Heraldo del Campo

La bacteria que tumba árboles

La detección de focos de ‘Xylella fastidiosa’ ,primero en Baleares y luego en Alicante, ha hecho redoblar los controles e inspecciones en Aragón para evitar que la temida y mortal bacteria llegue a la Comunidad.

Árboles infectados por 'Xylella fastidiosa', arrancados por los agricultores para evitar la propagación.
Árboles infectados por 'Xylella fastidiosa', arrancados por los agricultores para evitar la propagación.
Efe

Unos hablan de alerta, otros de preocupación. Pero todos los implicados en el sector agrario aragonés coinciden en señalar el temor que provoca el avance de la ‘Xylella fastidiosa’, una bacteria letal que tumba árboles. Hasta hace menos de un año se miraba con cautela pero con cierta distancia. Estaba en Italia, donde esta mortífera plaga conocida como el ‘ébola del olivo’ y para la que, de momento, no se conoce cura, fue detectada en 2013 en la región de Puglia, desde donde se propagó por todo el sur del país afectando -y obligando a talar- a millones de olivos y 235.000 hectáreas.

Allí parecía haber encontrado buen hospedaje hasta que en noviembre de 2016 saltaron todas las alarmas. La temida bacteria -que amenaza hasta 300 especies de plantas, especialmente leñosos- estaba en España. El primer foco se detectó en Baleares, donde la ‘Xylella’ eligió como hospedante el almendro. Ya hay 351 casos confirmados, que afectan a un millar de hectáreas que deberían talarse y quemarse en las islas, más de la mitad en Mallorca. Y las previsiones no son nada halagüeñas puesto que la consejería de Medio Ambiente de aquella comunidad reconoce que se podrían elevar el número de positivos y, en consecuencia, las hectáreas a arrasar serían inevitablemente más. Bruselas es más contunden y ni siquiera lo dice en condicional, augura que así será, ‘will be’, dice textualmente.

No paró en Baleares, sino que ha seguido avanzando por territorio español. A finales de junio la bacteria se manifestaba, por primera vez, en la península. Lo hacía en una parcela de almendros del municipio alicantino de Guadalest y ya afecta a seis localidades de este valle, donde los propietarios de las explotaciones ‘enfermas’ han visto, casi sin tiempo a asimilarlo, cómo sus cultivos terminaban hechos astillas. Con la plaga ahora más cerca, en Aragón han saltado las alarmas, porque esta bacteria que tapona los vasos por los que circula savia secando el vegetal afecta especialmente a frutales, almendros, viñedos y olivos, producciones con importante presencia económica y social en la Comunidad aragonesa.

Los productores, especialmente en el Bajo Aragón, "están que tiemblan", señala Francisco Ponce, representante de UAGA, que advierte de que si la plaga llega a los cultivos de tierras aragonesas la ruina será total.

De ruina hablan también los viveristas. El secretario técnico de la Asociación Profesional de Horticultura de Aragón, Rioja, Navarra y Soria, Javier Gómez, insiste en que la detección de la bacteria en España "ha sido un palo muy grande" para este sector, que vive con inquietud la expansión de la plaga y los graves problemas económicos que podría causar.

Una inquietud ante la que ha redoblado la guardia el Centro de Sanidad y Certificación Vegetal dependiente de la Consejería de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón. Desde que se tuvieron noticias de la presencia del ‘ébola del olivo’ en el país se han intensificado las inspecciones de material vegetal procedentes de las zonas con afecciones, se ha establecido una especial vigilancia en frutales, almendro y olivo y se ha actualizado el plan de contingencia, puesto a disposición del sector en la web del Departamento. Una lucha, todos a una, para que los árboles aragoneses sigan en pie.

No se ha dejado de trabajar desde que se conocen los efectos letales de la ‘Xylella fastidiosa’. Pero su presencia en España hizo que el Centro de Sanidad y Certificación Vegetal se pusiera manos a la obra para intentar impedir que la mortal bacteria se acerque a las producciones aragonesas. Se reforzaron los controles cuando la plaga se detectó en Baleares y han vuelto a reforzarse ahora que ha viajado a Alicante.

"Se han intensificado la toma de muestras y los análisis de plantas, tanto sintomáticas como asintomáticas, se ha incrementado los análisis del número de especies así como de los campos de planta madre que tienen los viveros e incluso con tomas de muestras que no presenten síntomas", señala Emilio Betrán, director del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal de Aragón, que insiste en que el objetivo es contar con una mayor vigilancia y más número de análisis realizados.

Betrán reconoce que la existencia de casos en la Península "es un motivo más de preocupación", pero matiza que la cuestión es saber desde cuándo está la bacteria aquí, porque no se descarta que pudieran aparecer positivos en otras zonas en las que está pero en las que hasta ahora ha pasado desapercibida. "Creemos que la presencia de ‘Xylella’ en Alicante no se ha producido porque haya habido un salto de Baleares a la Península, sino porque, a la vista de las informaciones que llegan desde Alicante, ha podido estar desde hace un tiempo allí y ahora se ha detectado", explica Betrán, que reconoce que "eso puede ocurrir en otras zonas".

El decaimiento generalizado de la planta o sus hojas secas y marchitas pueden ser síntomas de que el árbol está contagiado. O no. El director del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal explica que el problema que existe con la ‘Xylella’ es que hay muchas especies afectadas y, sobre todo, que la sintomatología es muy inespecífica. "Se puede confundir con una desecación, con un estrés hídrico e incluso cada especie puede mostrar unos síntomas diferentes, por lo que es muy difícil dar unas pautas", detalla Betrián. E insiste que aunque existen publicaciones -el centro ha realizado una hoja informativa sobre el asunto- que hablan sobre los posibles síntomas, lo mejor es que ante cualquier duda se lleve al centro una muestra del árbol afectado para determinar con técnicas analíticas de laboratorio si la bacteria está o no presente. Si lo está, se aplica un protocolo de seguridad que establece un primer entorno de 100 metros de la planta foco en el que se tienen que arrancar todas las plantas hospedantes que puedan verse afectadas por la bacteria, y un segundo entorno de 10 kilómetros en el que se realiza una vigilancia intensa. "Cada hectárea de ese radio se tiene que visitar, analizar, tomar muestras y ver si existen nuevos ejemplares afectados en esa zona", explica el director del centro.

No hay cura

La amenaza (económica) que supone la ‘Xylella’ ha calado en el sector, totalmente consciente de que sin su colaboración el problema puede tomar dimensiones inimaginables. Eso explica que en los últimos años el número de consultas sobre esta mortífera plaga se ha incrementado notablemente, pero ha sido especialmente en este ejercicio cuando la demanda de información se ha disparado. "Los agricultores y los técnicos de campo alertados o porque han visto síntomas que se pueden parecer a la ‘Xylella’ están haciendo llegar más muestras al centro, de forma que vamos a duplicar o triplicar el número de análisis que vamos a hacer durante estos meses", detalla Betrán.

Porque no hay cura. La medida que se establece para evitar que se disperse la enfermedad es la erradicación de la planta. Una vez que entra la bacteria podrá avanzar más o menos, y hay especies o variedades que son más o menos sensibles a las diferentes subespecie de la ‘Xylella’, pero "si se combina una cepa de la bacteria con una variedad sensible acaba matando a ese árbol", recuerda el director del centro, que reconoce que la única medida preventiva posible es aplicar tratamientos que limiten el vuelo de los insectos que transmiten la plaga de una planta a otra.

Betrán destaca que la aparición de la ‘Xylella’ en España ha redoblado el trabajo del centro que dirige, una labor que está asumiendo el personal con el que dispone. Reconoce, sin embargo, que el problema "nos puede sobrepasar a todos", por lo que insiste en la necesidad de "ir pensando en hay que dotarse de mejores medios técnicos, equipos de laboratorio y personal cualificado para hacer frente a una posible propagación de la plaga".

"Una inquietud muy fuerte"

La presencia de la bacteria en España ha caído como un jarro de agua fría entre los viveristas. "La inquietud es muy fuerte", señala Javier Gómez, secretario técnico de la Asociación Profesional de Horticultura de Aragón, Rioja, Navarra y Soria, que reconoce que el sector esperaba que las medidas de contención puestas en marcha fueran más eficaces.

Gómez reconoce que los productores de planta frutal están preocupados, pero también aquellos que comercializan material de jardinería, ya que las especies ornamentales también figuran entre los posibles hospedantes. "Para los viveros puede ser la ruina, por muchas indemnizaciones que haya", insiste. Y lamenta que los efectos de la presencia en España de esta bacteria ya se han dejado notar. "Las exportaciones a Holanda han caído totalmente porque este país ha decidido restringir la entrada de material vegetal de todo el territorio español aunque no esté afectado", denuncia Gómez, que critica que esta actitud es contraria a los acuerdos adoptados por Europa.

No menos inquietos se muestran los productores. "Cuando apareció el primer foco nos asustamos, era una plantación de almendros viejos y eso es contagio puro y duro. Con el segundo foco, sucede lo mismo, lo que da pie a pensar que hay algún vector que está contaminando", señala Francisco Ponce, fruticultor y representante de UAGA.

Ponce explica que en el Bajo Aragón "están que tiemblan", porque si la bacteria llega a los almendros y los olivos centenarios de sus secanos "eso no se recupera de ninguna manera". Por eso es tajante. "Hay que ser agresivos con la solución y arrancar sin miramientos", dice. Los agricultores lo saben y están dispuestos, pero Ponce advierte. Esa medida exige dinero público, un presupuesto -para hacer frente a las indemnizaciones- que no se agote a la primera de cambio. Porque, advierte, "si el dinero no llega, será el desastre".

Una complicada enfermedad que viene de América

No se conoce mucho sobre está enfermedad. Su origen se sitúa en el norte de California (EE. UU.), porque fue allí donde se descubrió hacia finales del siglo XIX. Desde allí se propagó poco a poco por todo el continente americano.

En 1989, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos encargó al patólogo y botánico Newton B. Pierce que investigara la bacteria en las vides, que es dónde empezó a causar más daño, pero el estudio finalizó sin que el experto pudiera encontrar una solución efectiva contra la plaga, que, sin embargo, conservó el nombre de su investigador. De este modo, la ‘Xylella Fastidiosa’ se conoce al otro lado del Atlántico como la enfermedad de Pierce.

En Europa se detectó por primera vez en octubre del año 2013 en la región italiana de Apulia. Dos años después se hizo presente en Francia en la isla de Córcega, donde ya se ha constatado que se encuentra ampliamente distribuida con más de 300 focos identificados hasta el momento. La bacteria también se ha detectado en más de una docena de focos en el sur de la costa azul y en abril de 2016 se confirmó su existencia en un centro de jardinería en la región de Pausa (Sajonia), y posteriormente se confirmó en romero.

Ahora está también en España, desde noviembre de 2016 en Baleares, donde se detectó por primera vez en unos cerezos de un centro de jardinería de Porto Cristo y desde finales de julio en Alicante, donde su presencia fue confirmada en una plantación de almendros en Guadalest.

El director del Centro de Sanidad y Certificación Vegetal de Aragón, Emilio Betrán, reconoce que es necesario un esfuerzo en investigación para desentrañar el comportamiento, y en su caso la posible prevención y cura, de esta plaga, tan letal que se conoce como el ‘ébola del olivo’. Y es que, como reitera Betrán, la bacteria procede de América, por lo que al ponerse en contacto con especies de olivo y almendro que no estaban presentes en aquel continente o tenían menor superficie "se ha expresado de forma diferente, por lo que estamos en un proceso de reconocimiento de la afección de un problema que viene de otra zona y eso se tiene que solventar con investigación tanto de métodos de diagnóstico rápido como de variedades que puedan llegar a ser resistentes y tolerantes a las bacterias".

¿Qué es?

La ‘Xylella fastidiosa’ es una bacteria que ataca con gran virulencia los árboles leñosos mediterráneos como el olivo, el almendro, la vid, el ciruelo, el melocotón o el naranjo y el limonero. También el café y plantas ornamentales como la adelfa o el romero. Se contabilizan hasta 300 especies leñosas amenazadas y no tiene cura. Se le conoce con el nombre de fastidiosa por la enorme complejidad de aislar y cultivar a esta bacteria en laboratorio.

¿Cómo actúa?

Invade el xilema (savia) de la planta obstruyendo los vasos que conducen el agua y las sales minerales que la recorren y la alimentan. La asfixia. Los síntomas varían de unos hospedadores a otros. En algunos aparece marchitez o decaimiento generalizado y, en casos más agudos, la seca de hojas y ramas, y finalmente la muerte de toda la planta. En otros casos los síntomas pueden ser el moteado de las hojas.

¿cómo se transmite?

Se transmite de forma natural de unas plantas a otras con la ayuda de insectos vectores, la mayoría insectos tan comunes en las plantaciones como mosquitos o cigarrillas que se alimentan de savia y contagian la bacteria a través de su saliva. En Italia, la especie ‘Philaenus spumarius’ parece ser el principal vector de la enfermedad en olivar, pero aún se desconoce su importancia como vector en España y otros países mediterráneos.

Más información en el Suplemento Heraldo del Campo.

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