Una crecida necesaria

El Ebro requiere avenidas ordinarias para regenerarse y nutrir los campos a su alrededor

Los daños son lamentables y es cierto que se ha de trabajar para que agricultores, ganaderos y vecinos no sufran las consecuencias. Se ha de encontrar una vía para que la crecida del Ebro suponga una buena noticia, porque también lo es: "Se llenan los pantanos, la corriente elimina contaminantes procedentes de vertidos y depura las aguas de los freáticos, manantiales o pozos...", enumera Ismael Sanz, naturalista miembro de la asociación ambiental Volunta-Ríos Aragón. Los fondos se mueven con las crecidas, limpiándose de algas, vegetación, exceso de nutrientes, bacterias... Y especies exóticas invasoras como la almeja asiática, cangrejo americano o siluros mueren por millones porque no están adaptados a estas corrientes. Por otro lado, las algas han sido arrastradas y la mosca negra tendrá más difícil reproducirse. "Sin crecidas, no habría freno para estas especies, y se crearían más pérdidas económicas. Las crecidas limpian, dejan sedimentos que dan nutrientes a las tierras de labor. Todo ello lo hace el Ebro por su cuenta y gratis".