El oscense que introdujo la bicicleta y el cicloturismo en España

La primera bicicleta española fue fabricada en 1867 en Huesca por el herrero Mariano Catalán. Fue pionero en el ciclismo nacional como los también aragoneses Manuel Ricol y José Javierre.

Catalán, sobre su creación primigenia
Catalán, sobre su creación primigenia

El desconocimiento generalizado de la figura del oscense Mariano Catalán supone una tremenda injusticia. Este herrero altoaragonés fue el primero en fabricar una bicicleta dentro de las fronteras españolas (1867) y el pionero a la hora de lanzarse al asfalto para completar una marcha cicloturista con inicio y final en Huesca y escala en Zaragoza (1868). Una verdadera proeza, habida cuenta de las carreteras de la época y lo precario de los velocípedos, que llevó a cabo junto a Gregorio Barrio, un oficial del Ayuntamiento de Huesca.


La venida de la bicicleta a Aragón y la primera 'randonnée' en suelo ibérico fueron conmemoradas este domingo con la IV cicloturista 'Mariano Catalán' (Zaragoza-Huesca-Zaragoza) y encontrará su réplica el próximo 24 de abril con 'La Pionera', que une la capital oscense con la plaza de Santa Engracia de Zaragoza. La participación en esta última tiene una única condición: debe hacerse con bicicletas clásicas sin pedales automáticos, con los cambios de marchas en el cuadro y el cableado externo.


En esta marcha se tomará el horario de partida de Mariano y Gregorio, las 4.00 de la mañana. Detrás de las dos expediciones está el club ciclista El Pedal Aragonés, en cuya directiva se encuentra el periodista Ángel Giner, que en los últimos años ha tratado de realzar el origen aragonés del ciclismo patrio: "Hemos encontrado referencias en la prensa de la época que hablaban de un velocípedo que iba a llegar a Zaragoza en breves días, un homenaje que se les hizo 19 años después del viaje y que reseñó el Diario de Huesca, y otras alusiones en la revista El Pedal de Huesca".

El dibujo de Costa en un papel de fumar 

La idea de fabricar un vehículo con dos ruedas, cuadro, manillar y un sistema de autopropulsión a pedales no llegó por ciencia infusa a la imaginación de Mariano Catalán. "Joaquín Costa había sido becado por la Diputación de Huesca para acudir a la Exposición Internacional de París de 1867 y tomar nota de los avances de la época, especialmente en materia agrícola. Ahí le llamó la atención la bicicleta de Ernest Michaux, un modelo primitivo con los pedales en la rueda delantera", apunta Giner.


Costa bosquejó el prototipo en papel de fumar y lo mandó por correo a Huesca. El plano llegó a la tertulia del Casino de la capital oscense, participada por Francisco Larruga, José Lasierra, Mariano Betrán e Hilario Larrosa, que a su vez trasladaron el contenido al principal herrero de la ciudad. El libro de artículos 'Un Oscense', de Vicente Cajal, recoge la anécdota.


El taller de Catalán se encontraba junto al Coso y fue ahí donde dio forma al primer velocípedo español, un armatoste de más de 30 kilos con piezas de madera que concluyó en el otoño de 1867. Las primeras pedaladas las envolvió en el más absoluto secretismo para evitar miradas curiosas y posibles chanzas, de modo que ordenó a un empleado que llevara la bicicleta a la antigua plaza de toros y la tapara con una lona. Ya de noche, refugiados por la oscuridad y envueltos por el frío del diciembre altoaragonés, llevaron a cabo el experimento.


El criado empujaba mientras el herrero procuraba mantener la verticalidad. El equilibrio llegó después de varios intentos y caídas a plomo. El trasto avanzaba y, sin saberlo, Mariano hacía historia y abría camino para el hoy multitudinario pelotón del país. Huesca, a falta de una referencia previa, puede considerarse cuna de la bicicleta en España.


El viaje a Zaragoza no se realizó con este primer prototipo. Catalán siguió trabajando y culminó, al filo de la primavera de 1868, una nueva bicicleta, esta vez de hierro, con la que emprendió la aventura de la mano de Gregorio Barrio. Partieron el 20 de marzo a las 4.00 y es de suponer que salpicaron la marcha con sucesivas paradas, ya que si los más de 70 kilómetros que separan las dos ciudades suponen una tirada importante incluso con una moderna montura de carbono y una vía en buenas condiciones, el esfuerzo físico sería infinitamente mayor con las pesadas bicicletas y las calzadas de la época.


A mediodía de aquel viernes se detuvieron en Villanueva de Gállego, donde recuperaron fuerzas antes de dar el último sprint. Horas después cruzaban el puente de Piedra, la calle de Don Jaime (entonces se llamaba de San Gil), y el paseo de la independencia para detenerse en la plaza de Santa Engracia, donde la primera parte del viaje tocó a su fin. Quedaba la vuelta, por el mismo camino aunque con las energías mermadas.


Una rotonda para el pionero

Ángel Giner reivindica la figura de Mariano Catalán, pero también la de otros aragoneses cuya participación fue vital en el germen de la bicicleta en España. Así, habla del turolense Manuel Ricol, "al que se conocía, según prueban los documentos oficiales, como el decano del ciclismo y cuya opinión era clave para zanjar cualquier polémica" o del jacetano José Javierre, el primer español en participar en el Tour de Francia (1910), aunque ha sido "obviado durante años ya que estaba inscrito como Joseph Habierre y se pensaba que era francés".


El Pedal Aragonés propuso al anterior equipo de Gobierno del Consistorio oscense que se dedicara a Catalán una rotonda en la salida de Huesca hacia Zaragoza. La idea, que por el momento no ha fraguado, sería un pequeño y justo homenaje al precursor de cuantos aragoneses siguen a día de hoy pedaleando por las nacionales y comarcales de la Comunidad.

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