"Es compatible ser musulmana y feminista"

Soraya Guenna, zaragozana estudiante de Magisterio, cuenta cómo vive el Ramadán y su religión.

Soraya Guenna, zaragozana estudiante de Magisterio en la Universidad de Zaragoza
Soraya Guenna, zaragozana estudiante de Magisterio en la Universidad de Zaragoza
P. F.

Soraya consulta cada día en una app del móvil la hora exacta para romper el ayuno del Ramadán. Cerca de dos millones de musulmanes celebran su mes sagrado en España desde el pasado 17 de mayo. Soraya, zaragozana de 20 años, es una de ellas. "El Ramadán es un mes de convivencia con la familia y de reflexión personal. Yo vivo el ayuno con normalidad, aunque estoy un poco más cansada", afirma.

Soraya estudia 3º de Magisterio en la Universidad de Zaragoza. Este mes se levanta pronto, reza, no desayuna y se va a la clase o a la biblioteca a estudiar. Pronto empezará los exámenes finales. Por las tardes estudia o suele quedar con sus amigos. Y por la noche, en torno a las nueve y media (cada día varía unos minutos) rompe el ayuno con su familia. Suelen tomar leche con dátiles, sopa, empanadas, ensaladas, guisos de cordero. "Mi padre prepara cosas muy ricas", sonríe. El padre de Soraya es argelino y su madre, leonesa. Ella se convirtió al Islam cuando se casó. Sus padres regentan una tienda de comida árabe para llevar en la calle de Conde de Aranda (asador de pollos Tío Aissa).

No hay una edad para comenzar el ayuno de Ramadán. "Normalmente se empieza a los 12 o 13 años. Los niños queremos empezar cuanto antes porque lo vemos en casa y nos sentimos mayores. Yo empecé en 1º de la ESO", recuerda Soraya. Durante el mes de Ramadán, los musulmanes no pueden comer ni beber desde el alba hasta la puesta del sol. Es una manera de honrar a Alá, y dedicar más tiempo a la oración y la ayuda a las personas necesitadas. Los niños pequeños, mujeres embarazadas o lactantes y las personas enfermas están exentos de hacer el ayuno. "Llevo peor no beber que no comer, sobre todo ahora que viene al calor y los días son largos", reconoce Soraya. En su casa ayunan sus padres y su hermana de 13 años. También tiene otra pequeña de 1 año.

Soraya cuenta que la han educado con libertad y ella escogió el Islam en la adolescencia. "Cuando era pequeña rezaba en casa con mis padres. He ido a varios colegios, en algunos he estudiado religión islámica y en otros no. Mis abuelos maternos viven en un pueblo de León, son cristianos y celebramos la Navidad con ellos. En la adolescencia pasé por una época de crisis, empecé a plantearme cosas y a investigar por mi cuenta. Y tuve claro que soy musulmana", afirma.

El pañuelo

En 2º de Bachillerato (a los 17 años) decidió ponerse el pañuelo que cubre su cabeza. "Mi madre no lo lleva habitualmente y me preguntó que si estaba segura de dar ese paso. Yo tenía dudas de cómo se lo iban a tomar mis compañeros de clase, pero fui muy bien aceptada y no tuve ningún problema. Sí perdí alguna 'amiga' en el pueblo que no lo entendió. Y a veces sigo notando miradas raras cuando voy por la calle, en el bus, o estoy de bares con mis amigos. El pañuelo es un sello de identidad, estoy orgullosa de llevarlo", asegura.

Soraya considera que aún cuesta que algunos acepten con normalidad que las mujeres musulmanas que quieran lleven pañuelo. En la universidad no ha tenido ningún problema, solo el primer día de clase en primero de carrera con un profesor. "Cuando me vio, me dijo que saliera del aula. Me dijo que así, con pañuelo, no podía estar en su clase. Me sorprendió mucho, no entendía nada. Luego fui a poner una reclamación. La universidad lo cambió de grupo y no me ha vuelto a tocar con él, aunque aún lo veo por los pasillos", cuenta.

En la universidad participa en grupos feministas y fue muy activa en la organización del 8M. "Me pareció un día muy emocionante. Estamos viviendo un tiempo de cambios para las mujeres. A menudo me preguntan si es compatible ser feminista y musulmana. Claro que lo es. Aún hay mucho desconocimiento sobre el Islam, y actitudes machistas tanto dentro como fuera de la comunidad musulmana. El Islam no es una religión machista, lo son las interpretaciones que hacen algunos", sostiene.

A Soraya le queda un año para terminar la carrera. Antes quiere sacarse el carné de conducir. Después no sabe si presentarse a oposiciones o seguir estudiando otra cosa. También quiere viajar a Argelia, donde hace varios años que no va.

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