Las monjas hacen las maletas

Trece comunidades de clausura han hecho las maletas y abandonado sus conventos desde el 2004.

Entrada principal al convento de monjas concepcionistas de Calamocha, cerrado en 2007.
Entrada principal al convento de monjas concepcionistas de Calamocha, cerrado en 2007.
Sergio Martínez

Las cuatro monjas de clausura que quedan en el convento de Santa Clara de Teruel anunciaron a principios de esta semana que están haciendo las maletas para trasladarse de forma inminente a otro monasterio que tiene la orden en Valencia. La falta de vocaciones ha hecho imposible el relevo generacional, su edad ronda los 90 años y ya no pueden vivir solas ni, mucho menos, mantener en condiciones el complejo.

No es algo nuevo. El director del Instituto Pontificio Claune, Eleuterio López, ya alertaba hace tiempo de que la "alarmante" situación de muchos conventos femeninos está llevando a suprimir muchas comunidades. No llega suficiente sangre nueva a la vida contemplativa y, en la mayor parte de los monasterios, las religiosas superan de largo la edad de jubilación. Además, los achaques les impiden realizar las labores con las que antes obtenían sus ingresos.

De hecho, desde el año 2004 trece comunidades de clausura han abandonado sus conventos en Aragón. Algunas, tras más de 600 años asentadas en localidades acostumbradas al repicar de unas campanas que han dejado de sonar.

Un goteo imparable

La Diócesis de Teruel y Albarracín es en la que más conventos se han quedado vacíos en los últimos años. Las Clarisas Franciscanas abandonaron Báguena en el año 2004 tras más de 400 años de presencia en la zona. El convento de San Valentín fue ocupado entonces por tres monjes jerónimos, pero la experiencia apenas duró tres meses.

Algo similar ocurrió en 2006 en Gea de Albarracín. Las cinco monjas Capuchinas se trasladaron a otros conventos de su misma orden y el edificio pasó a ser gestionado por Cruz Blanca. Un año después, las Concepcionistas hicieron lo propio en Calamocha, dejando desocupado uno de los edificios más emblemáticos de la capital del Jiloca. El siguiente de la diócesis en caer fue el convento de Albarracín (2013), donde las ocho hermanas que quedaban se dispersaron entre dos conventos de las Madres Dominicas de Zaragoza. La orden mantiene la propiedad del edificio, que sigue vacío. Las clarisas de la capital turolense que anunciaron su decisión esta semana son, por tanto, otro capítulo más en la historia del declive de la vida contemplativa en la provincia de Teruel.

En la Diócesis de Tarazona ocurre algo parecido y en la última década han cerrado tres conventos de clausura. Las Carmelitas Descalzas abandonaron Tarazona en 2009 y pusieron a la venta el convento; las Madres Dominicas se despidieron de Calatayud a finales de 2015 y las Concepcionistas Franciscanas hicieron las maletas y dejaron Miedes dos meses después.

Casos más sonados

Más sonados fueron los casos de la Archidiócesis de Zaragoza. En 2011 los cartujos dejaron Aula Dei porque el monasterio se les quedaba grande. Está catalogado como Bien de Interés Cultural, de modo que su marcha generó cierta preocupación, aunque finalmente la comunidad francesa Chemin Neuf tomó el relevo a los cartujos y desde el 2012 se encarga de la conservación del edificio y mantiene las visitas culturales. El que sigue desocupado –y ya lleva cuatro años– es el Monasterio de Santa María de Jerusalén en la zona de La Romareda, en plena ciudad de Zaragoza. Las cinco religiosas que quedaban se mudaron en 2014 al convento de Santa Catalina y, aunque se habló de la venta del edificio y las dos hectáreas de terreno circundante, nada se ha materializado a día de hoy y desde la orden prefieren no dar detalles de las negociaciones.

En la Diócesis de Huesca solo ha cerrado el monasterio de Nuestra Señora del Pilar en la última década. Las Hermanas Capuchinas entregaron el monasterio a la diócesis, que lo transformó en la sede del Seminario y de la Casa Diocesana. En la Diócesis de Jaca resulta curiosa la historia del santuario de Monlora, pues en las últimas dos décadas han pasado por allí tres órdenes religiosas (una masculina y dos femeninas) y ninguna se ha quedado. La última lo abandonó en 2013. Desde entonces, la Hermandad de Nuestra Señora de Monlora mantiene un servicio de restaurante enfocado al turismo rural.

Única reapertura, único masculino

Por contra, la única reapertura de un convento que se ha producido en Aragón en la última década ha sido la del Monasterio de Nuestra Señora de El Pueyo, en Barbastro, donde en el año 2009 se instalaron los monjes del Instituto del Verbo Encarnado. Es, a día de hoy, el único monasterio de monjes masculino en Aragón.

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