Diez claves que explican que la crecida no haya sido más dañina

Técnicos de la Confederación Hidrográfica del Ebro detallan cómo la planificación y las infraestructuras han minimizado los efectos.

Panorámica de la crecida del Ebro a su paso por Zaragoza, este lunes.
Panorámica de la crecida del Ebro a su paso por Zaragoza, este lunes.
Oliver Duch

La crecida extraordinaria de este año ha tenido reducidos efectos respecto a la de 2015 por una concatenación de factores que explican que el agua no haya entrado en los cascos urbanos ni dañado las infraestructuras de su entorno. Esto se ha logrado pese a que este mes ha llovido tanto como para llenar todos los embalses de la cuenca del Ebro si estuvieran vacíos: casi 8.000 hectómetros cúbicos.

1. La retención de agua en Yesa e Itoiz.

Como en la avenida de 2015, la capacidad de laminación de los embalses ha sido clave para reducir el caudal punta del Ebro. Los datos del Sistema Automático de Información Hidrológica (SAIH) de la Confederación evidencian que la capacidad de retención de Itoiz y Yesa evitó que en el primer episodio de crecida, entre los días 8 y 10, se aportaran 800 metros cúbicos por segundo en Castejón y otros 600 cuando se alcanzó la punta el día 14 a su paso por la estación de aforo navarra. «En Yesa entraban 800 metros cúbicos por segundo y solo salían 5, porque días antes se desembalsó en previsión», explica la jefa de Hidrogeología y Cauces de la CHE, María Luis Moreno.

2. Menos aportación de la cuenca alta del Ebro y más lluvia en Navarra y Aragón.

La punta de la crecida ha sido similar a la de 2015 en Castejón por razones distintas. Hace tres años, la aportación de la cuenca alta por fusión de nieve acumulada en el País Vasco, Burgos y Cantabria hizo que la punta de la crecida llegara a 2.700 m3/seg, la misma que ahora por las intensas precipitaciones en el tramo medio.

3. Menor volumen de agua.

El umbral de desbordamiento del Ebro está fijado en 1.800 m3/seg y en esta ocasión solo se ha mantenido durante dos días, cuando hace tres años se prolongó 72 horas. Como detalla Guillermo Pérez, técnico del Sistema de Ayuda a la Decisión (SAD-Ebro) de la CHE, el impacto de una crecida depende de esta variable, junto a la punta que alcance la crecida y las aportaciones intermedias de las lluvias. «Es un mito que la rotura de la mota de Castejón fuera la razón de que se redujera el caudal, ya que esta llanura de inundación solo representa siete hectómetros», añade.

María Luisa Moreno detalla que ahora baja la mitad del volumen de agua: «Hasta este lunes, por Zaragoza han pasado mil hectómetros, cuando en 2015 lo hicieron unos 2.000».

4. Menor nivel de agua.

La adopción de un conjunto de medidas sobre las infraestructuras en torno al cauce han ayudado a reducir, de media, entre 20 y 50 centímetros la altura de la crecida en la ribera alta. La jefa de Hidrogeología especifica que donde más se ha visto la diferencia es en Pradilla: un metro menos respecto a la crecida de 2003 y un 1,20 metros si se compara con la de 2015.

5. Permeabilización de estructuras.

Un buen ejemplo es el puente de Pradilla, que ejercía de presa porque no tenía luz (anchura) suficiente, por lo que se han abierto ojos en los estribos para que pase el agua y no se eleve el nivel del cauce.

6. Rebaje de motas frente a los municipios expuestos.

Para evitar que el agua entre en los cascos urbanos, se ha optado también por reducir la altura de las protecciones situadas frente a los pueblos. Y en las motas que los protegen, se han reforzado para aguantar mejor.

7. Retranqueo de las defensas.

Otra de las decisiones que han aminorado los daños ha consistido en retranquear las motas, de modo que el río dispone de más espacio cuando el caudal es extraordinario.

8. Más cauces de alivio.

La Administración ha complementado el número de cauces de alivio, de los que hay ocho distribuidos en el tramo medio para «aliviar la presión sobre los municipios»: Alfaro, Tauste, Pradilla, Novillas, Alcalá de Ebro, Cabañas de Ebro y Pina de Ebro. «Derivan cientos de metros cúbicos y permiten bajar unos centímetros el río, cruciales para evitar problemas», asevera María Luisa Moreno.

9. Zonas de inundación controlada.

La jefa de Hidrogeología destaca también la aportación de las cuatro zonas de inundación controlada (una en Novillas, otra Pradilla y dos en Pina de Ebro), que anegan los campos para rebajar la presión gracias a la «generosa decisión» de los alcaldes. «Se abren por compuertas en las zonas más bajas y rebaja el cauce, evitando daños por el flujo de agua con velocidad» apostilla el técnico del servicio SAD-Ebro.

10. Una clara mejora de la coordinación.

Tanto María Luisa Moreno como Guillermo Pérez subrayan también la importancia de la coordinación entre instituciones y la rápida intervención de todos los agentes implicados, destacando el «mérito» del centro operativo de la DGA. También aluden a la mayor concienciación entre la población afectada por la crecida.

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