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Aragón en 2017

El trabajado logro de Sijena reafirma a los aragoneses en la perseverancia y el derecho como signos de identidad y herramientas de convivencia. Por el contrario, los crímenes señalados, además del dolor que han producido, son síntomas inquietantes. La exacerbación de las confrontaciones ideológicas o el desamparo del mundo rural son problemas frente a los que debemos ponernos en guardia y que requieren la acción concertada de la sociedad para atajarlos. El año 2017 ha sido positivo en la economía, con un buen ritmo de crecimiento, importantes inversiones, creación de empleo e incremento del consumo. Incluso hay movimientos esperanzadores para el Canfranc. No cabe desconocer, sin embargo, las sombras de esa recuperación: la precaridad laboral, los salarios insuficientes, la pobreza y la desigualdad enquistadas. O la larguísima sequía, recordatorio además de los graves desafíos ambientales. A todo ello habrán de hacer frente en 2018 las instituciones aragonesas. Cuya labor resultaría reforzada si, a diferencia de lo ocurrido en los últimos doce meses, las fuerzas políticas buscasen el diálogo y el entendimiento, al margen de sectarismos. Va a comenzar un nuevo año, una oportunidad para que los aragoneses trabajen conjuntamente en la construcción de una sociedad más próspera y cohesionada.