Recibir el año entre el bullicio o la calma

Hay quien prefiere decirle adiós al año con todo el ruido posible, en una fiesta colectiva, y otros eligen dar la despedida en medio de la calma.

Un encuentro de altura. Carlos Martín, a la derecha, charla con el jugador del Tecnyconta Tomás Bellas, en la cafetería del Teatro de la Esquinas.
Un encuentro de altura. Carlos Martín, a la derecha, charla con el jugador del Tecnyconta Tomás Bellas, en la cafetería del Teatro de la Esquinas.
Guillermo Mestre

Esta Nochevieja en España se consumirán unos dos millones de kilos de uva con las campanadas de Fin de Año. Doce uvas que se engullirán entre el sonido de los carrillones, las risas, las toses y los gritos de Feliz Año Nuevo. Carlos Martín, director artístico del Teatro de las Esquinas, en cambio, busca la paz y la relajación para la Nochevieja que este año, como otros, pasará en el campo. "Como el resto del año paso tanto tiempo rodeado de mucha gente y entre el bullicio, no necesito fiesta sino alejarme del ruido", dice.

Distinto es cuando está ‘de guardia’, es decir, cuando le toca, por motivos profesionales, estar en el Teatro de las Esquinas supervisando el cotillón. En esas ocasiones, "sí me gusta brindar con champán con todo el equipo y tomar las uvas, pero sin atropellamiento", añade este hombre que se sitúa fuera del ajetreo de las fiestas "aunque no me importa ver cómo los demás sí decoran las casas, cumplen con otras tradiciones… me gusta la sorpresa de las calles iluminadas con las luces de navidad, y observar cómo funciona la sociedad y los seres humanos".

Pese a este distanciamiento, reconoce "sentir la Navidad como un tiempo especial, las tradiciones son una referencia en la vida de cada uno, vamos cambiando y el final del año hacen que te pares a reflexionar un poco. Pero no me gusta hacer nada especial, porque todo el año en el teatro estoy siendo otro, y en los días de descanso lo que quiero es apartarme del ruido, mirar el fuego y recuperar la naturaleza". Para el dramaturgo, "es en la naturaleza precisamente donde mejor se puede seguir ese ciclo que representan las estaciones y el final del año".

Ese aislamiento que Martín busca en la Nochevieja es lo contrario a lo que ha vivido siempre Tomás Bellas, base y capitán del equipo de baloncesto del Tecnyconta Zaragoza. Muy al contrario, sus fiestas de Nochevieja se celebran en un ambiente de tumulto familiar. "Somos cinco hermanos, mi padre son siete y mi madre, nueve. Con todos los tíos y los primos… nos juntábamos unas cincuenta personas", explica.

Navidad fuera de casa

Tras un década como profesional del baloncesto, reconoce que "uno de los hándicaps del deporte es que pasas mucho tiempo fuera de casa, y suele ocurrir que no puedes volver en fechas señaladas, como estas". Le sucedió a él durante los seis años que fue jugador del Gran Canaria, época en que "las pasé con mi ‘familia’ del baloncesto. Con Xavi Rey y Javier Beirán organizábamos siempre cena en Navidad y Nochevieja. Era obligado llevar traje, y en el Fin de Año siempre tomábamos las uvas, incluso los jugadores norteamericanos. Cuando sacabas las uvas y les decías ‘venga, ahora te tienes que comer una con cada campanada’, les sonaba raro, pero me consta que algunos se han llevado la costumbre a Estados Unidos y siguen haciéndolo".

En contrapartida, Bellas y su mujer, Cristina, han adoptado una costumbre de sus compañeros americanos: hacerse una foto con sus hijos como felicitación navideña. "Era su christmas para desearnos felices fiestas y a mi mujer y a mí nos pareció bonito y ahora nos la hacemos con los niños (el jugador tiene un hijo de cuatro años, y una niña de dos, más otro en camino) y se las mandamos a los abuelos".

De Gran Canaria se trajo también Bellas un objeto que para él guarda el calor de hogar que trae consigo la Navidad: el pequeño árbol que su mujer (entonces aún su novia) le pidió que tuviera puesto para cuando ella llegara a visitarle en la primera Navidad que pasaba fuera de su casa familiar. "En un sitio en el que todo el año es verano no es fácil conseguir un abeto. Encontré en una tienda china este árbol pequeñito, le robé unas bolas del suyo a Beirán, y lo coloqué en mi piso. No se perdió en el traslado a Zaragoza y todos los años aparece al subir las cajas con los adornos del trastero. Son muchos años acompañándonos y aunque ya está un poco ajado, me gusta seguir poniéndolo, sin embargo creo que mi mujer querría que se perdiera de una vez", explica.

Los recuerdos infantiles de Carlos Martín también participan de la evocación de las tradiciones navideñas: "En casa montábamos el árbol y el belén. Mi madre sigue decorando la casa, suele quejarse un poco del jaleo que es, pero lo hace", explica el director, quien no ha seguido esa costumbre, "aunque un año, al recoger un biombo de una obra del teatro recorté una estrella de David que tenía y la colgué como adorno navideño", explica.

Martín entiende que en la sociedad se ha vivido una evolución y las costumbres ya no son tan uniformes "pero lo entrañable de la época navideña –dice–, de reunirse con la familia y encontrarse todos sigue estando ahí". Por eso, cuando falta algún ser querido, la sensación es agridulce. Es lo que ha pasado en la familia de Carlos Martín, cuyo padre falleció este verano. "En Nochevieja los hermanos vamos a nuestro aire, pero la Nochebuena siempre nos hemos reunido para pasarla todos juntos en casa de mis padres", explica. Este año tristemente ya no puede ser igual, por eso han decidido cambiar las cosas: "Iremos a una casa cerca de Zaragoza, cocinaremos en fuego de leña, saldremos un poco de esa rutina de la calefacción y del sofá, y haremos la cena entre todos para que mi madre se despreocupe de la cocina, cosa que no nos dejaría si estuviéramos en su casa. Estará bien ese ritual de pasar la tarde cocinando juntos e ir preparando los platos…", dice.

El fuego del hogar es algo también presente en los recuerdos navideños del baloncestista, en la casa de campo con la chimenea encendida, que guarda para él otro entrañable chispazo sentimental: "Íbamos a comprar leña y me acuerdo que me encantaba que mi padre me dejara llevar la carretilla". La Navidad para Tomás Bellas también "estaba relacionada siempre con la naturaleza, con estar en casa y poder jugar muchas horas con mis padres". También entre todos, y a conciencia, preparaban el belén: "Todos los hermanos participábamos, cortábamos piezas con cúter y las pintábamos cada año. Además, colocábamos musgo de verdad, mi padre nos ponía el chubasquero y salíamos a buscarlo al campo".

Los mejores Reyes Magos

El patinaje sobre hielo en familia "en una pista que había en Majadahonda" era otra de las tradiciones. Como la de poner de los nervios a su padre en la víspera de Reyes: "Los hermanos nos quedábamos hasta muy tarde jugando al parchís, a la oca… un juego detrás de otro porque estábamos muy nerviosos y no podíamos irnos a la cama y al día siguiente nos levantábamos muy temprano para ver los regalos". Es fácil comprender el ‘mosqueo’ del señor Bellas con sus hijos si pensamos en que eran cinco, y que el jugador, cuando se le pide que hable de sus mejores reyes recuerda aquellos en el que le trajeron: "Dos porterías de fútbol sala, una canasta de baloncesto y una bicicleta. Imagínate qué cara se me quedó cuando entré al salón y vi todo eso para mí". Lo imaginamos, pero podríamos verlo, porque hay pruebas. "Mi madre nos hacía pasar de uno en uno para grabar en video nuestras reacciones", señala el jugador, que cae en la cuenta de que él no ha hecho eso todavía con sus hijos, aunque, explica "son muy pequeños, el año pasado el mayor tenía tres años, se quedó impresionado con los regalos pero aún no los relacionan con que sea una fecha especial".

El año de las porterías, Tomás Bellas tenía siete años y es posible que ya llegase a intuir algo sobre los reyes ‘reales’, pero el fin de sus navidades como niño no lo relaciona con eso sino "con los once años, que fue cuando entré en los infantiles del Real Madrid y empezamos a jugar torneos, mis recuerdos navideños más bonitos son de antes de esa época". Aunque algo de la fiesta de Reyes le sigue haciendo mucha ilusión: "El roscón es mi dulce navideño preferido, soy poco de turrón".

En la plantilla del Tecnyconta no se reparten reyes, pero sí celebran el ‘amigo invisible’. El año pasado, a Bellas le ‘tocó’ regalar a uno de los pívots, que se encontró con un pijama de cuerpo entero de Mickey. "Fue muy divertido –recuerda el jugador–, el mejor fue el que recibió un ratón. Durante un tiempo la tuvimos en el vestuario, pero comprendimos que no era sitio para ella".

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