Treinta proyectos de cooperación para el sector agroalimentario

Este era el primer año que el Gobierno de Aragón ponía en marcha, en el marco del Plan de Desarrollo Rural (PDR), una nueva línea de ayudas, dotada con un presupuesto de dos millones de euros, con el fin de  “solventar un problema clásico”, la enorme distancia que siempre ha existido entre los “prestigiosos” centros de investigación de la Comunidad y las necesidades reales de innovación del sector agroalimentario. El resultado no ha podido ser más “exitoso”, incluso “sorprendente” para la Consejería que lidera Joaquín Olona, ya que han sido 47 los grupos de cooperación que se han presentado a la convocatoria. De ellos, 30 han conseguido la aprobación del proyecto, que contará con una subvención de hasta el 80% de la cantidad invertida (con un mínimo de 30.000 euros y un máximo 100.000) financiada al 80% por la UE a través del fondo Feader y un 20% por el Gobierno de Aragón.

Lo explicó ayer el director general de Desarrollo Rural, Jesús Nogués, que detalló que el proceso de selección de los proyectos, en el que tienen que figurar al menos dos socios, se ha realizado por concurrencia competitiva, un sistema en el que se ha tenido en cuenta esencialmente la calidad de los componentes del grupo así como del proyecto y especialmente el sector en el que se está previsto que se desarrolle.

“Nos ha sorprendido la implicación del sector, que demuestra una vez más que, a pesar de la imagen que de él tiene la sociedad, es un sector muy activo en cuanto a innovación”, destacó Nogués, que explicó que aunque estos proyectos tienen una carácter plurianual (2016-2018) el próximo año también habrá ayudas. “Esperamos sacar la convocatoria en el primer cuatrimestre de 2017, con un presupuesto similar”, señaló, aunque matizó que la intención del Departamento es acortar a dos años los plazos de ejecución de los proyectos.

Las inversiones solicitadas por los grupos de cooperación corresponden a mejora de la eficiencia de los regadíos, incremento de valor añadido de las producciones, mejora de la competitividad en ganadería extensiva e intensiva, gestión más eficiente de residuos ganaderos, adaptación de los cultivos al cambio climático, nuevos cultivos, herramienta de asesoramiento y de información, y uso de la biomasa agrícola en procesos industriales. Y todo ello con un objetivo final: “mejorar la renta de los agricultores”, puntualizó Nogués.