Valfarta sobrevive con más de 50 casas cerradas, sin tienda ni autobús

Las furgonetas de venta ambulante traen pan, verdura o pescado a este pueblo de Monegros, donde solo hay cinco niños, a casi 80 km de Huesca y Zaragoza.

Á. Solves, C. Buil, F. Barrachina, D. Astorga, Á. Labrador y Juan
Á. Solves, C. Buil, F. Barrachina, D. Astorga, Á. Labrador y Juan
Patricia Puértolas

La despoblación hace mella en Los Monegros. La localidad de Valfarta es un claro ejemplo. El casco urbano suma unas 80 viviendas y de ellas, más de 50 están cerradas, algunas a cal y canto, «escachándose poco a poco», y otras, de forma casi permanente, ya que «solo se abren un mes en verano», explica el alcalde del municipio, Alberto Labrador, uno de los 40 vecinos que residen en Valfarta.

En su opinión, la población se ha visto obligada a emigrar ante la falta de trabajo. «Aquí solo quedamos agricultores y jubilados», señala. La localidad acusa la falta de servicios. No hay ninguna tienda ni tampoco transporte público y el médico acude una sola vez por semana. Las furgonetas de venta ambulante traen pan, verdura o pescado. El pueblo, con un censo de 70 vecinos, cuenta con solo cinco niños. A 7 kilómetros, se sitúa Bujaraloz, donde hay colegio y servicios. Valfarta está lejos de grandes urbes. Huesca y Zaragoza están a casi 80 kilómetros.

«La localidad carece de futuro y únicamente, hay una solución: crear puestos de trabajo. Y no de cualquier tipo. Necesitamos empleos de carácter industrial, que aseguren unas buenas condiciones y que resulten atractivos», insiste Labrador. Aunque no todo son malas noticias. El municipio cuenta con bar social, piscina y campin, todo de titularidad pública, que gestiona una pareja con dos niños.

Atraídos por la tranquilidad, llegaron hace cinco meses con la intención de quedarse, explica la mujer, Dolores Astorga, que buscaba un lugar donde disfrutar «del contacto humano». Y lo ha conseguido. De hecho, como cada tarde, comparte tertulia con dos matrimonios, los formados por Cándida Buil y Ángel Solves, de 80 y 86 años, y por Ángel Labrador y Felisa Barrachina, de 79 y 75, que están con su nieto, Juan, el más joven de los vecinos.

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