Picazo: "Siento alivio tras acabar una sentencia que ha sido muy compleja"
"Alivio", "seriedad" y "un trabajo muy digno". El ponente de la sentencia de la Operación Molinos, el magistrado Francisco Picazo, enumeraba sensaciones de satisfacción, junto a sus compañeros del tribunal -el presidente Javier Cantero y la magistrada Esperanza de Pedro- tras haber leído el fallo en la sala de la Audiencia Provincial. "Siento alivio tras acabar el trabajo que era muy complejo. Redacté la sentencia en tres meses y no he dormido bien en ese tiempo. Le dedicaba diez horas diarias", explicó Picazo, un vitoriano de 63 años que estudió derecho en la Universidad de Zaragoza y lleva 36 años como juez. "Tuve que revisar 238 tomos y casi 90.000 folios", señaló.
Los magistrados del tribunal, muy experimentados en los juzgados de instrucción y penal, y el letrado de la Administración de Justicia Eduardo Cativiela fueron a tomar café a la plaza de San Felipe para celebrar el final. El macrojuicio de la Operación Molinos se prolongó durante tres meses (de enero a marzo de 2016) en la Ciudad de la Justicia y después de que la redactara el ponente, pasó la corrección de sus compañeros y las vacaciones de verano.
"La experiencia nos ha ayudado mucho", agregó Picazo, en relación a la sintonía con sus compañeros, con los que ha mantenido unanimidad. El magistrado reconoce que se han enfrentado con "problemas técnicos" en un caso que tardó seis años en ser instruido (desde diciembre de 2008) y sobre hechos ocurridos desde 1998. Por eso, señaló que con la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal se podría haber "desgajado" alguna pieza para acelerar la instrucción y el enjuiciamiento. Sin embargo, destacó que fue "muy buena" la instrucción del juez Alfredo Lajusticia.
Aun así, Picazo afirmó que el pacto de la fiscal María Victoria Esponera con algunos acusados y la conformidad "ha facilitado" la complejidad de la sentencia de la Operación Molinos, que casi parece una tesis sobre los delitos del Código Penal. Asume que el derecho no es una ciencia exacta y la última palabra está en manos del Supremo.
