'Guerra electrónica' en el Báltico con los F-18 de la Base

El Destacamento Ámbar, con cinco cazas y 128 efectivos, interceptó a más de 90 aviones rusos en 4 meses en Estonia, pero ellos también fueron vigilados.

El teniente coronel José Ramón Asensi, jefe del Destacamento Ámbar, en la Base de Amari.
El teniente coronel José Ramón Asensi, jefe del Destacamento Ámbar, en la Base de Amari.
Aránzazu Navarro

Los ocho pilotos de los cinco cazabombarderos F-18 de la Base Aérea de Zaragoza del Destacamento Ámbar que patrullaron los cielos de Estonia cuatro meses regresaron el pasado jueves a casa con "una subida de la moral", reconoció el comandante Mario Porra, uno de ellos, que además es jefe de mantenimiento. "Entrenamos muchas horas para lo que hemos hecho aquí", concluyó Porra en la Base de Amari, a 40 kilómetros de Tallín, capital estonia. Durante 36 alarmas o ‘alfa scramble’ (salidas para detectar un objetivo por orden del Centro de Operaciones Combinadas, CAOC, de la OTAN en Alemania) dos pilotos españoles con sus respectivos cazas se ponían en circulación en diez minutos. En esas operaciones, los F-18 españoles interceptaron "más de 90 aviones rusos" en su papel de Policía Aérea del Báltico para la OTAN por no cumplir las normas del espacio aéreo, destacó el teniente coronel José Ramón Asensi, jefe del destacamento. "Les tomábamos las matrículas y regresábamos", agregó.

Kaliningrado-San Petersburgo

Este balance, que se obtuvo a lo largo de 600 horas de vuelo y 248 salidas, es el más brillante que España ha logrado en las cuatro misiones realizadas en Estonia (dos de ellas en invierno) y el teniente coronel Asensi lo achacó a la buena meteorología, así como a que los rusos toman como suyo ese corredor que une Kaliningrado y San Petersburgo. "Estos meses ha habido mucha actividad de aviones rusos, lo que nos ha mantenido muy concentrados en la misión", indicó el jefe del Destacamento Ambar.

Esa tarea de "tomar matrículas", que realizan los cazas de la OTAN (a los españoles los sustituyeron unos F-16 de Bélgica) incluye determinar si esos aviones rusos militares "tienen plan de vuelo, qué tipo de aeronave es, si llevan armamento y fotografiarlos" para remitir las imágenes al CAOC como pruebas de las actuaciones de los rusos sobre el cielo de los países del Báltico (Letonia, Lituania y Estonia), que no tienen cazabombarderos y son auxiliados por la OTAN.

Desde la crisis entre Rusia y Ucrania se extrema este control. La sargento Tamara Lafuente, que se encarga de preparar la cartografía para los pilotos, explicó que recogía los "cartuchos" de los F-18 con las imágenes grabadas de los rusos y las remitían a Alemania. "Ha sido una misión muy gratificante", indicó la sargento, que lleva cinco años en el Ejército del Aire y su salida a Estonia fue su estreno.

Contravigilancia rusa

Entre los casos de interceptación que se encontraron los F-18, detectaron "dos cazas custodiando a un Tupolev, donde suponemos que trasladaban a un alto mando o un vip", y hasta "aviones de la guerra electrónica", apuntó el comandante Mario Porra. Esas aeronaves rusas se dedican a hacer "contravigilancia" en las comunicaciones de los cazas españoles para copiar toda su información y las frecuencias en que ellos emiten. En estos encuentros en los cielos del Báltico, los pilotos españoles intentaban no ser detectados en una especie de persecución entre gatos y ratones. Aun así, el oficial de la Base indica que "no ha habido enfrentamientos" con los aviones rusos.

A primeros de agosto, dos F-18 españoles, siguiendo a tres cazas rusos, se metieron por error en el espacio aéreo de Finlandia. El jefe del Destacamento Ámbar precisó que en ningún momento existió riesgo para su seguridad. Como aseguran el armero Francisco Javier Higueras y el desactivador de explosivos, el sargento Ángel Juárez, los aviones españoles se han portado muy bien en la misión de Estonia y no han tenido problemas de seguridad.

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