Algunos de estos efectos devastadores sobre campos de cultivos y viviendas se pueden apreciar en la exposición ‘El río Matarraña y el pueblo de Valderrobres’, organizada por la asociación cultural Repavalde y que puede visitarse en la Casa de Cultura hasta el próximo 6 de septiembre. En ella se muestra la evolución del curso del río a su paso por la localidad desde principios del siglo XX hasta el presente a través de unas 150 fotografías. La conclusión de los organizadores es que el incremento de los depósitos de grava y cantos rodados junto al curso del agua y la proliferación de vegetación en los márgenes estrecha el espacio disponible para el paso de las riadas y, consecuentemente, agrava su poder destructivo.

La muestra, inaugurada el pasado 13 de agosto, recoge imágenes de las grandes avenidas del pasado siglo, entre las que destacan las registradas en los años 1957 y 2000, que tuvieron efectos dañinos para fincas de labranza y viviendas. Repavalde augura en uno de los paneles informativos del montaje expositivo que las grandes riadas "volverán" y advierte de que, si no se hace nada para corregir la evolución actual, las consecuencias negativas para las orillas se incrementarán "cuanto más tarde" en llegar la crecida debido a la progresiva obturación del cauce.

El asentamiento de la población junto al río responde a las ventajas que proporciona la cercanía de una fuente segura de agua, que permite el abastecimiento de personas y animales, riega los huertos de los márgenes y facilita el aprovechamiento de gravas y cantos rodados para la construcción. Otros factores de atracción son de carácter lúdico, como el uso de las ramblas como playas fluviales, o económico, como la extracción de algunas plantas como alimento para el ganado o para la cestería. Un apartado fotográfico refleja estas circunstancias que explican el desarrollo del pueblo al lado del Matarraña.

Los cambios provocados a partir de los años sesenta del siglo XX por la plantación de árboles junto al Matarraña, el cese de la extracción de áridos y las novedades en los usos higiénicos de la población –con el incremento de los vertidos de aguas residuales nutritivas para las plantas–, se presentan como los causantes del aumento de los depósitos de grava y la proliferación de la vegetación en el corredor fluvial.