La Luna rosada

La Luna siempre nos da sorpresas y nos invita a la ensoñación. Después de la Luna rosada, el primer plenilunio de primavera, llega abril, que es cuando estalla de nuevo vida, el momento de plantar y esperar; y llega el calor, las aves anidan...

Atardecer en Llanos del Hospital (Benasque, Huesca).
La Luna rosada
Jorge Mayoral

Hoy la Luna está en cuarto menguante, que es cuando pasa de llena a nueva, y es la fase que cierra el ciclo lunar, en la que va disminuyendo su luz, y el cuerpo y la mente también se relajan al mismo ritmo, dicen los expertos. También que encontramos más facilidad para desprendernos de todo lo que nos sobra: líquidos, grasas, toxinas, pensamientos tóxicos... Nuestro nivel de agua disminuye, por lo que las emociones más negativas e incluso nocivas están a flor de piel y es buen periodo para removerlas, sacarlas a flote y sanarlas. Y dicen, también, que no es casual que las heridas cicatricen mejor durante este periodo.


No sé qué habrá de cierto en todas estas cosas, pero la Luna siempre aporta alguna explicación a lo que nos sucede. Aunque nos fijamos poco en ella, porque los de ciudad no somos muy dados a mirar al cielo si no es para ver si va llover o no y se nos fastidia la colada o el fin de semana.


La Luna es el satélite natural de la Tierra y en un año realiza 13 recorridos alrededor de nuestro planeta: 13 lunaciones en el año.


Desde que llegó la primavera, cada día la luz solar ha ido alargándose 2 o 3 minutos. Y no voy a decirles todo lo que se puede observar si miran con ganas al cielo (nada menos que disfrutar de 5 planetas), pero sí que este mes es muy especial para el planeta rojo, Marte, porque alcanzará su máximo acercamiento a la Tierra el día 14, a tan solo 101 millones de kilómetros de distancia, aunque los expertos dicen que se verá muy bajo sobre el horizonte, justo tras el crepúsculo. Entre el 16 y el 25 veremos las Líridas, lluvias de estrellas fugaces que en buenas condiciones de visibilidad suelen producir unas 20 estrellas fugaces por hora, pero ha habido años que se han producido hasta 90.


Abril estalla de nueva vida. No hay más que mirar alrededor y ver las ganas que tenemos todos de recogernos en la calle. Es el momento de plantar y esperar el crecimiento de las plantas silvestres;las aves anidan;los animales van con sus crías y en las zonas más frías llega el calor de la primavera.


Más lunas


Hace una semana tuvimos la Luna rosada, que es la primera luna llena de la primavera, aunque este año apenas se ha visto porque coincidió con un eclipse solar de Luna, que no vimos en Europa ni África y quedó para América, Pacífico, Australia y Asia. Se le llama rosada por el musgo o a las hierbas rosadas y las primeras flores, pero también Luna Llena de la Hierba de Brote, Luna de Huevo, Luna del Viento y en zonas costeras Luna Llena del Pescado. Sigue a la Luna Llena del Gusano, del mes de marzo, cuando la temperatura comienza a subir y la Tierra a deshelarse, aparecen los ‘moldes’ de gusano (agujeros) anunciando la vuelta de los petirrojos y la primavera; y es la puerta de la Luna Llena de las Flores, de mayo, cuando en las zonas silvestres las flores ya son abundantes, y también se le llama Luna Llena de la siembra de Maíz o de Leche...


A la Luna le pusieron nombre los indios de Estados Unidos del Norte y Este, que dependían de la naturaleza, y les ponían de momentos del año. Los plenilunios siempre han sido importantes para los agricultores, sus calendarios de siembra y sus tradiciones y muchos de sus nombres han llegado sin que sepamos por qué le llamaban así.


Y es tan fundamental que está llena de leyendas, como que con la Luna llena aparece el hombre lobo y se aceleran los partos, y afecta al estado emocional y mental y las plantas crecen más y nos cambia el humor. Los japoneses disfrutan estos días del ‘sakura’, la época de los cerezos en flor y se reúnen en familia, y nosotros salimos a aperitivear a las terrazas y a pasear por el monte, porque todo puede pasar en primavera.


Los escritores cantan a la Luna, sobre todo los poetas que viven de ella en su ensoñación, y hasta Unanumo cayó en su encanto y cantó a ‘La luna y la rosa’: ...‘En el silencio estrellado / la Luna daba a la rosa / mientras la rosa se daba / a la Luna, quieta y sola’, en un poema de ocho sílabas en cada verso (ocho, un número que se mueve entre la evolución, el equilibrio y el poder, que desprende seguridad y vigor). Y leerlo rebosa equilibrio que nos dirige al sosiego del ruido de la primavera, que suena a río, a bosque.