Bruselas asume reabrir la línea ferroviaria Pau-Canfranc aunque la retrasa al año 2021

Lambán dice que el tren es pieza fundamental para el turismo y el desarrollo logístico de Aragón. Rousset cree que abrir el tramo Olorón-Bedous ha seducido en la presentación en la Eurocámara.

La comisaria de Transportes, Violeta Bulc –a la derecha–, recibió ayer en el Parlamento europeo a la delegación de Aragón.
Bruselas asume reabrir la línea ferroviaria Pau-Canfranc aunque la retrasa al año 2021
Horts Wagner/Efe

El tren de Canfranc suelta vapor en Bruselas. El 7 de febrero puede suponer el inicio de un hito similar a aquel 1853 en el que España y Francia acordaron la conexión ferroviaria por Aragón. O al 18 de julio de 1928, cuando se inauguró la estación de Canfranc. Los gobiernos de Aragón y la región francesa de Nueva Aquitania deben presentar ese 7 de febrero "un proyecto de garantías", para convencer a la Comisión Europea sobre la conveniencia de financiar los estudios y obras de la línea. Los miembros de la comisión de Transportes del Parlamento europeo se mostraron ayer "muy positivos" en la presentación de los presidentes de Aragón, Javier Lambán, y Nueva Aquitania, Alain Rousset, según valoró la eurodiputada Inés Ayala, miembro de dicha comisión y quien dio la bienvenida a los participantes.


Los 300 kilómetros de la conexión entre Zaragoza y Pau necesitan salvar la barrera de los Pirineos entre Bedous y Canfranc, y "reabrir una vía ya existente" entre Huesca y la frontera, según el presidente de Aragón, Javier Lambán, como hicieron los trenes desde 1928 hasta que un convoy descarriló en 1970.


De febrero a junio la Comisión Europea estudiará cuál de los 15 proyectos europeos dentro del mapa de pequeñas infraestructuras transfronterizas no finalizadas pero relevantes recibe parte de los 110 millones de euros. La decisión se conocerá el próximo mes de junio. Este plazo llevaría a Europa a retrasar un año la reapertura del paso internacional hasta 2021, como asumió Rousset.


Lambán y el presidente de la región de Nueva Aquitania, Alain Rousset, implicado en el proyecto desde hace más de 15 años, explicaron en Bruselas la importancia económica, turística y medioambiental del tramo que queda por reactivar en el lado francés, gran parte de los túneles y la terminal de Canfranc. Nueva Aquitania reabrió en junio 30 kilómetros desde Olorón a Bedous, "un éxito total", según Rousset. Mientras, los trenes de alta velocidad españoles llegan hasta Huesca y ahí deberían empezar las obras financiadas por la UE.


Esta fórmula del proyecto entre las dos regiones era hasta ahora "desconocido" en Bruselas, según Herald Ruijters, director en el Departamento de Transportes de la Comisión Europea, quien les deseó "buena suerte". Destacó "la acción conjunta de ambos gobiernos" en un momento en el que la UE mira hacia obras pequeñas con un importante impacto.


Esa es otra baza de los gobiernos aragonés y aquitano, el alto retorno del proyecto. Con una baja inversión, alrededor de 270 millones de euros, esperan retirar de la carretera cerca de 1,5 millones de toneladas de mercancías. Los trenes transportarían camiones de cereales, automóviles, productos químicos o textiles.


Una representante del Departamento de Política Energética de la Comisión también acudió a la presentación de Lambán y Rousset en el Parlamento europeo. Es miembro del equipo del comisario de Energía y Acción contra el Cambio Climático, Miguel Arias Cañete, y subrayó la contribución de esta línea ferroviaria para reducir las emisiones de CO2.


La UE centra sus nuevos planes de inversión en proyectos con un efecto ecológico positivo, algo que explotó el presidente de Nueva Aquitania. "Será el acontecimiento medioambiental más importante en Europa en los últimos 10 años", exclamó Alain Rousset. Su gobierno ha invertido 103 millones de euros para que mercancías y viajeros circulen entre Olorón y Bedous. "Una heroicidad", en palabras de la eurodiputada española Inés Ayala.


Madrid ofrece también 80 millones, englobados en el Plan Plurianual Presupuestario (2017-2020), "una aportación relevante", según Javier Lambán. Lambán y Rousset parecen empeñados en lograr que "el viejo sueño de nuestros abuelos, que vieron en el Canfranc un acto de modernidad", vuelva a ser realidad.

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