Los gastos médicos asfixian a miles de familias en Aragón
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Son enfermos que no existen en ningún plano social, familias enteras que caen por los agujeros del sistema sanitario aragonés, que responde con excelencia en casos urgentes pero que muestra una fría rigidez cuando llegan los tratamientos crónicos, las prótesis, las ortopedias y las terapias. Hablamos de familias que tienen que desembolsar en los primeros cuatro años de vida de su hijo hasta 10.000 euros entre carritos adaptados, asientos, colchonetas, dafos... ¿Cuántas son? No se sabe:sí se conoce que hay hasta 1.600 afectados por amputaciones en Aragón y que el número de personas con discapacidad atendidas diariamente por el Sistema Público de Servicios Sociales ascendía a 5.860 personas en diciembre de 2017. "No somos tantos como para que en Aragón las ayudas sean tan limitadas y las familias tengamos que recurrir a préstamos. En Cataluña, Galicia o Andalucía, estas mismas necesidades están cubiertas al 100%, mientras que en Aragón oscila entre el 40% y el 60%. Es una injusticia tremenda de la que nadie se hace eco", señala Juan José Morales, padre de Daniel, niño de tres años con enfermedad rara aún sin diagnóstico. Y como Daniel está Javi, otro aragonés de dos años y medio cuyo gasto supera los 600 euros mensuales solo en atención y terapias, sin contar ortopedias. Como también se sienten abandonados, a la deriva, Nuria Rivas y Edwin Ávila, que tras sufrir una amputación apenas han recibido atención sociosanitaria ni acceso a unas prótesis adecuadas a su día a día. «Renuncias a tantas cosas cuando recibes un diagnóstico, cuando te amputan un miembro... ¿realmente hay que renunciar a todo lo demás? Deberían darnos más vida, no recortarla", resume Nuria Rivas, que es presidenta de la Asociación de Amputados de Aragón (Adampi), que reivindica el acceso a prótesis actualizadas que den independencia al ciudadano.
Cada elemento de la ortopedia es caro. Daniel precisa de un biberón cuya tetina ha de ser más larga: cuesta 45 euros. "La sensación es que las ortopedias quieren hacer leña del árbol caído, que saben que lo necesitas sí o sí y que es para tu niño y pagarás lo que haga falta", considera Elena Giugastru, madre de Daniel. "Y si no puedes pagarlo, pues llegas a donde puedes, a lo más necesario. Buscas dinero de familiares, recurres a un préstamo, renuncias a una terapia...".
Doble problema: el sanitario y el económico
En Aragón, la aportación económica se determina en función del nivel de renta y de la situación sociolaboral siguiendo los mismos criterios que para la aportación farmacéutica. Según el portal Saludinforma, se cubre un 40%, 50% o 60% según la renta, pero desde Pera insisten en que es "insuficiente, además de que no tiene en cuenta que muchas familias no pueden adelantar tanto dinero. Da igual la renta que tengas, hay que pagar po adelantado". Y es mucho dinero: por ejemplo, para una silla de ruedas ligera, cuyo precio ronda los 2.500 euros, la ayuda apenas llega a los 400, que se cobraría hasta dos años más tarde. Las sillas de niño adaptadas, que llegan a costar 4.000 euros, tienen como subvención unos 1.800 euros. Porcentajes claramente insuficientes que dejan asfixiadas a familias como la de Inés y Alberto. "Javi tiene trisomía del cromosoma 9 mosaico, solo hay 200 casos en el mundo y fue el primer caso en España. Lo que se conoce como una enfermedad muy rara. Nació agarrotado, necesitaba rehabilitación desde el nacimiento, pero nos dijeron que habría que esperar dos meses a la valoración y después otro más para la cita si queríamos acceder a la terapia. No podíamos esperar todo ese tiempo, él necesitaba ayuda desde el principio. ¿Qué haces entonces? Pues pagas y acudes a un centro privado, en nuestro caso el centro Atentia, de Atades. Después, cuando se enteraron en la Seguridad Social, se enfadaron. ¿Te lo puedes creer? pregunta Inés. Nos dijeron que si habíamos podido permitirnos una terapia privada, por qué pedíamos ahora tener asistencia pública. Miré a los ojos a la funcionaria y le dije: 'Estoy aquí porque mi hijo está enfermo. Y todo esto, todo esto que ves, lo pago yo con mis impuestos. También esas terapias'. Se calló y ya no me dijo más".
El dolor médico, y el del olvido social
Si el dolor de los afectados por enfermedades que requieren terapias y ortopedias se sufre por partida doble, los que necesitan prótesis están en la misma situación. "Hubiese querido tener la misma atención tras mi amputación como la que recibí durante mi tratamiento por un cáncer", destaca Nuria Rivas. "En ese tratamiento, me sentí acompañada en todo momento y no hubo ningún problema en las diferentes prótesis internas que necesité. Pero todo cambió después, tras la amputación en febrero de 2006. Me esperaba que el camino sanitario estuviera tan establecido como el del cáncer, pero no es así: ni tuve acceso a un equipo disciplinar, ni me informaron de qué tenía que hacer, ni siquiera se molestaron en saber cómo era mi vida para decidir qué prótesis se adaptaba mejor a mí. Con las prótesis internas no hay límites, pero si no hay carne ni hueso, si no hay miembro, todo cambia. Si estás enfermo o sufres un accidente, tienes un doble dolor, el de la pérdida del miembro y el del abandono".
Para Edwin Ávila, amputado desde hace siete años, "es peor el trago posterior que la propia amputación. Perder un miembro es muy traumático, pero comprobar que no hay sistema que te sostenga es aún peor. Al principio estás arropado por amigos, familia, doctores..., pero en cuanto sales del hospital ya no tienes un camino marcado". Edwin perdió su mano derecha en un accidente en Honduras y por sus circunstancias no tiene aquí acceso a ningún tipo de prótesis. Afortunadamente, ha pasado a formar parte de un proyecto de colaboración entre Adampi y la zaragozana Fundación San Valero. "Se trata de un proyecto de diseño y elaboración de un brazo biónico impreso en 3D para que los socios de Adampi tengan acceso a esta investigación", destaca David Barrueco, profesor del centro quien, junto con el también docente Javier Arnadillo, puso en marcha la idea, galardonada con el premio Ebrópolis. "Alberto García, un joven de 16 años que precisa una prótesis de brazo, se enteró de que un grupo de formación en el País Vasco realizaba este tipo de proyectos y, tras ponernos en contacto con ellos nos remitieron a la Fundación San Valero recuerda Nuria Rivas. Ahora Alberto está a punto de recibir su brazo y el siguiente será Edwin". "La tecnología de uno ayudará a perfeccionar el siguiente. Trabajamos con grupos de alumnos que se han volcado totalmente en este proyecto, para ellos es muy motivador conocer a Alberto o a Edwin, saber qué necesidades tienen y avanzar en este conocimiento". Después, mediante la impresión en 3D, se puede obtener una prótesis por unos 1.500 euros, cuando en el mercado superaría los 10.000 euros. "No es la solución perfecta, pero abre otra vía de acceso a prótesis".
E invisibles se sienten también los afectados por amputaciones, "aunque intentamos que nos vean, a través por ejemplo de charlas en colegios para explicar nuestro día a día destaca Nuria. Sin olvidar el 23 de abril, día del Libro, cuando Miguel de Cervantes fue enterrado. Hacemos entonces un concurso literario. Cervantes empezó su vida literaria cuando perdió un brazo, y nosotros queremos pensar que nuestra vida también puede continuar. O empezar de nuevo. Aunque nos falte un miembro".