Aragón se queda sin pastores: el ganado ovino ha perdido un millón de cabezas en una década

La falta de relevo generacional y el escaso valor añadido está haciendo disminuir una de las explotaciones más comunes en el campo aragonés.

Imagen de archivo de un rebaño de ovejas en el Pirineo aragonés.
Imagen de archivo de un rebaño de ovejas en el Pirineo aragonés.

Ismael Martínez lleva 40 años dedicándose al pastoreo. Empezó con 14 años en Guadalaviar y a finales de octubre, como todos los años, partió en trashumancia con su rebaño hasta Jaén.


Él es uno de los pocos pastores de Aragón que sigue recorriendo cientos de kilómetros con su rebaño de ovejas en busca de mejores pastos, y a lo largo de tanto tiempo, ha ido viendo cómo poco a poco se ha ido quedando más solo. “En el pueblo es difícil encontrar gente joven que quieran ser pastores. Y es normal. Es un oficio sin vacaciones, muy sacrificado, y que da para vivir, pero desde luego no para hacerse rico”, cuenta desde Andalucía.


Su sensación sobre la decadencia de la ganadería ovina en Aragón se traslada en datos drásticamente. La Comunidad ha perdido más de 2.000 explotaciones y más de un millón de cabezas de ganado en poco más de una década, según un reciente informe elaborado por el área técnica del departamento de Desarrollo Rural de la DGA.


La falta de relevo generacional, pero también el escaso valor añadido que tienen sus ganaderos para seguir con el oficio son las principales causas de este descenso, según señalan las organizaciones agrarias. En números totales, mientras en 2006 existían en Aragón más de 2,8 millones de ovejas, en 2016 su número se ha reducido hasta 1,7.


“Que se haya perdido tanto hasta ahora es un problema, pero va a empezar a ser alarmante si no se le pone remedio”, comenta José Luis Iranzo, pastor de Andorra y representante del sector de la UAGA.


Aunque en Aragón el ternasco sea un plato típico que acostumbramos a ver en la mesa, el consumo de cordero y carne de ovino ha ido a la baja en los últimos años en España de la mano de la crisis. Mientras en 2011 el consumo per cápita según los datos del Ministerio era de 2,1 kilos, en 2015 se situó en 1,6.


Y todo ello a pesar de que los precios tampoco no se han revalorizado demasiado estos años. “Todo el que quiera comprar ternasco o un buen cordero sabe que tiene que pagar un precio más elevado que en otras carnes, pero aún con todo los precios no han evolucionado al alza en los últimos años, y esta falta de valor añadido está afectando a que cada vez sea menos rentable”, cuenta Iranzo.


En los últimos años iniciativas como la Indicación Geográfica Protegida Ternasco de Aragón (que aglutina 410.000 ovejas de razas aragonesas) y la visión exportadora de algunos grandes grupos como Grupo Pastores, que ha creado variedades específicas para el mercado árabe bajo el sello Agnei Ibérico, han ayudado a modernizar el sector, pero la perdida de explotaciones, sobre todo en zonas rurales, no ha parado de caer pese a esto. Algunas comarcas como El Maestrazgo, La Litera o La Almunia, han perdido más del 50% de sus explotaciones en los últimos 20 años.


“Se ha producido una concentración del sector”, cuenta Iranzo. Mientras a comienzos de los años 2000 de media cada explotación contaba con 300 ovejas, ahora son de 430. “Esto ha ayudado en ocasiones a una mayor modernización, pero en otras no es más que el reflejo de que, cada vez que se jubila un pastor pasa las ovejas a otro porque no hay gente nueva que entre”, comenta.

Importación desde Nueva Zelanda y compra de lana desde China

Del mismo modo que la apertura de las exportaciones de cordero hacia países árabes ha abierto una nueva ventana para muchos productores, jugar en un mercado global también ha traído sus contrapuntos negativos. Nueva Zelanda, históricamente uno de los países con más ganado ovino, exporta a Europa con escasas restricciones gracias a la Commonwealth que le une con el Reino Unido. Desde allí llega cada año cordero congelado a España que está disponible en los supermercados, pero lo peor, según han denunciado varias veces las organizaciones agrarias, es que a veces esta carne se sirve en restaurantes como nacional cuando no lo es.


En el otro lado de la balanza se encuentra el punto positivo que ha aportado un cliente inesperado para muchos ganaderos. La lana, en las últimas décadas un producto residual y que a veces costaba más el precio de esquilar que lo que se sacaba por ella, ha encontrado un nuevo cliente en China, desde donde cada vez se demanda más para textil.


“La lana era hasta hace poco un añadido que no aportaba mucho, pero gracias a los chinos, que además de para textil lo utilizan para aislantes, el precio se ha recuperado y nos ha dado una alegría inesperada”, cuenta Ismael Martínez.

UAGA requiere un plan de incorporación específico para el sector

Ante esta situación desde UAGA se reclamó el año pasado la puesta en marcha de un plan de incorporación específico para jóvenes al sector. “No se trataría de dar más ayudas, sino de mejorar la burocracia, ahora mismo por el cauce común de los planes de incorporación que alguien joven se incorpore con ovejas es muy complicado”, señala Iranzo.


Y es que ahí reside otro de los motivos que ha hecho que las ovejas sean algo incómodo para nuevas explotaciones. En los últimos años, y debido a los mecanismos de la PAC, muchos pastores jubilados venden sus ovejas sin trasferir los derechos de cobros de ayudas, basados en referencias históricas poco actualizadas, lo que hace poco rentable cualquier tipo de ganadería ovina.

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