¡Pura vida!

El zaragozano Fernando Rutia lo dejó todo por hacer realidad su sueño: dar la vuelta mundo, un periplo que celebra hoy su primer año.

Recuedos de viaje de Fernando Rutia
¡Pura vida!

Recuerda que fue en 2013 después de muchos años de proyectos, de éxitos y fracasos. Porque en su currículo aparece de todo, desde camarero o DJ de clubes y discotecas; locutor, comercial, productor y realizador de radio –y que inició en Radio Heraldo–, hasta promotor de conciertos en Menorca durante más de 6 años. Pero hace justo un año, un 15 de marzo de 2014, Fernando Rutia (Zaragoza, 1968) convertía su vida en una apasionante aventura llena de retos en su objetivo de dar la vuelta al mundo sin prisas, un proyecto casi utópico y que está haciendo realidad. "Un año después, es mucho más de lo que esperaba. Aún me queda todo por descubrir y creo que cada paso será más alucinante y superará lo vivido", asegura este ‘ochentero’ desde Bangkok donde se encuentra ahora y desde donde quiere ir a Myanmar, la India... después de atravesar Francia, Italia, Eslovenia, Serbia, Montenegro, Turquía, Irán... hacer la Ruta de la Seda... De pasar buenos y malos momentos, de disfrutar y padecer la soledad, pero de vivir muy intensamente todo lo que le surge en el camino. Lo cuenta todo en su blog ‘La vuelta al mundo sin prisas’, y se apasiona en sus correos, en los que saca lo que lleva dentro. Se encuentra en la primera parte de su viaje que finalizará en Nueva Zelanda; después recorrerá el continente americano, donde en Guatemala le espera otro zaragozano que contactó con él a través de Gustavo Puyet, exjugador del Zaragoza, y con quien se ha hecho amigo a través de las redes sociales... De Canadá cruzará a Japón y regresará a España –hará una breve parada– por el norte de Asia y Europa, y finalizará su proyecto recorriendo África, los países árabes y el Cáucaso que no ha podido hacer.


Decidió dejarlo todo, venderlo todo y emprender una nueva vida con 5.000 € y una simple mochila a su espalda tras una larga conversación con un amigo a finales de 2012. Nada más. Atrás quedaban sus estudios en el José María Mir, de Delicias, el Joaquín Costa del Paseo de Pamplona o el internado de los franciscanos de Burbáguena (Teruel). Atrás, también, sus 9 años en Menorca como DJ y hombre de radio; sus 12 en Madrid donde creó una agencia de comunicación, o su estancia en Barcelona. Aquí, en Zaragoza, le queda su familia. Y parte de esos bienes que aún tiene por vender para seguir financiando su periplo. El resto lo ha ido descubriendo: la amistad, la solidaridad, los recuerdos y sobre todo a sí mismo, en una búsqueda continua. Vive de lo que trabaja o logra como voluntario, de las postales que compran amigos o conocidos a través de su Facebook. Agradece la generosidad de la gente que le habla de un amigo y este de otro que tiene en una u otra ciudad por el mundo; a quienes conoce en las fronteras, o en el autobús que le lleva a otra parte; personas con las que contacta a través del ‘couchsurfing’, una red de viajeros, de intercambio de alojamientos gratuita por todo el mundo, como Alberto y Mariavi (foto 4) en Asjabat. Pero, también, gracias a viejos colegas de Zaragoza, como Diego y Fernando con un restaurante en la playa de Shnaoukville (Camboya) (foto 2), o amigos que hace por el camino, como Majid, Ali y Nader (foro 3), "mis ángeles de la guarda en Teherán –recuerda–. Gracias a ellos pude estar en el país sin problemas de casa y comida y lograr visados para Turkmenistán, Uzbekistán y China. Son mi familia en Irán".


Elige sus destinos dependiendo de dónde va como voluntario. "Me marco una ruta y trato de pasar por el mayor número de ciudades". Comenzó su aventura junto a otro zaragozano, Antonio Camacho, pero decidió seguir solo, aunque "al principio me dio bastante respeto, pero me sentí más acompañado que nunca y perdí el miedo. Viajar solo no es estar solo", indica.


Esta es la nueva vida de Fernando, imposible de resumir en unas líneas por su intensidad pero, como él mismo define, es simplemente "pura vida".