Calor y sequía

Las elevadas temperaturas registradas estos días en Aragón, la alarmante ausencia de precipitaciones, los efectos del cambio climático y la deficiente gestión del agua disparan la alarma por la sequía.

El cereal ya está naciendo en los campos de cultivo aragoneses, pero lo está haciendo mal y con muchos problemas. A excepción de algunas comarcas como las del Pirineo, Prepirineo y Altas Cinco Villas, las tierras de la Comunidad siguen teniendo sed. En un contexto general de aumento de la demanda de recursos hídricos, la falta de precipitaciones y las inusuales altas temperaturas de estos días hacen que Aragón, y en general toda España, sean más vulnerables a la sequía. Aunque es comparativamente mejor la reserva de nieve en el Pirineo, resulta también muy alarmante que los embalses siguen en unos niveles muy bajos.

Todo el país se enfrenta a una escasez de recursos hídricos. Es cierto que la eficiencia en el uso del agua es mayor que hace dos décadas, aunque hay todavía mucho que mejorar. A cambio, hay dos inconvenientes. Por una parte, a causa del cambio climático, las aportaciones a los cauces de los ríos se han reducido notablemente en el último cuarto de siglo. La subida de temperaturas, cifrada en unos 0,9 grados centígrados en los últimos 30 años, ha hecho aumentar la evapotranspiración; por lo tanto, el agua que va a la red fluvial y a los acuíferos, que es la que nos sirve, ha disminuido. El otro cambio es la expansión de la superficie regable, que ha incrementado la demanda de agua. Estas nuevas circunstancias exigen una planificación guiada por criterios técnicos, que busque racionalizar el uso y obtener el máximo rendimiento.