Navidad sin complejos

Las redes sociales se han llenado de hordas de 'míster Scrooges', que aborrecen la Navidad y reniegan de las fiestas. Es hora de plantarse y reivindicar los días más familiares del año, aprender a vivirlos y, sobre todo, a disfrutarlos.

Navidad, en familia
Navidad, en familia
Kristina Urresti

¿Y si somos nosotros los cuñados?

Basta ya de discutir en la mesa. Es incómodo para todos y no merece la pena. "En una celebración de Navidad se juntan varios factores: unos familiares que no tienen por qué caernos bien, una tensión acumulada y, sobre todo, la ingesta de alcohol", enumera la psicóloga zaragozana Alejandra Gómez Pueyo. "Cuando una familia discute en Navidad es porque hay un resentimiento previo, por lo que es mejor hablar tranquilamente las cosas. Si en una celebración nos sentimos atacados, si un comentario nos sienta fatal, lo mejor es dejarlo estar en ese momento pero no callarnos después: hablarlo en otro momento, con tranquilidad, sin alcohol, sin gente alrededor, para sacar algo en claro. Si nos callamos pero no lo solucionamos, quizá salga de nuevo en otra fiesta. No merece la pena".

El también psicólogo Carlos Hué resume la "escalada" que tiene lugar en algunas mesas navideñas: "A_las 21.00 todos somos agradables; a las 22.00, empiezan las dificultades; a las 23.00, se gritan las opiniones, y a las 12.00, tras beber, llegan las peleas. La Nochebuena es la noche más violenta del año, según el 112".

Mucho se habla del ‘cuñadismo’, el término que refiere a ese familiar que todo lo sabe, que opina de todo y que no deja hablar. Para la psicóloga Reyes Blázquez, "debemos recordar que nosotros también podemos ser esos ‘cuñados’, que no siempre es el otro. Que queremos llevar la razón en todo, o no queremos ceder en ese tema en concreto, que en lugar de escuchar intentamos convencer...". En su opinión, "a veces sucede porque nos hemos callado muchas veces, o en esta ocasión no vamos a ceder..., pero no merece la pena. ¿Para qué intentar convencer a alguien, es que vamos a lograr un cambio sustancial en Cataluña o en España o dónde sea? Esta Navidad hay muchos temas polémicos, quizá no estemos de acuerdo, pero nuestra mesa no es el Parlamento ni se van a tomar decisiones".

Los tres psicólogos coinciden en que la empatía es la clave para evitar conflictos familiares y, sobre todo, no entrar al trapo en una conversación familiar. "Si nos ponemos en el lugar del otro, entenderemos muchas cosas y quizá ya se nos pase la rabia. ¿Por qué esa persona insiste tanto? ¿Qué le ocurre realmente? Quizá podemos preguntárselo después, en otro rato, sacar algo en claro", propone Gómez Pueyo. "Si nos fijamos bien en el comportamiento, se nos pasará esa rabia. Por eso a veces es mejor no tomar alcohol, porque esa copa de más es la chispa que enciende la discusión", destaca por su parte Blázquez.

Carlos Hué indica que "muchas discusiones llegan con los años, familias que antes jamás discutían ahora sí lo hacen en Navidad y eso tiene lugar cuando los padres son ya dependientes. Entonces los hermanos pueden guardar cierto resentimiento si creen que ellos están colaborando más que el otro. Situación que se agravará si fallece el progenitor y se reparten herencias, quizá uno quiera tener más que el otro..., por eso la empatía es clave. Por parte de todos: si somos tres, nos tocará un tercio de lo bueno y de lo malo. Del amor de los padres, de su cuidado y de su herencia. Y todos deben comprenderlo".

Comer es un placer...

No tiene por qué sentarnos mal. De hecho, comer a gusto y abundante los platos tan especiales de las fiestas es un placer. "Pero nos puede hacer sentir mal psicológicamente, tener cargo de conciencia. Y entonces no merece la pena el atracón. Hay personas que incluso temen que lleguen las fiestas porque saben que habrá mucha comida: es mejor tener claras varias ideas y disfrutar en la mesa", destaca la nutricionista Mari Lourdes de Torres, coordinadora en Aragón de la Sociedad Española de Dietética. "Además, nos gastamos muchísimo dinero y nos pasamos y tiramos mucha comida, es mejor planificar".

Por eso, De Torres da varias recomendaciones. Para los que están a dieta, "tener claro que una dieta es una elección personal y, si queremos mantener la línea o perder, no tiene que importarnos si es Navidad o la fiesta que sea. Ese día podemos comer bien sin engordar. ¿Cómo? Con alimentos elegidos que nos hagan disfrutar de un día especial". Y_da unos trucos: en lugar de participar del ternasco con patatas "se puede comer la carne pero la guarnición pueden ser verduras. O también una patata, cocida aparte y con una cucharada del jugo del asado. Lo ideal es que en la mesa haya guarniciones de verduras, para tener una ingesta equilibrada, que sentará bien a todos". Los entremeses también se pueden disfrutar, "con moderación, retirando las coberturas fritas, por ejemplo". Y respecto al postre, debilidad de muchos, De Torres propone "evitar turrones y demás, y prepararnos algo especial. Por ejemplo, una macedonia que incluya frutas que habitualmente no comemos, como mango o kiwi. Añadir yogur y estará deliciosa y además nos sentará mejor".

Para el resto, la nutricionista aconseja "la verdura en la mesa, col lombarda, cardo, sopa con hortalizas... Y elegir carne o pescado para preparar, pero hacer medias raciones, para que no sobre. Es decir, si somos diez personas, cocinar cinco raciones. Así ahorraremos dinero, comeremos bien y no sobrará tanta comida".

Según Mari Lourdes de Torres, "la Navidad es sinónimo de comidas y cenas y no tiene sentido rehuirlas. De hecho, es importante que todos participen en el esfuerzo: los niños, los mayores... Así, cuando nos sentemos a la mesa todos sentirán que han participado y el ambiente será más agradable, en vez de tener siempre a una madre agotada que se sienta a última hora y no tiene ni hambre". Los niños pueden vigilar el horno, ayudar a rebozar, "que se enharinen es bueno, les encanta participar". Y para los mayores "hay que encargar alguna tarea, porque se pueden sentir desplazados si hace años eran ellos quienes preparaban los platos". ¿Y qué pasa con el típico que no sabe cocinar? "Pues se le pide que decore la mesa, con servilletas, un centro bonito...".

Sin estrés y con regalos

Dicen los diseñadores Víctor Plou y Arturo Borraz, responsables del espacio de moda Bee Lion , en Zaragoza, que "una Navidad sin gente, sin aglomeraciones y sin compras de última hora no es Navidad". Quizá es hora de rendirse a la evidencia y, en lugar de estresarnos, disfrutar de una situación que quizá echaríamos de menos si no pudiésemos participar en ella. Según la psicóloga zaragozana Reyes Blázquez, "la Navidad es para disfrutarla como nos guste. Si queremos unas fiestas tranquilas, ¿por qué hemos de meternos en un barullo? Siempre hay maneras de disfrutar de las luces, de un paseo, de hacer compras, elegir regalos...". En realidad, como recuerda la psicóloga, "en los regalos reside mucho agotamiento, y al final no merece la pena, porque son los pequeños detalles los que más ilusión hacen. Se les puede dar juguetes usados a los niños, que nos hayan donado, y luego dar el dinero a los padres para que compren ropa. A nuestra pareja nos bastará con un detalle que sepamos que le hace especial ilusión. Si estamos atentos a los comentarios todo el año descubriremos qué gusta y qué no, y tendremos una idea clara de qué comprar".

Víctor Plou considera que "el día 25 o el día 6, según la tradición que haya en cada casa, debe haber regalos bajo el árbol. No tiene sentido privarse de una pequeña sorpresa. Y en mi opinión la Navidad es el momento perfecto para regalar algo que haga muchísima ilusión, aunque no sea práctico. Para regalos prácticos ya está nuestro propio dinero. Ese día es para jerséis de lana divertidos, complementos, un pañuelo... Algo que la otra persona quizá no se compraría o ya tiene varios pero le encantaría tener uno más".

Según la psicóloga Alejandra García Pueyo, «"os recuerdos que tenemos de la Navidad suelen ser sencillos, y podemos crear nuevas vivencias igual de agradables. Con cenas en familia, con regalos pequeños pero acertados... No es tanto el dinero o querer llegar a todo, es hacerlo con satisfacción".

Tu tiempo es el mejor presente

Cada aragonés gastará más de 200 euros en regalos esta Navidad. En total, el gasto por familia puede superar los 800 euros entre presentes, comida..., dinero que no siempre se tiene y que puede complicar la economía familiar en enero o más meses (según se hayan financiado las compras). El psicólogo Carlos Hué es muy escéptico respecto al materialismo de las fiestas "en las que nos controlan como a títeres para comprar cosas que, sencillamente, no necesitamos". En su opinión, eso sucede porque "es más fácil comprar que decir “te quiero”. Recibir regalos es bonito, y hacerlos. Pero a veces recibimos objetos por compromiso, que no significan nada, y ya no sabemos ni dónde ponerlos. Pero los niños, los mayores, nuestra familia, a veces lo que quiere simplemente es estar con nosotros. En el caso de los niños es más que claro: no les hace tanta ilusión el juguete como compartirlo con su padre, su madre, su tío... Entonces sí que disfruta".

Reyes Blázquez, por su parte, recuerda una Navidad en la que regaló a cada miembro de su familia un sobre con un vale dentro. "Decía, “vale por un abrazo. Cuando quieras, donde quieras. Se puede utilizar tantas veces como se desee”. Y funcionó, fue el regalo más comentado y se utilizó el resto del año muchas veces. No hace falta regalar nada si lo hacemos sin ganas o por compromiso, pero cuando regalamos compañía, comprensión, no solo en Navidad sino el resto del año, es cuando más se agradece".

Eso sí, Carlos Hué advierte de que "regalar tiempo significa hacer lo que la otra persona quiera. Nuestra pareja, nuestros hijos o nuestros padres quieren pasar tiempo con nosotros, pero no en las actividades que nosotros tenemos que hacer ese día. Significa pararnos a preguntar y entrar en el mundo de nuestros seres queridos".

Las ausencias

Cuando se pasa por una pérdida, ya sea tras la muerte de un ser querido o una ruptura amorosa, la Navidad puede resultar dura. Sobre todo, porque es muy larga: empieza a principios de diciembre y se alarga hasta la segunda semana de enero. "Es doloroso –reconoce la psicóloga zaragozana Reyes Blázquez–. Va a haber tristeza y no podemos engañarnos y hacer como si no pasara nada. De ahora en adelante tendremos que hacer recuerdos nuevos, esa persona no va a estar ahí, esa es la verdad".

Blázquez considera que "en el caso de la muerte de un familiar, de un ser querido, a veces es buena idea hacer explícita esa ausencia. Por ejemplo, poniendo una vela junto a la mesa. Este tipo de rituales ayudan en el dolor cuando es la primera Navidad sin esa persona, porque nos ayudarán de diversas formas: por un lado porque queremos tenerle presente en las fiestas. Por otra, porque podemos sentirnos culpables de no recordar suficientemente su ausencia. A veces, por evitar un mal trago, intentamos hacer como si no ocurriera nada y luego nos sentimos peor".

Reyes Blázquez propone que los sentimientos se afronten con naturalidad. "Si hay que recordar, pues se recuerda. Y si lloramos, pues lo hacemos todos juntos. Durante la cena o la comida puede ocurrir que alguien bromee, que suenen unas risas. Y entonces nos reiremos todos juntos. No tenemos que sentirnos mal porque estemos vivos, porque se estemos creando ya nuevas situaciones sin esa persona". El duelo "es un proceso duro y la dinámica del día a día ayuda. Ir a comprar, al trabajo, quedar con alguien... Y celebrar la Navidad, también".

A veces la persona está lejos, porque ha tenido que marcharse a otro país. "En ese caso podemos poner una foto ahí, en la mesa, o cerca. Y aprovechar las nuevas tecnologías para felicitar y hablar un ratito". Lo importante es aprovechar con los que tenemos cerca.

La decoración, como nos guste

Otro momento de fricción en Navidad tiene lugar con la decoración y cuándo debe ponerse en casa. Unos quieren colgar los adornos ya en noviembre y otros pondrían apenas un detalle sobre la estantería. "Pero lo más importante es que cada uno la decore como le guste, sin pensar en modas, tendencias... Si te gusta el espumillón, pon espumillón. Si eres de árbol, pues adelante. No tiene sentido tener vergüenza por preferir un aspecto u otro", destaca Víctor Plou, desde el espacio de moda Bee Lion, en Zaragoza.

Hubo años en los que tener árbol estaba incluso mal visto, se consideraba que el belén era el elemento tradicional. "En realidad, lo mismo ocurre con Papá Noel o Reyes, parece que todos tengamos que dar los regalos el día que nos digan los demás. Cada uno puede darlos cuando quiera, igual que, si quiere, puede tener árbol y no belén", considera el diseñador, que propone dejarse llevar y decorar según el sentimiento cada año. "A veces nos puede apetecer, más; otras, menos. Las Navidades son para disfrutarlas, cada uno a su manera".

Hay tendencias, claro. Y este año se llevan los adornos con tono metálico y detalles puntiagudos. Un toque astronómico que recuerda quizá a los Reyes Magos y la ciencia que los llevó hasta Belén. "Pero son modas que vienen y van –cree por su parte el también diseñador de Bee Lion Arturo Borraz–. El año pasado eran los adornos en colores pastel, otros la moda eran los árboles completamente blancos... Lo que siempre perdura es la combinación clásica, el verde con el rojo. El árbol verde con adornos que tengan un toque rojo o también dorado. Y luego está el estilo más escandinavo, con maderas y elementos naturales, que también gusta mucho y que se mantiene año tras año". Lo que sí echan de menos Plou y Borraz es "una ciudad más iluminada en Navidad. Parece que esos complejos han llegado a ayuntamientos como el de Zaragoza. A ver si el año que viene iluminan mejor".

¿Qué hacemos con los niños?

Según una encuesta reciente publicada por un portal de internet, el 80% de los niños españoles reciben 5 o más regalos durante las Navidades, muchos reciben 10 veces más regalos de los que necesitan. Pero no siempre son los padres los culpables: el tema de los juguetes siempre es complicado. Resulta más fácil llegar a un acuerdo en la ONU que convencer a dos pares de abuelos de que el niño ya tiene bastantes juguetes. "Las familias se están volviendo locas con los juguetes, sobre todo cuando son niños pequeños. En Navidad, en Reyes, del tío, de la tía, de los yayos... No tiene sentido, porque el niño no necesita tanto", considera la psicóloga Alejandra García Pueyo. "Es un despilfarro y un despropósito que debe evitarse. Lo ideal es que el niño reciba un juguete por casa. Es decir, uno de los padres, otro de unos abuelos, otro de otros... Y los demás pueden juntarse con unos y con otros. A nadie le gusta regalar ropa, pero a lo mejor es necesaria. O libros, juguetes educativos, juegos de mesa...".

¿Y qué hacer si el niño se ha portado mal o ha sacado malas notas? Según la psicóloga Reyes Blázquez, "una cosa no quita la otra. El niño se merece un regalo en Navidad que no ha de estar supeditado a sus notas. Los castigos han de ponerse de otras maneras muy diferentes y que sean más productivas y eficaces que dejar al niño sin regalo. Si les dejamos algo debajo del árbol es porque les queremos, no por cómo se portan".

¿Y qué hacer en estas fiestas si los niños se ponen pesados y dan la lata? Según Blázquez, "los mandamos a la calle, que no se van a enfriar. Si son ya algo mayores, pueden salir sin problema y si aún son pequeños se pueden hacer actividades en familia. Pero al aire libre, porque si vamos al centro comercial aún se estimularán más".

Nochevieja. ¿Ysi nos divertimos?

Pocas fiestas de Nochevieja resultan tan divertidas como esperábamos. Al igual que sucede con tantas tradiciones navideñas, la marcha de Fin de Año se interpreta como obligada y casi parece un pecado quedarse en casa en pijama solo o acompañado, en lugar de ponerse guapo para salir de fiesta. Por otro lado, es difícil escapar de las aglomeraciones: salir de bares significa hacer fila de media hora en el guardarropa, luchar por conseguir una copa y aguantar a ciento y un borrachos.

¿Hay salvación? Para el diseñador Arturo Borraz, "la Nochevieja es una fiesta que puede ser como tú quieras, simplemente has de tener claro qué quieres realmente. Si lo que más deseas es estar con los amigos, reírte y disfrutar, quizá es mejor no ir a un cotillón o a un bar, sino buscar una casa rural y compartir allí el fin de semana. Si lo que deseas es bailar, entonces puedes buscar un sitio donde sepas que tendrás el estilo que buscas. Hay suficiente oferta para que todos disfruten".

Psicólogos y psiquiatras coinciden en que los días previos a la Nochevieja se agudizan algunos problemas emocionales, debido a la nostalgia y el recuerdo de metas incumplidas. Si eso ocurre, recomiendan buscar compañía para esa noche. Quizá con un amigo, un familiar..., con el fin de evitar la soledad. Además, los terapeutas que tratan esos bajones anímicos relacionados con la fiesta de Fin de Año proponen reflexionar sobre esas metas y pensar en su posible realización el año siguiente. Al fin y al cabo, se trata solo de un cambio de día y la vida sigue tras el 2 de enero.

"Pero lo mejor es disfrutar de lo que se tiene en ese momento, porque siempre hay algo por lo que ilusionarse, aunque no lo parezca", señala Víctor Plou. "En mi caso, mis malas Nocheviejas han sido en las que tenía que trabajar. Por eso ahora, que puedo disfrutarlas, lo hago al 100%. Sobre todo, no hay que dejarse llevar por los pensamientos negativos".

Y si ya hemos echado el mal pelo y decidimos plantarnos en la fiesta... ¿cuál es el consejo que dan los diseñadores a la hora de vestirnos? "Depende del entorno", considera Arturo Borraz. "Si toda la familia va cada año a un hotel, habrá que vestir acorde con el resto. Corbata, chaqueta, más informal..., depende del sitio. Y si vas a acabar en un cotillón hay que tener en cuenta que la gente suele ir muy arreglada". Plou destaca que "es una noche muy de brillo y se compran conjuntos directamente para lucir en Nochevieja, aunque luego valgan para otras fiestas claro. Vestidos con pallettes..., con mucho brillo".

Y cuidar con el alcohol. Se calcula que dos de cada tres penas de tráfico se dictan por consumo de alcohol y Nochevieja es el día con más recaídas por alcohol y drogas. Además, después de las fiestas de Navidad, se producen las incidencias más graves en personas con trastornos de la conducta adictiva.

Que no te amarguen las redes sociales

Quizá ellos no se den cuenta, pero es igual de difícil escapar de la Navidad que de los comentarios negativos y amargos respecto a las fiestas. Las redes sociales están llenas de opiniones ácidas, burlas y demás, de manera que quien disfruta de estas fiestas incluso llega a sentirse culpable. Dice el psicólogo Carlos Hué que "la mayoría de críticas en redes como Facebook se hacen directamente para fastidiar al otro. Es el triunfo diario de la falta de autoestima. Es decir, si no valoramos lo que tenemos, nuestra familia, nuestra salud, etc., intentamos desvalorizar al otro para igualarnos. Quien más critica por lo general es quien menos se valora. En realidad, quien critica se autolesiona pero quien aplaude se autofortalece, según los estudios psicológicos".

Las redes sociales nos pueden restar felicidad en las fiestas de diferentes maneras. En algunas, como Instagram, se puede dar el efecto contrario: ver fotografías, estampas, vídeos y demás, de familias perfectas, de rincones navideños o de gente guapísima puede minar nuestra autoestima. Según un estudio de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, puede favorecer la angustia y agravar síntomas de ansiedad y depresión.

En opinión de Hué, "algunas publicaciones tienen el objetivo de dar envidia, lo cual también es un signo de baja autoestima. Así, nos encontramos con gente que publica una foto solo por generar admiración, ‘likes’ y envidia en los demás, y otros que tras ver esas publicaciones creen que su vida es menos interesante o peor que la de los demás". Con lo cual, ni los unos ni los otros disfrutan de la vida. No aceptan su realidad o cambian lo que no les gusta.

Por ello, a veces es mejor desconectarse un poco de las redes y, si la campaña antinavideña es particularmente intensa, siempre se puede apagar el móvil.

Propósitos para el año nuevo

Según el psicólogo zaragozano Carlos Hué, "cuando llega la Nochevieja se hacen muchos planes para el año que viene, pero a veces no se cumplen. Esto sucede no solo porque no se han planificado, también porque no se han tomado las decisiones correctas". Por eso, Hué propone, antes de planificar, decidir qué queremos hacer realmente el año que viene. Sin sentirnos obligados o porque la sociedad nos lo aconseje. El chino, por ejemplo, puede ser un idioma con mucho futuro, pero, ¿queremos realmente estudiarlo? "Ha de ser algo que realmente deseemos, que nos haga ilusión, que nos haga sentir bien. Que nos emocione". Pero antes de planificar hay decidir qué otra actividad estamos dispuestos a sacrificar, "porque no podemos ni dejar de ir a trabajar, ni olvidarnos de los hijos... Así que, si queremos emprender una nueva actividad, por ejemplo aprender un nuevo idioma, habrá que renunciar a algo. El tiempo hay que sacarlo de algún sitio. Esa nueva actividad ha de merecer la pena para que renunciemos a esa otra. Porque no podemos hacerlo todo ni tenemos derecho a todo".

Esa es la clave para no frustrarse llegada la segunda semana de enero. Hay que tener claro que perder peso cuesta, que dejar de fumar cuesta, que aprender inglés lleva años, que apuntarse a un curso supone ceder tiempo libre... Y esa es la clave, en opinión de Hué.

Pero para todo se necesita tiempo. Y, según el psicólogo Hué, "queremos hacer más cosas de las que podemos y la frustración viene de que no vemos que hay obligaciones. Dormimos ocho horas, trabajamos ocho horas. ¿Tenemos entonces ocho horas libres? No, hay que limpiar la casa, hacer la compra, desplazarnos al trabajo, cuidar de los niños..., pero nunca pensamos en esas cosas al hacer planes".

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