Música tradicional para vivir las fiestas más entrañables

El sonido de la pandereta y la dulzaina pervivirá siempre junto a la Navidad. Como el turrón duro y el de yema, como el espumillón del árbol o los camellos y el río de papel de plata del belén.

La alcaldesa de Teruel, Emma Buj.

La cita es en lo más alto de la torre del Salvador, donde las cuatro campanas de este monumento crisol de la unión de las culturas cristiana y musulmana no pueden venir más a cuento. El guiño es pronto advertido por la alcaldesa de Teruel, Emma Buj, y el director de la Fundación Paleontológica Dinópolis –vertiente científica del famoso parque turolense de los dinosaurios–, Luis Alcalá, que pronto traen a su memoria el estribillo de uno de los villancicos más famosos de este país, el ‘Campana sobre campana’.

Es una tarde-noche de lo más invernal, como corresponde a un diciembre turolense, con sus bajas temperaturas y su cielo chispeando agua-nieve, en una genial combinación para desanimar a cualquiera a salir de casa. Pero Emma y Luis no se rinden fácilmente. La alcaldesa, del Partido Popular, desarrolla a diario una apretadísima agenda municipal en la que, pese a ello, ha logrado hacer hueco cada jueves a los vecinos que deseen hablar con ella sobre cualquier tema de la ciudad que despierte su interés. Y qué decir del director de Dinópolis, que ha pasado décadas de su vida excavando yacimientos paleontológicos bajo el sol de agosto y el frío de enero.

Con una agilidad pasmosa, el ascenso por los 122 escalones interiores de la torre –de 40 metros de alto– lo culminan en un suspiro. "Practico esquí en invierno –tenemos dos estaciones en la provincia– y tenis en verano y eso se nota", aclara Luis. Tampoco Emma llega con excesivo resuello, se le ve en forma.

Los dos confiesan su clara predilección por los villancicos tradicionales antes que por la invasión de canciones procedentes del mundo anglosajón que se escuchan estos días en cualquier espacio con aires navideños. Frente al hit de la filántropa navideña Mariah Carey ‘All I want for Christmas is you’ de 1996 –la canción de Navidad más escuchada por ‘streaming’ de todos los tiempos–, Emma y Luis defienden la pandereta, la dulzaina, la zambomba, el triángulo, la bandurria y la guitarra que suenan en los villancicos más populares, como en ‘La Virgen se está peinando’ o ‘Los peces en el río’.

Los villancicos tuvieron su origen en la Edad Media y su nombre viene de la palabra villa, que quiere decir ciudad. Cobraron importancia en el Renacimiento y el Barroco en toda Europa y especialmente en España por su carácter religioso. En la tradición oral aragonesa hay un centenar de cantos navideños de estilos muy variados, si bien no son los que más se entonan. Estos villancicos autóctonos servían inicialmente para acompañar la ceremonia de adoración al Niño en los templos, pero se trasladaron al ámbito familiar y a la costumbre de pedir el aguinaldo por las casas.

Lo importante es cantar

Aunque ambos protagonistas confiesan no tener habilidades cantoras, Emma compensa este problema con arrojo. La alcaldesa de Teruel, pese a reconocer que es "la que peor" cantaba de su familia –es la pequeña de tres hermanos– y que en esto no ha mejorado con los años, se atreve a entonar villancicos para enseñar a sus hijos el valor de esta tradición. "Mi madre es muy cantarina y, cuando nos juntábamos todos en casa, enseguida nos animaba a cantar con ella", recuerda.

Sin embargo, no ser ducho en cantar es en una asignatura pendiente para Luis Alcalá, al que le gustaría mucho saber hacerlo. "Mi padre tocaba un poquito la bandurria y mi hermana mayor la guitarra y en tiempos remotos hacíamos algún amago de interpretar villancicos que, afortunadamente para la vecindad, no prosperaron", recuerda con humor. "Y yo quisiera aprender a cantar –asegura–; viajo bastante para conocer culturas y veo que todo el mundo sabe cantar canciones del folclore de su tierra".

Tras aquellos complicados intentos, la música navideña de la familia Alcalá estuvo más ligada a los programas especiales de televisión, aquellos en los que el cantante Raphael triunfaba en blanco y negro con ‘El camino que lleva a Belén’.

El experto en dinosaurios se confiesa fan incondicional de Miguel Rafael Martos, más conocido como Raphael, el joven precursor de la balada romántica en España que encandiló en 1965 a todo el país con su ‘ropopompon’. "Donde estén Raphael y su tamborilero, que se quiten las demás canciones", afirma convencido.

Mamá, quita eso

Cuestión aparte son las navidades que los dos protagonistas viven ahora con sus hijos. Emma, con una niña a las puertas de la adolescencia y un niño más pequeño, tiene que oír "mamá, quita eso" en cuanto desempolva como cada año su preciado cassette –el que ha traído en el bolsillo como su objeto navideño más entrañable– de hace 40 años y empiezan a sonar los villancicos populares. "Sacan la ‘tablet’, buscan en You Tube y ponen la canción de moda", relata resignada.

En la misma línea, en el hogar actual de Alcalá, con dos hijas de 18 y 20 años, reinan estos días la ‘tablet’ y el teléfono móvil. "Con suerte, te ponen un villancico de internet, los demás hacemos un simulacro de coro y ya está", dice.

Ninguno de los dos protagonistas es, sin embargo, tan exquisito en sus gustos musicales cuando llega la Nochevieja. En ese momento, el estallido festivo, ya fuera antes de ser padres o ahora con su pareja y sus hijos, hace que consuman las canciones propias de los cotillones. "Cualquier cosa vale", zanja Luis Alcalá.

No obstante, en la banda sonora del día a día del paleontólogo turolense suenan mucho el tenor lírico italiano Luciano Pavarotti –considerado uno de los mejores de todos los tiempos– y Manolo García, el cantautor español que alcanzó el éxito con el grupo El Último de la Fila’ y que ahora sigue su carrera en solitario. Igualmente se decanta por los ritmos africanos, la música caribeña y la norteamericana y asegura que estas dos últimas tienen su origen en los primeros. "Ha habido una migración de los ritmos que existían en los tiempos de la esclavitud en los Estados Unidos. Bailamos en las discotecas canciones que nos parecen supermodernas y vienen de allí", explica. "Son ritmos ancestrales que llegan del África profunda; llevo muchos años yendo allí y lo sé", añade.

Por su parte, Emma Buj dice escuchar "todo tipo de música". "Oía ópera en casa y no se me hace inusual, pero también me gusta mucho la música latina", señala. La alcaldesa, a la que le toca hablar en esta ocasión de un tema muy distinto a la política municipal, admite que recurre a la improvisación en muchas de las respuestas. "Estas confesiones sobre la música de nuestra vida, especialmente de nuestros años jóvenes, nos han de pasar factura", advierte a Luis Alcalá. "Seguro, seguro, pero como yo trabajo con elementos que tienen millones de años, no importará que hable de anteayer", bromea el paleontólogo. El parque Dinópolis, cuyas instalaciones crecen año a año con el asesoramiento de Alcalá y respaldadas por los constantes hallazgos de huesos fósiles de dinosaurios, ha recibido este año más de 174.000 visitantes, 600 más que durante la pasada temporada.

La Navidad del futuro

¿Pervivirán los villancicos en las navidades futuras? Al hombre científico y la mujer política no les cabe ninguna duda. "Hasta donde tenemos conocimiento, se come turrón duro o de yema tostada y se brinda con cava o sidra. Podremos cambiar aditamentos, pero seguirán sonando los villancicos", asegura Alcalá.

Emma Buj pone como ejemplo la decoración del árbol de Navidad. "Los de antes se llenaban de bolas y espumillón de distintos colores y no pegaban unas cosas con otras. Ahora, todo está más estudiado y los adornos son de diseño, pero, en definitiva, seguimos poniendo el árbol". "Así que las generaciones venideras seguirán cantando villancicos", apostilla.

Los dos son también, desde su más tierna infancia, acérrimos defensores del belén. "Tiene que haber río de papel de plata y las figuras de los Reyes Magos con los camellos tienen que ir acercándose al Portal a medida que llega el día del Nacimiento", aconseja Alcalá. En el entorno familiar de Emma, es tal la tradición de poner árbol y belén, que sus hijos participan en la colocación del de sus abuelos, sus tíos y el suyo propio. "Están sobreexplotados. O pervive la tradición o la dinamitan", dice.

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