Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Nuevos métodos para frenar al mejillón cebra

Científicos de la EEAD-CSIC, CITA y Riegos del Alto Aragón combinan medidas de presión y simulaciones hidráulicas para detectar su presencia.

En la imagen, se observan valvas de mejillón cebra a la salida de un hidrante en la Comunidad de Regantes de Collarada.
En la imagen, se observan valvas de mejillón cebra a la salida de un hidrante en la Comunidad de Regantes de Collarada.
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En el año 2001 se detectó por primera vez en el embalse de Ribarroja la presencia de ejemplares de mejillón cebra. Una especie invasora cuya expansión, a partir de entonces, ha sido imparable, ya que no solo ha colonizado los cursos fluviales sino también los sistemas de riego. De hecho, en la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón (RAA) se detectó la presencia tanto de larvas como de ejemplares adultos en 2013.

Conscientes de la magnitud de este problema, científicos de la EEAD-CSIC y CITA, así como la Comunidad de Riegos del Alto Aragón, llevan tiempo investigando, gracias al proyecto Irrizeb, para controlar con precisión esta especie invasora que impide el funcionamiento normal de las instalaciones de riego. Para ello, han combinado medidas de presión y simulaciones hidráulicas para detectar la presencia del mejillón cebra en zonas específicas de una red de riego, un método que pretende ser el embrión de un software que produzca en tiempo real un mapa de la infestación de la especie.

«Aunque no existen medidas más importantes que otras, ya que todas ellas son complementarias y permiten abordar el problema desde un punto de vista integral, lo cierto es que la desecación de las balsas de riego es una medida fundamental que se debería de adoptar a nivel de gestión en una comunidad de regantes. Los datos de los que disponemos nos indican que dicha práctica favorece el control de la especie. Sin embargo, no todas las comunidades de regantes pueden adoptar esta medida debido a las características singulares de sus redes o de sus infraestructuras de riego», matiza Mario Morales, investigador del EEAD-CSIC.

Pero el problema seguirá existiendo en los embalses a nivel de cuenca, que abastecen a las comunidades de regantes. «La monitorización de larvas y una gestión adecuada de los embalses contribuirá de manera muy efectiva a la mitigación del impacto del mejillón cebra en el regadío. Por otra parte, su detección dentro de las redes de riego permite plantear tratamientos químicos ‘ad hoc’, minimizando el posible impacto de dichos productos químicos en las infraestructuras de riego, en los cultivos y en los suelos», señala Farida Dechmi, investigadora de CITA.

Y en esta detección va a ser clave el mapa de evolución de la infestación de mejillón cebra en las comunidades de regantes que pertenecen a Regantes del Alto Aragón y que se ha caracterizado en cuatro niveles o grados de infestación. «De hecho, desde 2013 a 2017, unas 80,000 hectáreas (un 66% de la superficie de Riegos del Alto Aragón) poseían algún nivel de infestación. Gracias en parte a las medidas puestas en marcha a raíz de este proyecto, se ha conseguido controlar unas 23.000 hectáreas a finales de 2017 y seguimos trabajando para aumentar este dato durante 2018. Cruzando el mapa de infestación con el de origen del agua de riego, el foco principal de sitúa en el embalse de la Sotonera», recuerda Farida Dechmi.

Otras zonas afectadas

Pero se trata de una dificultad que lejos de disminuir se ha extendido a otras zonas. «Nos encontramos frente a un problema creciente, con el que el agricultor deberá convivir necesariamente en los próximos años y para el cual serán necesarias medidas de gestión local y global que permitan minimizar el impacto de esta especie invasora en los sistemas de riego», afirma Yolanda Gimeno, técnico de Riegos del Alto Aragón.

De hecho, todos los expertos insisten en que como especie invasora, el mejillón cebra no solamente afecta al funcionamiento de las redes de abastecimiento, agrícola, ganadero y urbano, sino que altera los ecosistemas y constituye una importante amenaza para la biodiversidad. «Por desgracia, ha venido para quedarse, con lo que tenemos que tomar medidas que vayan orientadas a una mejor convivencia con la especie», concluye Mario Morales.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo

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