Así fue la noche dentro del museo

El operativo del Gobierno de Aragón comenzó a las 22.00 del domingo en el Pablo Serrano de Zaragoza y logró llevar los bienes a Sijena a las 15.30 de ayer. El equipo estuvo doce horas en el interior del Museo de Lérida, donde hubo momentos de tensión a la llegada (incluso se trató de impedir la entrada del director general de Cultura) y a la salida (con la lectura de las actas).

Los técnicos del Museo de Lérida llegaron poco antes de la medianoche del domingo.
Los técnicos del Museo de Lérida llegaron poco antes de la medianoche del domingo.
Rafa Gobantes

Fue una jornada larga e intensa hasta la extenuación que, seguro, quedará grabada para siempre en la memoria íntima de la comitiva aragonesa que logró llevar los bienes de Sijena al lugar que les corresponde. La lucha de años se ponía en juego con un trabajo de horas. Por muy planificado que estuviera, el operativo se enfrentaba a la incertidumbre de ejecutar un trabajo lleno de incógnitas y que se tenía que llevar a cabo en un clima de una elevada crispación. Y así fue. El desembarco aragonés en el Museo de Lérida tuvo momentos de alta tensión. Fueron casi once horas el interior del edificio en las que, no sin esfuerzo, pudieron identificar, documentar, embalar y, finalmente, transportar los bienes de Sijena hasta tierras aragonesas.

El dispositivo del Gobierno de Aragón se reunió en el museo Pablo Serrano de Zaragoza a las 22.00 del domingo. Allí se pusieron en contacto con la Guardia Civil, a solo dos horas para que terminara el plazo que tenía Cataluña para entregar los bienes de forma voluntaria. Cuando el cuerpo judicial dio la orden, la comitiva aragonesa salió de Zaragoza rumbo a Lérida. Partieron seis técnicos, un letrado, el director general de Cultura, Nacho Escuín, y un trabajador del departamento. A las afueras de la ciudad, se juntaron con los vehículos de la Guardia Civil desplegados para custodiarles.

Antes de la medianoche, los técnicos del Museo de Lérida y su director, Josep Giralt, habían accedido al interior del inmueble. Allí esperaron la llegada de los primeros agentes de la Guardia Civil, que entraron poco antes de las 3.30 de la madrugada. Unos minutos después lo hacía la comitiva aragonesa, que llegó escoltada por unos 30 vehículos de la Benemérita, de la Policía Nacional y de los Mossos d’Esquadra.

Para entrar al museo se pidió a cada persona una identificación, y se exigió que estuvieran en un listado previamente elaborado. En un primer momento se impidió el acceso a Escuín y al letrado del Gobierno de Aragón. Por contra, en el interior del museo, sí estaban sin problema el abogado del Consorcio del Museo de Lérida y el exdirector de Cultura de la Generalitat, Jusèp Boya i Busquet. Los representantes del Gobierno de Aragón mostraron su disconformidad, y finalmente pudieron entrar.

Una vez dentro, los técnicos del Museo de Lérida guiaron a los aragoneses hasta las obras. Según fuentes consultadas, hubo colaboración, aunque sin poner grandes facilidades. Y siempre con la música de fondo de las protestas que llegaban del exterior. Comenzaron el trabajo por los sótanos, donde estaban almacenadas, fuera de la exposición al público, 37 de las 44 obras. Durante la noche, los trabajadores del Gobierno de Aragón y de la empresa contratada para el traslado estuvieron identificando, documentando y embalando esta parte del tesoro.

El problema de las actas

Ya por la mañana, una vez concluido el trabajo en los almacenes, el operativo pasó a la zona abierta al público, donde estaban las siete únicas obras de Sijena expuestas en el museo. Son, además, las más delicadas: cuatro alabastros del retablo de Santa Ana y tres sarcófagos de las prioras. A las 11.30, casi ocho horas después de empezar, ya estaban preparadas para salir con destino Villanueva de Sijena.

Sin embargo, no fue hasta pasadas las 14.00 cuando arrancó el camión. Durante todo ese tiempo, hubo un duro tira y afloja con la elaboración de las actas que debían dar fe de la entrega. Fue un trabajo laborioso en el que, para empezar, se encontraron con la sorpresa de que faltaba una pieza, un lienzo del siglo XVIII. Este proceso se convirtió en un pequeño galimatías que retrasó la salida de los bienes.

Desde la comitiva aragonesa confesaron que fue "una noche muy dura", y el director general de Cultura, Nacho Escuín, señaló –ya en Sijena– que fue un día largo. "Hemos ido a hacer lo que teníamos que hacer", afirmó. El director del Museo de Lérida, Josep Giralt, criticó el traslado ante los medios, a pesar de que estaba planificado desde hacía meses: "Las han cargado como les ha dado la realísima gana", dijo sobre las obras.

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