El Seminario de Tarazona recupera el campamento diocesano

Participan un total de 22 niños y niñas de diferentes localidades de la diócesis turiasonense

Los juegos han sido una constante durante todo el campamento.
El Seminario de Tarazona recupera el campamento diocesano
N. B.

Tras cuatro años sin realizarse, el campamento diocesano ha regresado a las instalaciones del Seminario de Tarazona. Un total de 22 niños y niñas de diferentes localidades de la diócesis turiasonense comparten esta experiencia cuyo objetivo es promover la adquisición de valores en los pequeños.

Durante la colonia no faltan los juegos y las actividades para conseguir que los participantes disfruten de la vivencia. “Se trata de fomentar un tiempo libre divertido y muy lúdico, pero también trabajar un poco los valores a través de diferentes dinámicas, que de una forma educativa sirven para estos contenidos”, dice César López, director del campamento.

Son niños de entre 9 y 12 años de edad de localidades como Illueca, Fuendejalón, Calatayud o Tarazona. “Queremos que se vayan muy contentos, con ganas de repetir, por eso hay talleres, gynkhanas, veladas, dinámicas, juegos, una excursión a la catedral…queremos que estén divirtiéndose todo el tiempo al máximo”, señala López.

Esta iniciativa es posible gracias a la implicación desinteresada de un grupo de once voluntarios llegados de toda la diócesis, algunos de los cuales estuvieron en este mismo campamento cuando eran niños. “Vine de pequeña tres años seguidos y me encantaba la experiencia, por eso estoy muy contenta de volver aquí, ahora como monitora. Lo estamos haciendo con mucha ilusión, empezando el proyecto de cero”, cuenta Marina Gregorio, monitora voluntaria. “Yo también vine de niño tres años y la verdad es que nos lo pasábamos muy bien. Estoy haciendo aquí las prácticas del curso de monitor de tiempo libre y me está trayendo muchos recuerdos, tenía mucha ilusión por venir”, añade Rául Pardo, vecino de Ainzón. Es el mismo caso también de Nazaret Benedí, otra voluntaria que estuvo de niña en el campamento y que “quería vivir la experiencia desde el otro lado”. “Mi madre era monitora de esta colonia cuando era pequeña y me encanta porque todo me recuerda a mi infancia”, añade la monitora.

El campamento tiene una duración de seis días, una estancia que se intenta sea lo más “placentera” posible aprovechando las posibilidades que ofrecen las instalaciones del seminario, tanto las interiores como los campos exteriores. “El domingo es un día especial para todos porque vienen las familias y pasamos la mañana juntos antes de despedirnos”, adelanta el director, quien valora que los niños “han hecho muy buena piña entre ellos y también con los monitores”.

El deseo de los responsables es que el campamento vuelva a tener continuidad, alcanzando la importancia que tuvo entre los años 2006 y 2013 cuando llegó a contar más de un centenar de participantes.

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