Heraldo del Campo

Mike Barrow: "Quiero crear la base de conocimiento para poder plantar el primer viñedo en Marte"

Bodeguero e informático, este estadounidense afincado en Argentina ha explicado en Zaragoza la creación de una criptomoneda asociada al vino.

Mike Barrow, en la Cámara de Comercio de Zaragoza.
Mike Barrow, en la Cámara de Comercio de Zaragoza.
Raquel Labodía

Mike Barrow es estadounidense pero habla un fluido español, no solo porque desde 2003 está afincado en Mendoza (Argentina) donde cuenta con un viñedo de cinco hectáreas, que cultiva en orgánico, sino también porque entre 1992 hasta 2003 vivió en España, concretamente en Barcelona, donde trabajaba en el sector de la tecnología. Es informático y bodeguero (o viceversa) y ha conseguido unir ambas pasiones en un proyecto, de nombre Openvino, en el que la tecnología (criptomoneda incluida) inunda sus tierras y se utiliza para vender su vino. Un innovador proyecto que detalló en Zaragoza ante unos 40 empresarios que participaron en el acto ‘Cata de ideas’.

De informático en Estados Unidos a bodeguero en Argentina, ¿cómo y por qué hace este viaje?

Soy de Estados Unidos y pasé muchos años trabajando en tecnología hasta que, en 2003, comencé un proyecto vitivinícola en Argentina, del que en 2007 saqué el primer vino. Ahora en 2018 estoy fusionando ambos mundos, el de la tecnología, las criptomonedas y el ‘blockchain’ con algo tan ancestral como el vino. Soy un forastero en el mundo del vino, porque no vengo de tradición ni de familia y esto juntando ambos mundos, que es lo divertido.

¿Qué es Openvino?

Un proyecto de código libre, abierto. Mi empresa se llama Costaflores, hago un vino que se llama MTB y Openvino es un proyecto que inventé para transformar digitalmente mi empresa para convertirla en la primera bodega ‘opensource’ en la que hay una extrema transparencia y extrema trazabilidad usando criptomonedas para que sea el mercado el que fije el precio de mi producto. Este es un proyecto en el que cualquier otra bodega u otra empresa puede copiar las ideas, criticarlas, copiarlas, robarlas… porque todo lo que es desarrollo de propiedad intelectual está abierto.

¿Lo hace porque cree que el mundo del vino necesita transparencia?

Creo que el mundo del vino es un mundo cerrado y poco transparente en el que se puede aplicar la tecnología del mundo del ‘software’ libre al mundo del vino. Cuando se trata de pymes, micropymes o pequeñas bodegas, compartir la información de la creación del producto tiene mucho más valor que guardar los secretos. Si yo soy una empresa mediana o grande, guardar mis cartas y mi estrategia tiene valor, pero si soy un microemprendedor no tengo peso como para influir y, sin embargo, puedo compartir con todo el mundo lo que hago y eso sí que genera más valor porque crea una relación de honestidad con el consumidor.

Ha lanzado una criptomoneda asociada a una botella de vino ¿Cómo funciona?

Nosotros terminamos de vendimiar en abril (es nuestra undécima cosecha), así que una vez terminada la fermentación y la prensa ya sabemos cuántos litros de vino hay y entonces calculamos el número de botellas que tendremos. En este 2018 elaboraremos 16.384 botellas de vino. Ese vino tiene que pasar un año en barrica y dos en botella antes de venderlo, pero el vino ya es vino, ya existe y ya sabemos su calidad. Así que el 6 de mayo pasado lanzamos la primera criptomoneda respaldada en vino. Y lanzamos 16.384 monedas, porque cada una corresponde a una botella. Como el vino se llama MTB, la criptomoneda se llama MTB 18 (la del próximo año será MTB 19 y así sucesivamente). Ahora en agosto y septiembre sacaremos a la venta las monedas que se podrán adquirir a través de una especie de bolsa. Eso genera un mercado secundario, algo así como una bolsa de valores en la que es el mercado el que decidirá el valor de esa moneda. Así, en 2021, cuando el vino esté listo para tomar, el consumidor podrá enviar las monedas a nuestra tienda ‘online’ y nosotros le entregaremos la botella de vino, pero no tiene por qué ser el comprador original porque quizá tu compraste la moneda, pero la vendiste a otro a otro precio. Todo el canal tradicional, importadores, exportadores, tiendas, restaurantes, tendrán que entrar a través de ese ecosistema. No es que quiera hacer un vino millonario ni ganar fortunas con esto, lo que yo quiero es que el precio del vino refleje lo que realmente dice el mercado y ese precio puede fluctuar a lo largo de la vida del vino. El precio debería poder cambiar según la calidad, el mensaje o la escasez y las criptomonedas son un mecanismo para definir ese valor.

¿No es muy arriesgado?

Tiene sus riesgos, pero confío en que a la larga la honestidad en un producto como el vino va a terminar beneficiando. Además el vino es la mejor metáfora que existe para que la gente entienda qué son las criptomonedas. Yo siempre recuerdo que en 1991 la gente no entendía que el ‘email’ era mejor que un fax y, sin embargo, hoy en día nadie lo cuestiona y parece lo más intuitivo que existe. Eso va a pasar con la criptomoneda.

Las criptomonedas no han tenido últimamente muy buena prensa, algunas incluso han resultado ser un fraude. No teme que le pase factura a su proyecto?

Sí, estamos en un momento disruptivo en el que las criptomonedas y esas tecnologías están en pañales. Tenemos mucho por hacer pero es verdad que hay muchos proyectos mal concebidos que van a fracasar porque no tienen pies ni cabeza no porque sus creadores sean estafadores. Sí puede afectar, pero como yo tengo la moneda asociada a una marca si no respeto el canje destruyo toda la empresa, no solo la moneda, y eso le da otro aval, porque además se puede venir a visitar la finca, se pueden ver los datos físicos del viñedo, las certificaciones del producto, tengo todos los mecanismos de una empresa real físico terrenal asociado a esto. Esto es lo quiero transmitir: confianza.

¿Cualquier bodega aragonesa podría poner en marcha un proyecto así?

Hay aspectos de Openvino que podrían ser muy beneficioso para cualquier bodega en Aragón, en España o en cualquier país e incluso en otro tipo de empresas que no son bodegas. Sin embargo, yo soy una bodega ‘boutique’, hice una producción este año de 16.000 botellas y eso es una gota en el mar de vino que existe en el mundo. Me puedo permitir arriesgar todo lo que hago en este invento. En una bodega bien establecida, si yo fuera ellos no lo haría. A las bodegas que se me han acercado interesadas en implantar aspectos de Openvino en su empresa les digo que esperen un año o dos a ver si yo fracaso, pero estoy encantado y creo que hay mucho potencial, aunque insisto en que yo estoy bien situado por el tamaño, por mis conocimientos y mi audacia.

¿Su vino es tan diferente a otros como la forma que tiene de comercializarlo?

Cada vino es un mundo, yo estoy haciendo macbeth, petit verdot y cabernet sauvignon de un solo viñedo, de uva cultivada de forma orgánica y buscando hacer un maridaje que funciona bien con comidas especiadas, aromáticas e incluso picantes. Vendemos en Argentina, en India, y desde hace dos semanas también en España, de forma ‘online’. Buscaba un vino peculiar, a mi estilo.

Es un innovador pero cultiva uva orgánica, ¿la agricultura del futuro tiene mucho que ver con los orígenes de la agricultura?

Hay pocas cosas más antiguas en la agricultura como la viticultura, pero hoy estamos adaptando ese largo trayecto histórico a muchas tecnologías nuevas para controlar condiciones y tener menor impacto medioambiental y por supuesto pensando en el futuro. Parte de lo que yo estoy haciendo es para crear la base de conocimiento para poder plantar el primer viñedo en Marte. Sí, tenemos un enorme recorrido histórico pero también a partir de ahora tenemos herramientas de robótica, de inteligencia artíficial... para pensar cómo serán los vinos del siglo XXII o interplanetarios.

Primero habrá que llegar a Marte.

Sí, pero para eso falta poco.

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