Defensa personal para mujeres, un fenómeno en alza

La defensa personal femenina es un fenómeno en alza que este enero ha tenido un repunte aún mayor. Ayuda a protegerse y aporta seguridad y autoestima.

5 movimientos de defensa personal femenina

Es el primer día del curso de Defensa Personal para Mujeres que imparte Susana Blasco en el sótano del espacio La Pantera Rosa, en Zaragoza. Una veintena de mujeres aguarda, la mayoría medio ocultas en un rincón. "Es algo habitual en mujeres, sobre todo en las que son un poco más mayores. No quieren ocupar espacio, se arrinconan ellas mismas. Y yo les digo que salgan del rincón, que ocupen el espacio que les corresponde", nos cuenta Blasco, luchadora experta en artes marciales, además de psicóloga en activo. "La mujer ha estado demasiado tiempo arrinconada".

Artes marciales y psicología suponen una fantástica mezcla de la que emergen interesantes reflexiones. Y Blasco está acostumbrada a observar y analizar, para arrojar después preguntas. "¿No has pasado nunca junto a un patio de recreo y observado a chicos y chicas jugar? ¿No les has visto a ellos ocupar casi todo el patio, con partidos de fútbol o baloncesto, mientras las niñas están en los rincones, casi escondidas. Hay dos cosas que aprende la mujer desde que es una niña. La primera es a ceder su espacio al hombre. La segunda es que no tiene derecho a enfadarse, a emplear la fuerza. Un niño sí, puede gritar, dar patadas, marcar su territorio. Pero a una niña se le corta enseguida. Y cuando llega el momento de afrontar una situación complicada, una agresión física o sexual. O simplemente cuando tiene que defenderse de un abuso, no tiene herramienta alguna. Se las quitaron cuando era pequeña".

En los últimos tres años la demanda de cursos de defensa personal dirigidos a mujeres se ha disparado. Solo en último mes, el entrenador David Buisán ha recibido hasta una veintena de llamadas de personas interesadas. "Quizá influidas por recientes acontecimientos muy mediáticos, sobre todo tras lo ocurrido con Diana Quer y la segunda víctima del Chicle, que logró escapar de su agresor", destaca. En el gimnasio Muscle Center, en Zaragoza, este experto en artes marciales ofrece cursos con un método propio, "con el que se unen las artes marciales pero adaptadas a situaciones de la calle. En las artes marciales se entrena en espacios amplios, pero una agresión puede suceder en lugares estrechos, como un ascensor, un descansillo..., o en el suelo. Y cuenta la rapidez".

La defensa personal femenina no se basa tanto en la fuerza física como en la psicológica: "La fuerza de un hombre suele ser casi siempre mayor a la de una mujer, pero el entrenamiento en defensa personal permite dominar nuestro eje y colocarnos de manera que aprovechemos nuestro propio peso para igualar esa fuerza. De alguna manera, es sacar la fuerza interior, que no se basa en bíceps o cuádriceps, sino en la técnica. Y descubrir que puedes, que tienes una posibilidad de tener la misma fuerza que tu agresor, cambia completamente la percepción del mundo", dice Buisán.

Ana, de 18 años, y María, de 40 años, son dos zaragozanas que asisten desde hace meses a las clases de David Buisán. Las dos reconocen sentirse más seguras, "interiorizas los movimientos de manera que te salen solos. Para eso hace falta mucho entrenamiento, claro. Hace unos días una amiga estaba haciendo un poco el tonto y sin darme cuenta ya estaba yo en posición. Y eso te da tranquilidad, el saber que en otras circunstancias también puedes defenderte", destaca Ana. María, por su parte, ya tiene experiencia en las artes marciales, "pero en defensa personal llevo solo un año y medio. Cada vez hay más chicas, y yo he animado a todas mis amigas. En mi caso me ha ayudado psicológicamente, hace un par de semanas tuve un susto en una calle por la noche, cuando tres hombres empezaron a gritarme cosas. Saqué el boli del bolso, recordé las técnicas, y me calmé. En otras circunstancias, hubiera pasado mucho más miedo".

Más que susto, son agresiones. Como explica Susana Blasco, "un hombre quizá no vea problema en gritar a una mujer lo buena que está, en un callejón y por la noche. Pero ella se asusta, y mucho. Ese miedo y la sensación de impotencia de no hacer nada son un goteo que lleva a la inseguridad y al victimismo. Las agresiones sexuales o la violencia de género son la punta del iceberg de un problema mucho más profundo: el de un mundo donde la autoridad es masculina, donde las agresiones de bajo nivel no se interpretan como tal por parte de los hombres, y donde la situación del ‘no soy capaz’ va minando".

El grito

¿Cómo se rompe ese bloqueo psicológico? Susana Blasco utiliza el arte marcial como herramienta psicológica, con técnicas adaptadas a situaciones que pueden darse. Durante dos meses, una hora y media a la semana, enseña sus técnicas en asociaciones de mujeres, casas de la mujer, casas de juventud..., "a veces son cursos introductorios de unas horas, otras fines de semana contratados por diputaciones. Los cursos se basan en tres puntos:aprender a golpear, fomentar la capacidad y canalizar la rabia –enumera Blasco–. Aprender a golpear es clave, para no hacernos daño. Y es necesario sacar toda nuestra fuerza, por eso yo siempre les digo que tienen que gritar. Golpear gritando, porque esa voz sale de dentro, acompañada de mucha fuerza. El segundo punto está relacionado con la técnica en sí, aprender a colocarse hasta convertirse en una palanca para aprovechar el peso y ganar así en fuerza. Son capacidades que se van aprendiendo con la repetición y que permiten a la mujer equiparar su fuerza con la de un hombre".

Finalmente, el curso ayuda a canalizar la rabia. Yese es, según la psicóloga experta en artes marciales, "un trabajo complicado, porque a las chicas no se les permite el enfado y no saben cómo canalizarla. Para ello, hay que aprender a desdramatizar la violencia. Gritar, golpear, defenderse, no significa ser violento, aunque desde pequeñas les hayan dicho que sí. ¿Qué han aprendido desde niñas? A cuidar, a abrazar, a proteger..., pero a un agresor no hay que cuidarle, hay que golpearle. Con gritos, con llaves, con lo que haga falta".

Saber defenderse es importante, pero Blasco y Buisán coinciden en que "aún más importante es saber que puedes defenderte. Porque de pensar que no sabemos defendernos viene el bloqueo, no solo a situaciones físicas, sino también a psicológicas". Así lo considera Marta, de 31 años, alumna de Susana Blasco, que reconoce "haber pasado miedo toda mi vida. Evitar siempre esas calles oscuras, sentir reparo al salir muy temprano por la mañana o al llegar tarde a casa. El miedo existe siempre, pero podemos aprovecharlo para estar alerta. Que no nos bloquee es importante, y eso lo he aprendido en esta clase".

David Buisán destaca que "ese beneficio de la defensa personal no es solo para mujeres, es también para todos aquellos que sufren o han sufrido un acoso, que en su momento no han sabido o no han podido responder, que se sintieron bloqueados y que ahora están encerrados, metidos en una caja, sin poder avanzar". Buisán es un experto en artes marciales con más de 30 años de experiencia, que empezó a impartir clases ya a finales de los ochenta, primero con niños y después con adultos. "Todos tenemos una fuerza psicológica interior que a veces no conocemos. Hablamos de la mente. De la capacidad que tenemos de activarnos. Algunos lo pueden hacer en solitario, por su propia cuenta pueden sacar todo su potencial. Otros necesitan una ayuda para sacar esa fuerza. Sobre todo cuesta cuando se ha sufrido algún tipo de abuso o acoso, cuando el mensaje que se ha interiorizado es el de “eres incapaz”. No solo les ocurre a las mujeres, también a minorías. Pero la constancia de un entrenamiento te enseña a levantarte, a sacar esa fuerza". Buisán destaca que ese mensaje se aprende a través de las artes marciales, "que enseñan a tener paciencia con uno mismo, a practicar con constancia, y a mostrar una actitud hacia la vida. El entrenamiento en defensa personal trae consigo esos beneficios también. Interiorizar un entrenamiento supone a su vez seguridad en uno mismo: que si te tiran te levantas; que si algo sale mal, pues lo vuelves a intentar. Que si tienes que hablar con un superior, no farfullas sino que ganas en confianza. Es una manera de quitar esas tajaderas que nos ha puesto la vida y empezar a fluir. Aquí estoy yo, sigo adelante".

Es la clave

Esther tiene 34 años y ha realizado ya dos cursos de defensa personal con Susana Blasco. "Hice uno de iniciación el pasado octubre y quería repetir, para afianzar los conocimientos. Me apunté porque desde la adolescencia he tenido miedo de volver a casa. Pero mi problema iba más allá, y es algo que he descubierto aquí. No solo evitaba el conflicto en la calle, también en situaciones laborales, incluso personales. Me habían enseñado a no enfrentarme y si alguna vez lo hacía me creaba ansiedad, y repasaba una y otra vez qué había dicho, cómo había actuado, a ver si lo había hecho mal… Pero ahora es diferente. Desde que hice el curso afronto las situaciones de otra manera. No tanto de manera física, sino mental. Seguridad de enfrentarme a cualquier situación. Pero aún más importante: de elevar la voz y denunciar e intervenir si veo algo injusto". No solo es defenderse:también empodera, y mucho, la certeza de ser capaz de defender a los demás. Como resume Susana Blasco, "de dejar de ser víctimas para convertirse en protagonistas. Porque el colectivo imaginario ha situado a la mujer, como a tantos otros grupos, siempre como víctimas. En los medios aparecen como personas que han sufrido una agresión, que están peor pagadas, que tienen menos derechos..., pero luego no son protagonistas de decisiones o descubrimientos o de situaciones que implican valor".

Antes de empezar las clases, David Buisán hace preguntas a los recién llegados. Quiere saber, por ejemplo, si han sufrido alguna agresión previa. "Si no ha habido una agresión sexual o de violencia de género, entonces el ciclo va más rápido. Si han tenido alguna de esos abusos antes, entonces es más lento. Pero en ambos casos se da el mismo entrenamiento, y con constancia lograrán alcanzar el mismo punto".

A las situaciones de estrés se responde con llaves y golpes. Mantener la calma es fundamental, algo difícil en una situación complicada. "De ahí la necesidad de practicar, y de hacerlo teniendo en cuenta diversas situaciones. Si siempre estamos practicando con una compañera, entonces nunca aprenderemos qué hacer si se presentan varios agresores. Por otro lado, nuestro estado mental en el gimnasio es muy diferente al que tendremos si se presenta una ocasión complicada. Por eso, los movimientos han de salir instintivos".

Muchos se basan en soltarse, en zafarse de unos brazos que pretenden inmovilizarnos. Cualquier agarre, el que sea. El más sencillo que casi todos harán será agarrar nuestra muñeca u hombro. Y en todo caso es muy importante tener las manos entre nosotros y el agresor. Influye la posición de las manos (que con un simple golpe permite soltarse), la de las piernas (que al hacer palanca nos darán más fuerza si tenemos que zafarnos) y la posición nos tiene que dejar siempre preparados: con las manos extendidas entre nosotros y el agresor. Algunos expertos recomiendan además mostrar tranquilidad, mantener las manos abiertas (en lugar de cerradas a modo de puñetazo) para no generar más violencia.

Más allá del agarre está la agresión en sí. Cuando intentan inmovilizarnos o golpearnos. Existen llaves sencillas que se basan en la anticipación, así como en movimientos hacia la cara, para después aplicar una patada con la rodilla. Defensa con la palma de la mano, golpe con el codo... "Y si nos agarran de manera lateral, hay que actuar con rapidez, ya que nos pueden asfixiar o cortar el riego sanguíneo hasta dejarnos sin sentido. Mediante una palmada en el rostro y nuca, nos desviaremos para golpear las costillas flotantes", explica Buisán. Genitales, codazos en la cara..., pocos movimientos pero precisos y rápidos de aprender. Protegerse en el mínimo tiempo posible y dejar aturdido (ojos, nariz y genitales son muy sensibles) son la clave. "Y escapar si se puede. Que nadie se sienta mal por haber huido de la situación. Nuestra seguridad es el principal objetivo", concluye Blasco, que tiene un nuevo curso disponible la primera semana de marzo en La Pantera Rosa (Zaragoza). David Buisán da clase de defensa personal en el gimnasio Muscle Center, también en la capital aragonesa.

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