Agurtxane Concellón: "Zaragoza siempre es mi punto de referencia"

Fotógrafa, trabaja como ‘free lance’ desde hace una década en Noruega.

Agurtxane Concellón: "Zaragoza siempre es mi punto de referencia"
Agurtxane Concellón: "Zaragoza siempre es mi punto de referencia"
Robin Pompey

Vive en un pueblo de la Noruega más profunda, de 900 habitantes junto al parque nacional de Hardangervidda, el altiplano más extenso de Europa, y dice que no tardó en acostumbrarse a una vida diferente y más calmada que en España, aunque sí a su clima frío del duro y largo invierno. Agurtxane Concellón (Zaragoza, 1973) llegó allí hace una década, casi como una aventura que arrancaba simplemente un verano, acompañando a su marido, cocinero, para trabajar durante unos meses, pero la vida, siempre la vida, acabó por abrirle una enorme puerta en uno de los países más ricos del mundo. Fotógrafa generalmente institucional y comercial, pero siempre marcada por numerosos proyectos artísticos, acabamos de ver una pequeña muestra de su trabajo en el Centro de Historias de Zaragoza en una exposición sobre la imagen de la infancia en el mundo, y dice que ahora le gustaría hacer retratos a la gente,"trabajar la identidad noruega. Es un país muy extenso con unos 5 millones de habitantes y una naturaleza muy abrupta". Su intenso trabajo sobre un antiguo peregrinaje con trineos, soportando temperaturas de hasta menos 30 grados bajo cero, le valió ser finalista de los prestigiosos Premios Sony World Photography 2013.


-Casi es usted ya noruega.

Quiero pensar que no, que sigo teniendo mucho de España aunque lleve tantos años fuera. La primera vez que salí fue a los 13, cuando nos fuimos a vivir a Francia y allí fui al colegio; estuve hasta los 18, que regresamos a Zaragoza, donde fui a la Universidad, estudié Empresariales y al terminar fui París a estudiar durante tres años fotografía, y volví a regresar... Es cierto que con el tiempo echas de menos tus raíces. Además, como mis padres estaban separados durante esos años que estuvimos en Francia íbamos y veníamos mucho. Ahora están los dos en Zaragoza e intento ir a menudo, porque, además, Zaragoza es mi punto de referencia.


-Marca mucho una vida así, porque abre mucho la mente.

Sí, sí, es cierto, por eso, cuando me fui a Noruega, lo vi como algo normal. Lo pasé mal cuando con 13 años nos fuimos a Francia, sin conocer el idioma, dejando a mis amigos, mi vida de Zaragoza, pero me ayudó mucho para la vida, aunque acaba cansándote un poco tanto ir y venir.


-¿Por qué Noruega?

La primera vez que fui lo hice con mi exmarido, el pad?re de mis hijas. El es cocinero y le ofrecieron un trabajo de temporada; nos vinimos a probar y seguimos varios veranos, y también fuimos haciendo amigos, pero era difícil compaginar mi trabajo en Zaragoza estando la mitad del año fuera, así que decidimos quedarnos. Trabajaba como fotógrafa en una productora.


-Fue dura la decisión.

Cuando llevas esa vida, llega un momento en el que te planteas asentarse en algún sitio. Ya teníamos una niña y esperábamos otra y era el momento de decidirse. Nos gustaba el ritmo de vida de Noruega, más calmado que el de España y yo estaba acostumbrada a moverme, así que nos vinimos a comenzar otra aventura. Cuando nos quedamos mi hija tenía tres años y ya iba a la escuela, la pequeña nació aquí. Yo siempre he tenido trabajo de ‘free lance’.


-¿Le costó amoldarse?

No, porque me adapto enseguida, aunque es cierto que es una cultura muy distinta y hay que ser abierto de mente; y aquí hay que salir, no encerrarse en casa aunque haga mucho frío, porque hay un dicho que dice que ‘no hay mal tiempo sino mala ropa’ y todo el mundo sale, incluso en diciembre hacen pícnic en la nieve..., aunque a mi me costó mucho adaptarse a esto.


-Acaba de exponer en el Centro de Historias de Zaragoza con la muestra ‘Planeta en positivo’, un proyecto internacional.

Ha sido muy interesante porque pusimos en conjunto distintas visiones de la infancia de diferentes países, y me apetecía la de los niños de Noruega, uno de los países más rico del mundo. 


-También ha pasado temporadas en África.

He estado 5 ó 6 veces porque mi hermana vivió en Kenia y al tener allí una base fui varias veces a hacer proyectos sobre suburbios chabolistas, porque en Nairobi está el más grande del África y el segundo más grande del mundo.


-Logró algo importante, ser finalista de los Sony World (2013).

El reportaje que presenté estaba relacionado con un peregrinaje que se hace en invierno con trineos tirados por caballos y es muy especial porque van vestidos con pieles de animales y llama mucho la atención. Fue una sorpresa quedar finalista, porque además me presenté casi por casualidad. Las fotos se publicaron en un libro –‘Lobos que reclaman la noche’– en 2014 con textos de Juan Carlos Márquez, un escritor bilbaíno, y ha tenido muy buena acogida.


-Antes había traído a ZPhoto fotos impresionantes de Eidfjord, un paisaje muy distinto al que están acostumbrados nuestros ojos.

Vivo cerca de la costa, en un pueblo que se llama Eidfjord, al borde del Hardangerfjod, y es pequeño de 900 habitantes. Estoy junto al parque nacional de Hardangervidda, el altiplano más extenso de Europa. Está tan al norte que no tiene vegetación, es como un paisaje lunar. Muy impresionante porque además cuando está cubierto de nieve son kilómetros y kilómetros de colinas de nieve y al ser un espacio protegido no hay casas y lo hace más especial aun.


-¿Se siente rara cuando bien a Zaragoza?

Sí, sí, pero estoy acostumbrada al haberme movido tanto. Sin embargo, me gusta estar, porque está mi familia y mis amigos más cercanos, de siempre, que son muy importantes. Siempre están ahí y tengo muchas ganas de verles. Intento ir tres veces al año, pero ha habido años que he ido dos y otros cinco, depende del trabajo porque al ser autónoma si me surgen cosas en verano hay menos tiempo y las niñas en la escuela tienen su rutina’.


-Tiene allí bastante trabajo.

Trabajo de ‘free lance’ y no me falta. Casi todo son encargos de instituciones o comerciales, aunque he trabajado mucho fotos deportivas, sobre todo de triatlones que aquí se hacen muchos y hay un par que son de los más extremos. Empecé hace un par de años a hacer fotos de estas carreras y me han llamado bastante para seguirlas y fotografiarlas. Pero hago de todo, también fotos de gastronomía. Y mis reportajes.