Los adolescentes vapean cada vez más y desconocen sus riesgos

Uno de cada cinco adolescentes ha probado los cigarrillos electrónicos. Los expertos advierten sobre sus riesgos.

Vapear está prohibido en colegios, hospitales y transporte público; pero no en bares y discotecas.
Vapear está prohibido en colegios, hospitales y transporte público; pero no en bares y discotecas.
Heraldo

El Ministerio de Sanidad recomienda no fumar cigarrillos electrónicos y ha vuelto a advertir recientemente de sus riesgos para la salud. Sin embargo, su consumo crece entre los adolescentes españoles, según revela la última Encuesta sobre el uso de drogas en enseñanzas secundarias en España (Estudes), que se realiza cada dos años y cuyos resultados se han publicado este mes de abril. Uno de cada cinco adolescentes de entre 14 y 18 años ha vapeado alguna vez.

Entre los adolescentes aragoneses el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida (82% lo ha probado alguna vez), seguido del tabaco (42%) y el cannabis (30,7%). El 17,6% ha probado los cigarrillos electrónicos, más los chicos (19,7%) que las chicas (15,5%). En Aragón han participado en la encuesta 2.781 alumnos de 69 centros educativos.

Los cigarrillos electrónicos o vapeadores son unos dispositivos que utilizan una pequeña batería para calentar una solución líquida (con o sin nicotina) y convertirla en vapor aromatizado. Su uso se extendió en los años de la crisis como alternativa más económica al tabaco y aparentemente inocua. El Ministerio de Sanidad comenzó a incluirlo en su penúltima encuesta Estudes, publicada en 2016.

En Aragón vapean más los chicos que las chicas, y su consumo aumenta con la edad. A los 14 años, el 10% de los adolescentes aragoneses ha probado estos cigarrillos electrónicos, mientras que a los 18 son el 26,4%. La mayoría de los adolescentes que vapean usan cartuchos sin nicotina, aunque los expertos advierten de que contienen sustancias (como el propilenglicol) que también son perjudiciales para la salud. Y su uso es visto como una puerta de entrada para el posterior consumo de tabaco y otras drogas.

Riesgos

"Ninguna forma de consumo de tabaco es saludable: ni el tabaco manufacturado, ni el de liar ni los cigarrillos electrónicos. Los jóvenes y la población adulta tienen la falsa sensación de que los cigarrillos electrónicos no son nocivos. Hay mucho desconocimiento sobre este tema. Cuando vamos a los institutos a hacer actividades de formación, muchos chavales nos preguntan con curiosidad por los vapeadores", señala Rosa España, psicóloga del área de prevención del Centro municipal de atención y prevención de las adicciones (CMAPA). Este centro realiza diversos programas de sensibilización sobre consumo de drogas. El curso pasado trabajaron con cerca de 15.000 alumnos de 59 centros educativos.

"Los cigarrillos electrónicos no producen monóxido de carbono ni alquitrán, porque no se queman. Pero sí producen otras sustancias que no sabemos qué repercusión tendrán en el organismo en el futuro. El Ministerio de Sanidad recomienda no consumirlos porque se están encontrando sustancias cancerígenas y pueden provocar problemas respiratorios. No se ha demostrado que sirvan para dejar de fumar, como se publicitaban en sus inicios, y además tienen efectos adictivos como el tabaco", apunta Rosa España.

En Aragón llegó a haber hace diez años unas 130 tiendas especializadas en la venta de cigarrillos electrónicos; pero la mayoría ha cerrado. Ahora los cigarrillos electrónicos y los diferentes líquidos para vapear se venden fundamentalmente en estancos y por internet. La venta de productos para vapear está prohibida a los menores de 18 años.

El consumo de tabaco y cigarrillos electrónico no se rigen por la misma normativa. El Ministerio de Sanidad prohibió vapear en colegios, centros de salud, en el transporte público, en espacios infantiles y en edificios de administraciones públicas, pero sí se permite en bares y restaurantes si el dueño lo autoriza. En este sentido también hay un debate entre fabricantes y médicos sobre si existe la figura del "vapeador pasivo". Una investigación pionera de la Universidad ya constató que vapear en lugares cerrados genera una contaminación del aire que multiplica por ocho el límite que la OMS considera aceptable.

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