Beatriz Serrano: "Nunca piensas que puede pasarte a ti, que tu niño tenga cáncer"

Hace tres años que Beatriz Serrano perdió al pequeño David, de cuatro años, por un neuroblastoma. Un maldito tumor, que comenzó encima de su riñón y que los médicos detectaron en unas pruebas rutinarias que le prescribieron después de una fortuita caída de la cama. "El se quejaba de dolor y empezó a bizquear. Tras una prueba, le detectaron pequeñas roturas de huesos y poco después nos confirmaron que tenía un neuroblastoma", relata Beatriz. A partir de ahí, esta madre reconoce que se les "cayó el mundo encima", pero lejos de amedrentarse ella, su marido y su hijo mayor Pablo plantaron cara al problema y empezaron una lucha que llevó a David a pasar por varias sesiones de quimio, un autotrasplante, radioterapia y un tratamiento de inmunoterapia. Los primeros resultados de esta batalla invitaban al optimismo, pero el destino todavía les deparaba otro varapalo. El más duro. "Recayó, tenía el cáncer diseminado en la médula ósea y en los huesos. Entonces, ya nos dijeron que había menos de un 20% de curación", lamenta.

Gracias a los grupos de apoyo con otras familias de Aspanoa y del nacimiento de su hija hace dos años, puede hablar de los últimos meses de vida de su hijo con fortaleza y serenidad. "Ahora me doy cuenta de que teníamos mucho apoyo familiar, pero estuvimos solos en el tema sanitario. Tenías el apoyo del hospital, pero en la distancia", admite. "Nosotros éramos los que decidíamos cuándo cambiábamos los parches de morfina que al final necesitó David hasta que decidimos ingresarlo y sedarlo", asegura Beatriz, que confía en que esta unidad ayude a cambiar el modelo de atención. "Nunca piensas que te puede pasar a ti, pero pasa", concluye.