La renuncia a las herencias crece casi un 20% debido a las deudas pendientes

Desde 2007 no ha dejado de aumentar el número de renuncias, llegando casi a triplicarse.

Vivienda de segunda mano a la venta
La renuncia a las herencias crece casi un 20% debido a las deudas pendientes
H.A.

La renuncia a herencias está a la orden del día. Desde que en 2008 la gente empezara a perder sus empleos y posteriormente dejara de pagar sus créditos, muchos son los aragoneses que han optado por no recibir su legado debido a la imposibilidad de hacer frente a los gastos que conlleva.


Si en 2007 se recogían poco más de 300 renuncias a herencias, esta cifra ha ido en aumento constante, en especial, en los últimos cuatro años. De esta manera, según el Consejo General del Notariado, en 2014 se llegó hasta las 862 anuales, lo que supone un incremento del 19% con respecto al año anterior. “El aumento es similar al que se ha vivido en el resto de España y está muy relacionado con la crisis económica y el miedo que tienen los herederos a no poder hacer frente a determinados pagos”, subraya Francisco Pizarro, decano del Colegio de Notarios de Aragón.


Al mismo tiempo señala que cada año le sigue sorprendiendo que en Aragón continúe incrementándose de esta manera el número de personas que rehúsan al legado que les corresponde. “La comunidad aragonesa tiene unas características concretas y entre ellas destaca que los herederos solo tienen que hacer frente a las deudas con los bienes heredados y nunca con sus capital personal”, explica. No obstante, el miedo a no poder asegurar los pagos continúa retrayendo a muchos sucesores. 


“Encontramos casos muy diversos, pero destacan aquellos en los que el beneficiario no tiene solvencia y lo recibido es difícil de convertir en líquido, por ejemplo, cuando se tratan de acciones que van a la baja, fondos de inversión o un inmueble”, recalca Pizarro. Este sería el caso de una vivienda valorada en 100.000 euros, que tiene una hipoteca de 30.000. Si la vendiera podría cubrir la deuda y obtener unos ingresos como parte de la herencia, “pero el miedo a no conseguir adjudicarla y la obligatoriedad de pagar el importe total en el momento provoca que se renuncie al legado”.


En estos casos, la única posibilidad que existe es la de intentar negociar con la entidad bancaria. “Se puede plantear una negociación porque al banco lo que le interesa es cobrar la deuda, aunque no hay ningún tipo de regulación al respecto”, recuerda Pizarro. Lo mismo ocurre con el pago de los impuestos a Hacienda. “También se puede solicitar un aplazamiento y, de este modo, conseguir el dinero necesario”, subraya.


Por el contrario, casi ninguna de las personas que renuncian a las herencias lo hace por los gastos que estas suponen. “En Aragón el impuesto es muy bajo y entre hijos y padres casi no se paga, por lo que si no hay ninguna deuda, merece la pena heredar”, destaca Pizarro. La situación sería diferente si los que finalmente cobraran fuera primos o parientes más lejanos. “El porcentaje a pagar va subiendo dependiendo del volumen del patrimonio, el capital del receptor y el parentesco con el fallecido”, explica. Por lo tanto, un primo o un tío pagará más que el hijo o nieto.


En el caso de que los primeros herederos fallen, se sigue buscando por el árbol genealógico hasta llegar al cuarto grado de parentesco, una vez que este último reniega, el legado pasa a manos de la comunidad autónoma. “Hay veces en las que el hijo no quiere hacerse cargo porque no tiene ahorros, pero el sobrino tiene una situación económica más solvente y se queda con la herencia”, subraya.


Pero no todas las situaciones se producen por problemas económicos. De hecho, una gran parte se deben a personas que por su avanzada edad deciden renunciar a la herencia y que pase a sus descendientes. “Cada vez es más común debido al aumento de la esperanza de vida”, recalca Pizarro. Por ejemplo, cuando los padres fallecen con casi 90 años y sus hijos tienen más de 60, “en estas ocasiones suelen rehusar y, de este modo, el patrimonio llega directamente a los nietos”. Otra de las opciones que más se perciben en la sociedad aragonesa es el caso de varios hermanos en los que uno de ellos no tiene descendientes y da su parte al resto de hermanos. “En ambas situaciones lo que se está intentando es ahorrar trámites y gastos porque en vez de dos transmisiones se produce solo una”, subraya.

El impuesto de sucesiones no llega al 100%

Al comienzo de la legislatura, hará ahora cuatro años, el PP y el PAR prometieron que el impuesto de sucesiones se bonificaría al 100%, sin embargo, finalmente no ocurrirá. La presidenta del Gobierno aragonés, Luisa Fernanda Rudi, ha recordado esta semana que este gravamen tiene una deducción de hasta el 65% de la base imponible y que se seguirá avanzando en esta dirección.


Y es que este impuesto sigue suponiendo un ingreso importante para las arcas públicas. Según las últimas publicaciones, hasta agosto de 2014 se habían recaudado 117 millones de euros, un 20% más que en 2013. Además, para este año se tiene previsto recaudar 177 millones, 169 de ellos provenientes de las herencias y el resto de las donaciones.

Las donaciones no suelen ser una solución

“Hay mucha gente que puede pensar que la solución para ahorrar es donar sus pertenencias en vida”, señala Pizarro. No obstante, seguidamente asegura que no tiene por qué ser así. “Aunque se pague menos de impuestos, se tiene que abonar un incremento del patrimonio en la renta que en la sucesión no hay”, recuerda. Prueba de ello, es que en los últimos tres años se ha producido un descenso del 20% en el número de donaciones en vida. Una tendencia que seguramente se mantendrá a lo largo de 2014, puesto que hasta septiembre se habían producido las mismas que el año anterior.


Asimismo, en caso de que haya deudas, estas se mantienen si se realiza una donación, al igual que lo hacen en la herencia. “Además, si se hace con la intención de no pagar las deudas, se podría caer en un delito de alzamiento de bienes”, puntualiza.

“Lo lógico sería que hubiera menos renuncias”

A pesar de los constantes incrementos vividos en los últimos años, “la lógica dice que tendencia debería empezar a cambiar”. “Hay menos morosidad con los bancos y las expectativas económicas mejoran por lo que lo normal sería que se redujera”, sostiene Pizarro. Al mismo tiempo señala que todo dependerá de la información y el asesoramiento recibido. “Es necesario valorar cada una de las situaciones y con la información más completa posible, se tomen las decisiones que se consideren más adecuadas”, recalca.