La vida tras el escáner de una maleta

La vida de Adou, de 8 años, es el reflejo de nuestro fracaso. Como él, miles de niños están expuestos a las mafias del tráfico de personas

El pequeño Adou, en el interior de la maleta.
La vida tras el escáner de una maleta
Efe

Puede que al ver esta imagen haya pensado que llega tarde, que ya ha quedado relegada a una mera conversación de bar, como todo hoy, que dura apenas unos segundos de un informativo y luego lo olvidamos. Pero Adou, de 8 años, se merece mucho más que unos minutos en la televisión, o unas líneas bajo un pie de foto. Adou escaneado dentro de una maleta es la imagen misma de nuestro fracaso. Es un puñetazo a la conciencia que debería avergonzarnos de tal manera que no pudiéramos sostener la mirada sobre esa vida desvelada en la imagen del ordenador de un control de aduanas. Es la crueldad misma del tráfico de personas, de seres humanos que son como nosotros, como nuestros hijos. Porque Adou, de piel negra como el ébano, delgado y con la mirada suplicante e indefensa del niño que es, no conocía de nada a Fátima, de 19, nacida en Castillejos (Tánger, Marruecos), su porteadora, la mujer a la que pagaron para que lo pasara por la frontera de Tarajal (Ceuta), para que lo arrastrara dentro de una maleta de ruedas de color rosa, que dudó y titubeó antes de lanzarse a cruzarla... Estremece solo al releer lo escrito.


Y la historia de Ali, su padre, esperando. Entrando y saliendo por la misma frontera ni un par de horas antes. Un hombre de Costa de Marfil, que cruzó el mar en patera y hoy vive legal en Puerto del Rosario, Fuerteventura. Con su mujer y su hija, pero alejado de su hijo mayor y del pequeño Adou. Cuenta, además, que por unos 30 euros no ha podido traerle legalmente, porque cobra 1.300 euros al mes, todo un lujo en la España del mileurismo, pero insuficiente para cumplir con la ley de reagrupamiento. Porque para traer a un solo familiar directo se piden 798,76€ mensuales, más 266 adicionales por cada allegado, y así tiene Ali a su mujer y su hija, pero para tener al pequeño Adou debería alcanzar los 1.331 euros, y le faltan unos 30. 30€, ni lo que nos gastamos en un aperitivo torero de esos que hacemos engarzando terrazas y cañas en esta época del año. O unas sandalias. O casi cualquier cosa, porque es parte de ese billete de 50 que se nos va en cuanto sale del monedero.


Un visado de 5.000 €


Cómo llegó Adou hasta el Tarajal desde Costa de Marfil es toda una odisea que no se sabe cuándo comenzó, pero que arrancó con la compra de un visado para el pequeño por 5.000 euros que había dado el padre con sus ahorros; por un tortuoso camino que le llevó por media África de mano en mano de las mafias... hasta recalar en uno de los campamentos de la vergüenza que circundan Ceuta, de inmigrantes que esperan su oportunidad para dar el salto y lograr no quedar enganchados en esas vallas coronadas de humillantes concertinas. El pequeño Adou, enfermo de paludismo y anemia.


El futuro que le espera es algo desalentador, porque se encuentra bajo la tutela de los Servicios Sociales y su padre, y su porteadora detenidos. Un padre que puede ser condenado hasta a ocho años de cárcel por delitos contra los derechos de los ciudadanos extranjeros y, lo que es peor, con el agravante de haber puesto en peligro la integridad de un menor. De haberlo tenido dentro de una maleta... y que de haber sucedido unas semanas más tarde no le hubiera pasado nada porque la última reforma del Código Penal le hubiera dado la razón. Todo por unos 30€, los que van a privar de vida ahora a la madre de Adou y a su hermana y al hermano que aun sigue en Coste de Marfil.


Menores, ilegales y Aragón


Y casi es mejor no seguir el relato. Porque como Adou, un pequeño ilegal sin culpa, tenemos unos cuántos en Aragón. Según los datos recopilados por el investigador, educador de menores y profesor universitario Chabier Gimeno Monterde, desde el año 2000, más de 600 menores extranjeros solos han llegado a nuestra Comunidad. Una llegada que vivió su ‘boom’ entre 2006 y 2008 (59, en 2006; 70, en 2007; 47 en 2008, según datos del Instituto Aragonés de Asuntos Sociales IASS), quizá alentados por ese buen vivir de entonces, y ha disminuido considerablemente desde 2009 (41 en 2009, y 23, 15, 13, 6, 9 y 2 en años sucesivos hasta este 2015), coincidiendo con el mazazo de la crisis que todos padecemos. De esas cifras, entre 2000 y 2010, el Gobierno de Aragón tuteló a 298 menores extranjeros que habían venido solos, y entre 2011 y 2013 a 34, según el Servicio de Información de Menores de Aragón (SIMA), a los que ofrece residencia y estudios hasta la mayoría de edad (y, en algunos casos, apoyo hasta los 21).


Cifras oficiales que suponen la mitad de los que realmente han pasado por aquí, porque no recogen a quienes llegaban a los centros de acogida y se fugaban antes de que se les abriera un expediente de tutela, ni los que no han sido detectados por los servicios sociales o la policía y han permanecido ocultos, tanto por su voluntad como obligados por redes de explotación. Todo un drama en la esquina de nuestra propia casa.


Aun a pesar de la severa ley internacional y española que dice que los menores extranjeros no acompañados debe ser acogidos por la Administración. Unos llegaron en cayuco a Canarias, otros en patera a Andalucía o escondidos en un camión. Detectados por la Policía son derivados a otras comunidades autónomas. Y hasta aquí han llegado.


El Gobierno de Aragón los aloja en una residencia o pisos tutelados; les facilita formación (en institutos o centros sociolaborales), y regulariza su situación. Se estudia cada caso personal para tomar la medida de protección más adecuada. Se intenta localizar a su familia, que en muchos casos sigue en su país de origen, pero algunos son foco de problemas y van dando tumbos. Con la mayoría de edad, pueden seguir el Programa de Emancipación Personal, pero solo unos pocos acceden a él y muchos quedan desprotegidos, y es cuando entran oenegés como YMCA, que intenta proporcionarles una formación, que cuenta con 4 viviendas para jóvenes (3 en Zaragoza con 10 jóvenes y 1 en Huesca con tres jóvenes), 2 viviendas para familias, 1 vivienda para maternaje (4 menores tutelados por la DGA, dos madres menores y sus bebés)...