Una minicrisis de gobierno por etapas

El presidente Lambán cambió altos cargos de su Ejecutivo a finales de 2017 y evitó entonces la marcha de Celaya, pero no ha logrado convencerle de acabar la legislatura,

Sebastián Celaya
Sebastián Celaya
Carlos Rivaherrera

El presidente aragonés, Javier Lambán, pretendía acabar la legislatura con los nueve consejeros que nombró hace tres años y redujo su anunciada crisis de gobierno, acometida a finales de 2017, a cambios y relevos en seis direcciones generales y en la Corporación Empresarial Pública de Aragón. Entonces, el líder socialista consiguió frenar la dimisión del consejero de Sanidad, Sebastián Celaya, y estaba convencido, al igual que su equipo, de que agotaría el mandato. Nada más lejos, ya que hace unas semanas, tras cumplir la edad de jubilación, decidió que no había vuelta atrás.

Todos los miembros y altos cargos del Ejecutivo PSOE-CHA consultados por este diario coinciden en que se trata de una decisión personal, motivada por el "desgaste" de un "consejero atípico", que tenía más de médico que de político. Con militancia en el PSOE, Celaya ha llevado muy mal no poder recortar más las listas de espera o acometer un mayor número de infraestructuras, como él mismo ha confesado este martes en su comparecencia junto a Lambán para dar cuenta de su renuncia. "Ver las cosas desde fuera, sin ser un profesional de la materia que se gestiona, siempre ayuda. No estás contaminado, y no hay que olvidar que respondes ante la sociedad, no ante los trabajadores de tu consejería", explica un compañero de Celaya en el Consejo de Gobierno.

El ya exconsejero no ocultaba a nadie sus ganas de dejar el cargo, tanto en la DGA como en las Cortes de Aragón. Lo decía abiertamente en la cafetería de la Aljafería, tanto a políticos como a periodistas, desde hacía más de un año. Las laceradas críticas de la oposición tampoco las llevaba bien, hasta el punto de abandonar la tribuna del hemiciclo en un rifirrafe con la popular Rosa Plantagenet-White a cuenta de un estudio sobre drogas en Aragón. Fue en abril, justo cuando cumplía 65 años.

Choque con Pilar Ventura

El presidente Lambán, con el que le une una amistad desde hace años, le convenció para continuar hasta la pasada primavera, cuando pactaron que lo dejaría al acabar el periodo de sesiones. El deterioro de las relaciones por las discrepancias en la gestión con Pilar Ventura, su sucesora en el cargo después de tres años como secretaria general técnica, ha pesado en su decisión final, según apuntan fuentes de Sanidad. Estas tensiones se extendían a otros miembros del equipo.

Estas mismas fuentes aseguran que en las últimas semanas ni siquiera se celebraban las habituales reuniones de coordinación en la consejería. Y no hay que olvidar que la salida de la directora general de Derechos y Garantías de los Usuarios, Ros Cihuelo, en la minicrisis de finales de noviembre ya estuvo motivada por su mala relación con Ventura. "Saber, sabe, porque lleva tres años en Sanidad, es una alta funcionaria que se conoce al detalle la Administración porque ejerció como consejera de Ciencia y Tecnología con Marcelino Iglesias y de directora general en el Ministerio de Administraciones Públicas con José Luis Rodríguez Zapatero. Eso sí, es muy complicada", apunta otro miembro del gabinete PSOE-CHA.

El presidente aragonés comunicó a todos los departamentos la marcha de Celaya antes de hacerla pública a media mañana y no sorprendió a nadie. "Era una renuncia anunciada y no provocará ningún roto, dado que solo quedan unos meses de legislatura y todos las grandes líneas y proyectos están lanzados y Ventura está al corriente de todo", añadieron.

Al desgaste se unen sus diferencias con el consejero de Hacienda, Fernando Gimeno, lógicas al estar al frente del departamento con mayor gasto de la Administración autonómica, junto a Educación. "De un tiempo a esta parte se quejaba del trato, del dolor que suponía sacar los expedientes, pero el control del gasto lo sufrimos también otros departamentos", apunta otro miembro de la DGA, al mismo tiempo que un alto cargo recuerda que el titular de Vertebración del Territorio, José Luis Soro, ha tenido que sacrificar la inversión en carreteras para primar el gasto social y que lo que ha hecho Celaya es "cargarse de razones" para justificar su marcha en el plano interno.

El exconsejero, que volvió de vacaciones el pasado lunes, cuenta con el reconocimiento de políticos de la oposición, que le llamaron para despedirlo tras conocer la noticia, y de funcionarios y sindicalistas, a los que Celaya citó para un último adiós.

Salvo sorpresas, su relevo al frente de Sanidad será el último en los diez meses que quedan de mandato, según insisten desde la DGA. Los ajustes del pasado mes de noviembre fueron mínimos y nada traumáticos. Afectaron a seis direcciones generales de los departamentos de Sanidad, Ciudadanía, Educación, Presidencia y Economía e Industria. En algunos casos, se trataron de meros intercambios, como la citada responsable de Derechos y Garantías de los Usuarios (Ros Cihuelo) con el de Consumo (Pablo Martínez) y el de Relaciones Institucionales (Enrique Giménez) con el que era de jefe de gabinete de Presidencia (Julio Embid).

De hecho, solo relevó al director general de Participación Ciudadana, Miguel Miranda, para poner a Raúl Oliván, dado que el cambio en Innovación Educativa respondió a una decisión personal de Jesús Garcés y en Industria, por la marcha de Fernando Fernández a Aragón Exterior.

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