Y se hizo la luz en la colegiata de Santa María de Calatayud

Unos lucernarios en la cúpula darán una atmósfera que el templo bilbilitano nunca llegó a tener. Tras ocho años de cierre, la reapertura se estima en 2020 o 2021

Visita a la cúpula de la colegiata de Santa María para mostrar el proyecto que se está ejecutando.
Visita a la cúpula de la colegiata de Santa María para mostrar el proyecto que se está ejecutando.
Macipe

Tras más de seis meses de trabajo a casi 20 metros de altura, la luz natural se abre paso hacia el interior de la colegiata de Santa María la Mayor de Calatayud. Todo mediante la instalación de un sistema de lucernarios en los ocho ventanales con los que cuenta la cúpula del templo y que va facilitar la entrada de una iluminación tanto directa como indirecta. El objetivo de esta fase, y transversal al proyecto, es "conseguir una atmósfera lumínica que es la que merece el edificio", explica Fernando Alegre, arquitecto responsable del Plan Director de restauración.

Ese ambiente lumínico será una novedad en el templo porque "el tambor de la cúpula, que es la parte destinada a recibir la luz del exterior, está debajo del tejado", indica Alegre. Hasta esta intervención, los ventanales a través de los que entrarán los rayos del sol se encontraban tapiados, y ahora se instalarán unas vidrieras emplomadas. "Hemos hecho unas perforaciones en el tejado, que luego se cubrirán con vidrio, que dejará entrar la luz directa, se pondrá una pantalla blanca reflectora, y parte de la luz entrará directamente y parte reflejada en la pantalla y proyectada hacia arriba, a la chalota de la bóveda", detalla el responsable de la intervención.

Por delante todavía queda cerca de un mes para terminar la restauración de la decoración y retirar el andamiaje. "Al ser una recuperación integral se interviene también en el interior, en los elementos decorativos y el conjunto escultórico de madera tallada y policromada", puntualiza Alegre. Además de las estatuas del tambor, también se ha ido trabajando en los cuatro arcos torales, y sus pinjantes, y en los tonos de las pechinas. "Estamos recuperando, con un trabajo minucioso, los tonos que tuvo en el XVII, porque fue repintado en el XIX", subraya Cristina Marín, una de las encargadas del trabajo.

"Esta restauración, después de 8 años cerrada, puede ser un revulsivo turístico similar al de la catedral de Tarazona", compara el alcalde bilbilitano, José Manuel Aranda. Así, cuando acabe esta fase, se hará una jornada de puertas abiertas y se iniciará la licitación de la siguiente intervención, con un convenio de casi 3 millones de euros entre Fomento, Obispado y Consistorio, con el objetivo de que "la reapertura sea una realidad en dos o tres años".

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