Por qué podemos sufrir lo mismo que Alonso

El piloto de Fórmula 1 tuvo una conmoción cerebral, una lesión habitual en su mundo al someter su cerebro a constantes presiones.

Francisco Abad, jefe del servicio de Neurofisiología del hospital Clínico de Zaragoza, explica el efecto de la aceleración y deceleración en nuestro cerebro, incluso bajo la protección de un casco, con el ejemplo de un vaso lleno de agua sobre un mantel que retiramos de un golpe seco y queda clavado en el mismo sitio, pero cuyo líquido siempre, siempre se mueve Porque no hay nada que evite que el agua se agite, de la misma manera que ninguna protección impide que lo haga el líquido cefalorraquídeo que rodea nuestro cerebro y médula espinal. Nos sucede cuando nos damos un golpe con el coche o nos montamos en una montaña rusa o en esas torres de caída libre de los parques de atracciones, o simplemente nos empujan muy fuerte... aunque entonces, al ser un hecho aislado, nuestro cerebro vuelve a su sitio y no sufre de manera continuada como lo hace el del corredor de Fórmula 1 o de coches de carreras o de motos o el piloto de aviones de combate que padece constantes aceleraciones y deceleraciones en fracciones de segundo. Porque, como indica el doctor Abad, todo depende del axioma intensidad-persistencia de las vibraciones sobre el cerebro.


Conmoción cerebral


Después de semanas de polémicas, el capitán de McLaren Ron Dennis ha acabado reconociendo que Fernando Alonso había padecido una conmoción cerebral. "Provocada –indica Francisco Abad– por una lesión en el bulbo raquídeo, por esos vaivenes, esos golpes a ambos lados que se dan en su interior". Por esa incesante aceleración-deceleración a la que somete su cerebro por su trabajo. "La conmoción la provoca un golpe intenso pero no mortal en el tronco encefálico que es el que rige el sueño, la vigilia, la atención y la consciencia, y puede dar, también, una pérdida de la memoria más reciente", precisa, por eso Alonso al despertar de su accidente en Barcelona hablaba en italiano, pensado que se encontraba en Italia y con Ferrari. Y lo que manda el protocolo médico es que descanse durante varias semanas y no someta su cerebro a más presiones, ni vaivenes, porque entonces corre el peligro de padecer lesiones mucho más graves que la conmoción cerebral. Es lo que suele suceder a los boxeadores, que someten a constantes agresiones las zonas frontales y occipitales de su cerebro, las áreas que rigen la visión, el olfato y la conducta, por ello es frecuente que pierdan el olfato y tengan graves problemas en la vista y sobre todo en su conducta.


José Manuel Arredondo, médico forense del Instituto de Medicina Legal de Aragón y jefe de Servicio de Valoración del Daño Corporal, indica que un Fórmula 1 tiene muchas cosas parecidas a un avión de combate (siguen los mismos principios que las alas de los aviones pero al revés para ganar adherencia al suelo) y que la aerodinámica de un F 1 llega a desarrollar una fuerza G de 3,5, explicando que la fuerza G es la aceleración de la gravedad y es igual a 9,8 m/s2 (metro por segundo al cuadrado). El límite humano se encuentra en los 10 g y la eyección de un piloto de su avión produce fuerzas de 19 g en segundos no produciendo alteraciones fisiológicas, sin embargo una maniobra aérea mantenida en la que se llega a fuerzas de 5 g pueden hacerle perder el conocimiento. Ypuede que eso le pasara al piloto español.


Mala conducción


Nosotros no somos Fernando Alonso ni sometemos nuestro cerebro a constantes agresiones, ni aceleraciones y deceleraciones, pero podemos padecer parecidos efectos. José Manuel Arredondo indica que el tipo más frecuente y leve que se puede tener en una conmoción cerebral "puede generar consecuencias graves, y no es preciso que el cráneo reciba el golpe directo si no que se produzca con un movimiento fuerte de aceleración-desaceleración del cuerpo en el que el cuello y la cabeza oscilan bruscamente". Como en los accidentes de coche que nos provoca en el cuello eso que llamamos latigazo cervical. Incómodo y doloroso en el que se descolocan los huesos y ligamentos del raquis y que acaban volviendo a su ser, si son alcances a baja velocidad. Sin embargo, todo puede multiplicarse con un golpe a esos 120 kilómetros hora a los que vamos todos. Porque a esa velocidad, precisa José Aso Escario, neurocirujano y forense, jefe Clínico de Neurocirugía del Hospital MAZ, se producen lesiones muy importantes porque no llevamos casco como los pilotos profesionales, ni ese arnés (llamado Hans) que les protege todo el sistema cervical; y en muchas ocasiones vamos mal sentados y con el reposacabezas mal colocado, y dañamos mucho nuestra espalda por las vibraciones del coche, porque no paramos durante horas... Explica, además, que los efectos en nuestro cerebro son como si lanzamos una sandía al suelo y cuanta más fuerza se le imprima al golpe más lesiones, más ‘desastres’ internos se producen en el centro de la sandía, en el núcleo de nuestro cerebro. Porque, como indica Abad, "cuando se producen en el área reptiliana, la de los instintos (comida, sexo y defensa) se generan reacciones de agresividad; o afectan al hipocampo que es donde radica la memoria. Lo vemos a diario en la UCI". Incluso puede provocar la muerte.


Aso, que ha colaborado mucho en estudios de la DGT, precisa que hoy "los coches vienen muy preparados y es cierto que el airbag o los cinturones hacen que las lesiones en el raquis sean cada vez más leves. Nosotros valoramos mucho que no se produzcan intromisiones de habitáculo, porque la velocidad, la anergía exterior siempre se absorbe y es mejor que lo haga el vehículo, y lo que buscan los ingenieros no es anularla, porque no se puede, sino disiparla". Es el ejemplo del efecto acordeón que se produce con un coche que tiene una fuerte y potente carrocería: se aplasta, pero no entra nada dentro, se intenta evitar que la energía exterior llegue al cuerpo y sobre todo a la cabeza. "Pero no todos los coches son así de potentes", dice y destaca también los tremendos efectos que el alcohol provoca en el cerebro, "porque tiene síntomas cerebrales, la embriaguez, que afecta a todas las áreas del cerebro y ante un impacto sale de las fibras cerebrales por el que circula y provoca daños. Esto nos lo encontramos habitualmente, porque los accidentes con consumo de alcohol generan lesiones cerebrales mucho más graves".