuyos toques ha recogido el inquieto Grupo de Estudios locales, se avista un mar de viñedos, olivos y cereal, la tríada del arco mediterráneo, base de la agricultura de la comarca.

Salas Altas comparte con su vecina Salas Bajas el ser la cuna de la Denominación de Origen Somontano, al contar con los viñedos más antiguos y gran parte de los viticultores de esta D.O. En el eje que va de Barbastro a Salas Altas se congregan las tres principales bodegas: Pirineos, Viñas del Vero y Enate, junto a la más antigua, Lalanne.

Hoy Salas Altas es un pueblo eminentemente agrícola, pero dotado con buenos servicios e infraestructuras que facilitan la calidad de vida y la acogida de nuevos pobladores, una tarea en la que se afana el Ayuntamiento presidido por la alcaldesa Inma Subías. Y lo están haciendo rehabilitando viviendas antiguas y ofreciéndolas en alquiler a los propios vecinos o a nuevos pobladores a precios módicos, que van de los 100 a 150 euros.

"El proyecto que tenemos encima de la mesa es seguir trabajando para evitar la despoblación, que es bastante acuciante tanto en éste como en otros pueblos. En Salas Altas hemos estado invirtiendo dinero gracias a la DPH para rehabilitar propiedades del Ayuntamiento que estaban bastante dejadas", explica la alcaldesa. Así se ha rehabilitado tres pisos de las antiguas casas de maestros, y dos de ellos ya han sido ocupados por sendas familias procedentes de Ibiza y de Zaragoza, ambas con niños que garantizarán la permanencia del colegio. Otra familia de Murcia, con 5 hijos, empezó ocupando uno de esos pisos y se ha trasladado a una casa del pueblo. "Nuestro objetivos es intentar que vengan familias con niños, porque el termómetro de vida de los pueblos es su escuela. Si la escuela funciona, el pueblo vive", explica esta maestra ya retirada.

"El Ayuntamiento no puede ofertar trabajo, pero sí una vivienda en muy buenas condiciones, semiamueblada y con calefacción, luz... todas las comodidades, y desde la Comarca y el CEDER se orienta en la búsqueda de trabajo", señala Subías.

Salas Altas fue pionero en animar a los vecinos con antiguas vacías para que las restauraran con la idea de venderlas o alquilarlas, y elaboró un censo de viviendas para ofrecer a posibles inquilinos. Para ello contó con el asesoramiento del profesor de la Universidad de Zaragoza José Antonio Sainz, experto en despoblación.

La buena acogida de la experiencia se hizo extensible a otras localidades con la campaña del Ceder Somontano Pueblos Vivos que ha permitido atraer a neorrurales. La primera familia que llegó a Salas Altas, con tres hijos, se hizo cargo del bar social y de las piscinas en verano. La última ha adquirido el restaurante Casa Samper, y hay una casa rural a pleno rendimiento.

Hotel rural en busca de dueño

En el plano turístico, la alcaldesa reivindica el patrimonio natural que existe en torno a la sierra de la Candelera. "Ofertamos paisaje y somos unos privilegiados de contar con esta sierra que nos ofrece vistas impresionantes de todo el Somontano y el Pirineo. Podríamos acuñar el lema ‘Al otro lado de la sierra de Guara’ y beneficiarnos de ese turismo, ya que estamos a menos de una hora andando desde nuestra zona al Parque Natural", comenta.

Testigo mudo de ese potencial turístico es el palacete de estilo aragonés Casa Mozás, que albergó a un inquisidor; fue transformado en un hotel rural con encanto, con una casa anexa donde tenía previsto habitar la familia madrileña que lo levantó. Sin embargo, la crisis económica truncó el sueño de esta familia, que hubo de cederlo a La Caixa, que lo oferta en su inmobiliaria. "Ese hotel en otra zona se lo rifarían y no sé por qué no lo mueven más, porque es una casa rehabilitada con mucho gusto, con once habitaciones, bodega, comedor muy bonito, una amplia zona de jardín y una casa solariega para las personas que lo quieran gestionar. Es un sitio ideal, y alguien debería apostar por ello ya que por poco dinero podría ponerlo en marcha y daría mucha vida al pueblo".

La localidad reúne todas las condiciones necesarias para iniciar un proyecto de vida con calidad: colegio, farmacia, servicio médico, tienda de ultramarinos, panadería, bodega familiar, cooperativa de aceite, bar social que funciona como centro de día… además del vino y el aceite, la joya de la corona de Salas Altas es su rico tejido asociativo: la asociación de mujeres, el citado grupo de estudios, la asociación de tambores, de cazadores, de jóvenes... "somos un pueblo que se mueve", sentencia Subías.

LOS IMPRESCINDIBLES

El censo

Son 310 habitantes. Ha aumentado en los últimos años gracias a los planes de acceso a vivienda que el Ayuntamiento quieren continuar, recuperando la antigua abadía en desuso para hacer pisos. Para ello pide la cesión al Obispado.

Calendario solidario

Desde 2010, la Asociación de Mujeres Ballanzuales edita un calendario solidario, cuya recaudación va al Grupo Español de Investigación del Cáncer de Mama. Con el almanaque de 2019 se superarán los 30.000 euros de recaudación.

Ermita de la Candelera

Los vecinos se sienten muy unidos a esta ermita, que fue castillo en época del rey Pedro I e iglesia románica, de la que quedan escasos restos. Destacan en el interior dos estelas funerarias. Para San Jorge se celebra una romería.

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