psicología

¿Sientes envidia o miedo a sentirte apartado cuando revisas tus redes sociales? 

El problema tiene nombre: síndrome FOMO, y está relacionado con la dependencia y la autoestima.

Las redes sociales pueden alimentar la dependencia.
Las redes sociales pueden alimentar la dependencia.
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"¿Si yo le sigo en Instagram por qué él no quiere seguirme?". "No dejo de poner indirectas en stories y no las pilla. O peor, las pilla pero no contesta". "Tía, que me ha dejado de seguir". "Te hago 'unfollow'". "Si la foto no tiene más de 50 'likes' la borro. ¿Te suenan estas frases?

Las nuevas tecnologías y, con ellas, las redes sociales, forman parte de nuestras vidas y de nuestra forma de relacionarnos. Poder romper con las barreras geográficas, conectarte en un instante con el otro lado del mundo o acceder a cantidades ingentes de información nos ha cambiado la vida, pero no todo son ventajas.

"Se nos están mandando constantemente mensajes de que nuestra vida tiene que estar en las redes sociales. Y, si es perfecta, mucho mejor. Estas preguntas las oímos constantemente, y el problema no es ese, el problema es que todo lo queremos de un modo inmediato", explican Patricia Calvo Ibáñez y Silvia Carrasco Gascón, Trabajadoras Sociales del Gabinete S&P Social.

El deseo de inmediatez ha generado perfiles impacientes, que pueden derivar en cuadros de ansiedad  y depresión. La forma que tenemos actualmente de relacionarnos, conectados continuamente a internet, siguiendo, compartiendo, 'shippeando' y 'stalkeando', agudiza males que siempre ha existido, como la envidia y el miedo a ser excluido. Y este miedo tiene un nombre: el síndrome FOMO, cuyas siglas, en inglés, significan 'Fear of Missing Out'. Literalmente: "miedo a perderse algo".

"Este síndrome consiste, como su propia traducción indica, en una sensación de malestar al ser consciente, a través de las nuevas tecnologías, de que otras personas están pasando o realizando actividades agradables y uno no forma parte de las mismas", explican las trabajadoras sociales. Y prosiguen: "Esto les hace tener la percepción de la que vida de los demás es mucho más interesante que la propia y acaban teniendo la necesidad de estar continuamente conectado para no perderse nada de lo que está pasando y que a su criterio es de gran interés. Del mismo modo, este tipo de síndrome hace que las personas que lo padecen acaben preocupadas porque sus amigos de las redes sociales observen y sean conscientes de que ellos no están en esa actividad y se la estén perdiendo".

Y el problema no es ni siquiera la envidia, sino lo que ella conlleva. "Estas personas podrían padecer problemas de ansiedad, al tener esa necesidad de estar conectado constantemente, y de depresión, porque continuamente están pensando en lo que no tienen, no hacen y lo que eso derivará en la opinión de la gente. Aunque puedan estar rodeadas de gente, su único foco de atención son las redes, por lo que se acaban aislando del grupo".

Sin embargo, ¿es real la pirámide de perfección que se dibuja en los perfiles sociales o está construida por una carencia personal? "Muchas personas fingen tener una vida en las redes que no es real, por el simple hecho de ser aceptados o considerando que así molarán más", explican Patricia y Silvia. "Aunque el miedo a ser excluido o no ser aceptado y la envidia por lo que alguien pueda llegar a tener siempre han existido en nuestra sociedad, las redes sociales han agudizado estos problemas en quienes no tienen un correcto desarrollo de las habilidades sociales, ni llevan a cabo un uso adecuado de las redes", por lo que se genera una obsesión por comprobar las vidas de otros a través de sus perfiles. "Conocemos todo antes y, lo que comienza como un simple sentimiento de fastidio, acaba derivando en tener la necesidad incontrolada de estar continuamente conectados. Por lo tanto, es una cuestión tanto de autoestima como de dependencia".

Esto sucede por ejemplo con personajes públicos a los que se sigue y se admira. "Se está pendiente de los 'stories' que hace, de las publicaciones. Y, en estos casos, en muchas ocasiones va de la mano de productos que buscan promocionarse y saben que es un buen modo de llegar a la sociedad y crear la necesidad de tenerlos. Un nuevo modo de hacer publicidad de un modo más directo. Al final todo es una espiral".

Si a alguien con una buena salud emocional, no le influyen constantemente las publicaciones de lo que hacen los demás porque tiene seguridad en sí mismo o en sí misma, y no necesita "alimentarse" de lo que hagan los demás, ni tampoco demostrar nada en sus redes sociales, con la dependencia pasa lo contrario. Estamos generando una sociedad en la que necesitamos publicar todo lo que hacemos y demostrárselo a los demás porque "lo que no se publica, no pasa".

¿Desconectarse es una solución?

Para las especialistas la respuesta es negativa. "No es una cuestión de desconectarse sino de saber gestionar bien las emociones y el uso de las redes sociales e internet. Sin embargo, es algo que en muchas ocasiones nadie nos enseña y tenemos que desarrollar personalmente".

¿Entonces, cuál es la solución? "La palabra clave es 'Educación'. Educación en temas de inteligencia emocional y autoestima desde pequeños para que de ese modo la autoestima no se vea mermada por factores externos. Al final, los más jóvenes están perdiendo habilidades para desarrollarse ellos mismos y con el resto de las personas. Se creen que el modo de relacionarse en las redes o que los amigos que tienen en las mismas son sus amigos de verdad, y esa no es la realidad".

"También es importante la educación desde edad temprana para prevenir y hacer un uso responsable de las nuevas tecnologías, ser consecuentes con las cosas que se publican y el modo en el que se interactúa en ellas, es muy importante. Cada cual puede tener su perfil como un rincón propio donde escribe, cuelga y publica lo que le guste y/o quiera, pero se debe educar y concienciar de su buen uso para ser consecuente con lo estamos trasladando".

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