entrevista del domingo

Karpov: «En Zaragoza, además de al ajedrez, jugaré al guiñote»

«La única verdad del caso Fischer es que él perdió por incomparecencia».

El genio Karpov inicia un movimiento.
Karpov: «En Zaragoza, además de al ajedrez, jugaré al guiñote»
JUAN CARLOS CáRDENAS/EFE

Señor Karpov, tengo que decirle que estoy enormemente feliz por tocar unas piezas de ajedrez ante usted. He dicho tocar, que a mover no me atrevo.

Me parece muy bien. Jugar al ajedrez es algo maravilloso, muy bueno. Desarrolla la inteligencia y la imaginación.

Karpov: de lo mejor del siglo XX. Como pasear de la mano con Marilyn o en coche con Niki Lauda, echarse un cantecito con Lennon o ir de capea con Manolete.

¿Quién es Manolete?

Mítico torero español muerto por una cornada de Islero en el ruedo de Linares.

Lo mío es el ajedrez. De toros no entiendo. Y sí, Linares me suena, pues allí se juega un gran torneo internacional de ajedrez, que he ganado en tres ocasiones.

Oiga, no me atrevo a mover el caballo. Soy tan torpe que podría darme una coz.

¿Qué es una coz?

Una patada violenta generalmente propinada por un caballo. Entienda que no quiera imitar el gesto aquí...

Le entiendo perfectamente (sonríe abiertamente). El caballo es una figura que puede desarrollar un juego muy bonito en el ajedrez (continúa sonriendo).

Antes ha dicho Leontxo García que, sin ninguna duda, Karpov ha sido uno de los grandes deportistas de la historia.

Se refería a que soy el ajedrecista que más mundiales ha ganado: nueve individuales y siete por equipos.

Quizás el hecho de ser tildado como afín al régimen comunista de la antigua URSS le perjudicó.

Ustedes, los periodistas, tendrían que hablar más de la capacidad de una persona o deportista y no de su ideología. Lo esencial que ha hecho Karpov es jugar al ajedrez. Mis ideas políticas no tendrían que ser relevantes. Entiéndame, se lo digo con todo el respeto.

Su historia con Bobby Fischer constituye un capítulo esencial de la 'Guerra Fría'.

Uniéndolo con lo que le decía antes sobre ustedes, los periodistas, es curioso, pero yo jamás jugué un Mundial ante Fischer. Se ha escrito tanto y tanto, y lo cierto es que Fischer perdió el Campeonato del Mundo por incomparecencia. Esa es la única verdad del Fischer-Karpov. El resto, aunque bellas, son historias.

Esa es su visión, respetable, por supuesto. Pero Fischer-Karpov significó la guerra de dos mundos, el yanki y el joven cerebro ruso.

Él acababa de ganarle a Spassky. Desde esa perspectiva, se puede ver como usted lo ve. Pero yo me he limitado siempre a jugar a un lado del tablero.

Y luego, el caso Karpov-Kasparov: el antiguo régimen frente a la Perestroika.

Kasparov-Karpov: a mi juicio, fue un interesante duelo de ajedrez. Nada más.

Pero no se llevaban tan mal: incluso usted fue a verlo a la cárcel.

Usted lo ha dicho. Pero es que el ajedrez está por encima de consideraciones personales.

¿Qué hace ahora en España?

Como ve, estoy con usted en la estación de tren de Valencia.

¿A qué ha venido?

Hemos jugado unas partidas en el AVE Madrid-Valencia a 300 kilómetros por hora. Ahora acabo de jugar con Anand una partida rápida de cinco minutos.

Esto de estar amenazado por el reloj debe ser malo, ¿no?

Sí, claro; pero en ajedrez es una modalidad con movimientos cada segundo.

Me encanta desobeceder al reloj, sobre todo si es despertador.

A mí, también. Cuando puedo...

¿Le veremos por Zaragoza?

Estuve hace cuatro años jugando unas simultáneas. También estuve en el torneo de Alcubierre. Antes, por cierto, he jugado al ajedrez con su alcalde, Álvaro Amador, que también ha venido a esta gran fiesta del ajedrez en el AVE.

No me atrevo a retarle al ajedrez, pero sí al guiñote, un juego de naipes típicamente aragonés.

Eso está hecho, cuando vuelva a Zaragoza, además de al ajedrez, jugaremos al guiñote.