¿Por qué destroza alguien la casa por la que le acaban de pagar 200.000 euros?

El expropietario dedicó el mes de gracia que le dio la joven pareja compradora para hacer la mudanza a "arrasar" el unifamiliar ubicado en Santa Isabel y dejarlo inhabitable. Un juez acaba de condenarlo a pagar más de 60.000 euros por los daños.

Un juzgado zaragozano acaba de condenar a un antiguo vecino del barrio de Santa Isabel a indemnizar con 61.459 euros a la joven pareja a la que vendió su unifamiliar en marzo de 2016. Lo ha hecho tras quedar probado que José Ignacio Nieto Artiaga, haciendo gala de una conducta que el juez tacha de  "depredadora", aprovechó el mes de gracia que le dieron para la mudanza tras firmar la compra-venta para "arrasar" la vivienda y dejarla inhabitable.

Los gremios que tuvieron que "reconstruir" la casa declararon en el juicio que no habían visto nada así en casi 40 años de profesión, ya que el anterior dueño no se conformó con llevarse desde el entelado decorativo de las paredes hasta los sanitarios de los baños. Según el perito judicial, desmontó los muebles fijos de la cocina y la bodega, arrancó frisos de madera, zócalos, cornisas y hasta los interruptores de la luz. Un "sinfín" de desperfectos que retrasaron la mudanza de los compradores hasta cinco meses, obligándoles a seguir viviendo de alquiler cuando ya tenían pagado –hipoteca, mediante– su nuevo hogar.

La sentencia del titular del Juzgado de Primera Instancia 17 ha supuesto una primera alegría para Francisco Oya y Vanessa Muñoz, para los que la compra de "una casa de ensueño" acabó convirtiéndose en "una verdadera pesadilla". Porque habían hecho un tremendo esfuerzo para reunir los más de 200.000 euros que les exigió el anterior dueño y al cruzar la puerta de su recién estrenado hogar se dieron cuenta de que allí no había quien viviera. Tal increíble era el nivel de los destrozos que la pareja tuvo que contratar los servicios de un notario para que diera fe de que las fotos que estaban tomando se correspondían con la realidad. Entre otras muchas pruebas, su abogado, Víctor Laguardia, aportó después estas imágenes para tramitar la correspondiente denuncia.

"Mis clientes estaban destrozados. Son gente normal, a la que la compra de esta casa, como a cualquier otra pareja trabajadora, les ha costado hipotecarse de por vida. Por eso, cuando vieron lo que el vendedor había hecho con el unifamiliar se les vino el mundo encima", explica su letrado. "El segundo mazazo se lo llevaron cuando presentamos una denuncia por estafa y nos la desestimaron. Se sintieron impotentes. Ahora, al fin, la jurisdicción civil ha reconocido los enormes perjuicios sufridos", añade. Laguardia reconoce que el fallo del magistrado es categórico, pero recuerda que todavía es recurrible ante la Audiencia Provincial. "Por lo que habrá que seguir luchando para intentar cobrar", sentencia.

Un abogado les dio las llaves

La pareja empezó a sospechar que algo tramaba el ahora condenado cuando sus nuevos vecinos les advirtieron de que en la casa se oían muchos ruidos y no dejaban de sacar cosas. Como habían hecho la compra a través de una agencia inmobiliaria, se pusieron en contacto con esta para que recordara al vendedor que no podía desmontar nada. De nada sirvió aquello, puesto que el propio juez recuerda en su sentencia que el demandado "hizo caso omiso". Sabedor de la ilicitud de sus actos, José Ignacio Nieto Artiaga ni siquiera se atrevió a dar la cara a la hora de entregar las llaves del unifamiliar, tarea que encomendó a un abogado.

Durante la tramitación del caso y en el propio juicio, el vendedor intentó justificarse diciendo que existía un pacto entre las partes que le permitía llevarse "los accesorios". Frente a este argumento, el juez contesta que ninguna prueba existe de ello, al margen de que en la vivienda no faltaban objetos del "ajuar personal", sino que estaba completamente destrozada. Le recuerda también que en el anuncio que el demandado publicó en un portal inmobiliario se decía que la casa contaba –entre otro equipamiento– con armarios empotrados en todas las habitaciones, que efectivamente existían pero que también fueron desmontados dejando las paredes desnudas.

A la hora de examinar los desperfectos, el perito judicial concluye que el inexplicable comportamiento del vendedor ha hecho que el unifamiliar pierda valor, puesto que los materiales utilizados para reconstruirlo no son de la misma calidad. Lo que todavía no pueden entender los perjudicados es qué lleva a alguien a hacer algo semejante.

Los compradores demandaron también a la empleada de la inmobiliaria que medió en la operación, pero el juez entiende que esta no tuvo ninguna responsabilidad en lo ocurrido.

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