Miss Pachamama atraviesa Aragón con su bicicleta para remover conciencias reciclando

Rumbo a Galicia, sobre su bicicleta y acompañado de un carro, sus dos alforjas, un saco de dormir, un pesa maletas y una placa solar a modo de batería -entre otros enseres personales necesarios para llevar a cabo su aventura-, Rafa Sanchís, valenciano de 26 años, recorre en estos momentos el norte de España con un objetivo muy claro: evitar que la basura llegue al mar.

Rafa Sanchís, con latas recogidas en su peculiar recorrido. 

Precisamente, con el hashtag #noacabaenelmar, trata de remover conciencias a través de las redes sociales. Bajo el nombre de ‘Miss Pachamama’, nacería este proyecto cuyo objetivo es recorrer España en bicicleta recogiendo la basura que se encuentra en los espacios naturales que atraviesa. “Este mes en toda Latinoamérica se homenajea a esta diosa inca de la naturaleza a cambio de protección, y protegiéndola a ella también. Este es mi homenaje personal”, afirma.

Todo empezó mientras recorría Ibiza en Kayak. Allí se cruzó con Moritz, un alemán de 52 años que desde hace tres décadas se dedica a recoger la basura que invade las calas de su adorada isla. “Estaba realmente preocupado y me dijo una frase que no pude sacarme de la cabeza: “al final todo acaba en el mar””, recuerda Sanchis.

Así pues, el joven, titulado en Administración y Dirección de Empresas, comenzó a limpiar las calas que visitaba en el transcurso de su viaje, algo que le sirvió para crear este proyecto personal, eso sí, esta vez sobre dos ruedas. “Quería demostrar hasta qué punto tenemos un problema con la basura en España”, reconoce. Algo que no ha tardado en averiguar ya que, tan solo de Valencia a Aragón acumuló más de 75 kilos de residuos, sobre todo de envases de plástico y latas de bebida. Hoy, tras 16 días, ha superado los 100.

Selfie de Rafa Sanchís con la pieza de un inodoro que halló tirada en su viaje en bicicleta.

Sanchís asegura que este proyecto aúna sus grandes pasiones: el deporte, la aventura, los viajes, el medio ambiente… “A lo largo de mi etapa estudiantil he viajado mucho, he vivido en Londres y en Estados Unidos”, explica. Un viaje para el que ha contado con el apoyo de su familia en todo momento: “Obviamente, esto no surge de la noche a la mañana. Desde pequeño he participado en grupos scouts”, añade.

Tras poco más de dos semanas, 700 kilómetros, y tras atravesar Valencia, Teruel –pasando por Almohaja, Teruel capital, Ojos Negros, Calamocha y Luco de Jiloca- y Zaragoza –incluyendo Daroca, el puerto de Paniza o Cariñena-, su meta se encuentra todavía muy lejos, concretamente en Vigo. El recorrido incluye ciudades como San Sebastián, Bilbao, Gijón, Oviedo, La Coruña, Santiago de Compostela y Pontevedra.

Pero la aventura, asegura, no se detiene aquí, ya que tras recuperarse, Sanchís plantea emprender un nuevo rumbo hacia el sur, en concreto hacia Sevilla; siguiendo la Vía de la Plata, para regresar a su ciudad natal por la costa. “Si todo sale bien espero llegar a casa a mediados de octubre, pero depende de muchos factores externos, de que no sufra ningún percance, de que no le pase nada a la bici, de las condiciones climatológicas…, podría prolongarse hasta mediados de noviembre”, reconoce.

Cada día realiza dos paradas, las cuales aprovecha para limpiar la zona en la que se detiene. “Limpio el espacio en el que acampo y algún punto que me cruzo que esté verdaderamente sucio. De momento, en lo que he recorrido, suspendemos en limpieza y reciclaje”, asevera. Cada mañana, Sanchís empieza el día temprano, sobre las 7.00 am. “Me cuesta una hora recoger el campamento, desayuno algo y me pongo a pedalear”, afirma. Sobre la bici asegura que pasa de 6 o 8 horas al día.

Suspenso en reciclaje, sobresaliente en hospitalidad

Además, asegura que el calor extremo está siendo un compañero de viaje bastante complicado: “Sobre todo lo noté cuando crucé el desierto de las Bardenas, ese tramo fue muy duro”. Dos bidones y una ducha portátil forman parte de su equipaje, eso sí, nunca desaprovecha un río que se cruce en su camino. “La comida la voy comprando sobre la marcha; no puedo llevar mucho peso, así que adquiero solo lo que necesito”, indica.

El gasto mensual de su viaje ronda los 300 euros. “Gasto lo indispensable para continuar, el objetivo del viaje es concienciar y conocer cada rincón hasta el que me lleven mis piernas”, asevera. “Cuando llego a un pueblo cargado de residuos en busca de un contenedor de reciclaje la gente se queda muy sorprendida. Sobre todo las personas mayores, en algunos casos me han confundido con alguien que vive de la basura”, señala Sanchís.

Entre los objetos más extraños que han formado parte de su botín, aparte de envases de botellas de agua minera de un solo uso y de latas de cerveza y refresco –en torno al 95% de la basura que se ha topado a lo largo del viaje-, Sanchís ha recogido una persiana, un pupitre escolar de plástico, y cuatro o cinco pares de zapatos desparejados.

“Hay que pasar a la acción”

Aunque prefiere acampar siempre que es posible, cuando llega a una gran ciudad, como fue el caso de Teruel o Zaragoza, aprovecha para descansar un par de días, cargar las pilas y editar los vídeos que publica en su página web, en la que colecciona un buen puñado de anécdotas que recoge en su diario de viaje. “Sin duda, una de las mejores cosas de este viaje está siendo la hospitalidad de la gente, incluso a través de las redes me llegan mensajes de ánimo y de gente que me dice que les he servido de inspiración. Para mí es un orgullo”, resume.

Finalmente, y sin olvidar su objetivo principal, que no es otro que el de concienciar a los españoles de la gran cantidad de basura que arrojamos a nuestros espacios naturales, el valenciano se muestra positivo: “Creo que estamos a tiempo de cambiar las cosas y tenemos que entender que solo quejándonos no se arregla nada. España es un país precioso y tenemos que cuidarlo. Hay que pasar a la acción”.