La apuesta de bonÀrea para cerrar la integración vertical en Aragón es ya una realidad con el nuevo centro alimentario en Épila. El macrocomplejo epilense se suma así a todas las instalaciones de bonÀrea en la Comunidad Autónoma, entre las que destacan las fábricas de piensos en Bujaraloz; las granjas propias en Sena; las delegaciones de distribución cárnica en Huesca ylos centros de recogida de cereal en Sos del Rey Católico. Todo ello sin contar los numerosos puntos de venta de sus diferentes líneas de negocio –supermercados, agrocentros, gasolineras, etc– y muchos socios ganaderos en las tres provincias aragonesas.

La construcción del nuevo centro alimentario en Épila sigue a buen ritmo y se prevé que ya se hayan invertido unos 200 millones de euros al finalizar el año 2023. A su vez, a parte de los operarios implicados en las obras, trabajan actualmente en dicho complejo más de 80 personas, cifra que irá en aumento progresivamente a medida que entren en funcionamiento las nuevas naves y procesos planificados.

El centro alimentario en general, y cada actividad en particular, han sido pensados para lograr la máxima eficiencia energética, autosuficiencia y autoconsumo; la mayor reutilización y aprovechamiento de recursos posibles; así como el mínimo consumo de agua, circularidad, etc. Todo ello, por supuesto, gracias a la tecnología más avanzada y con el fin último de alcanzar una construcción con la máxima sostenibilidad y eficiencia.

BonÀrea

¿Que significa 'Directo del campo'?

El famoso eslogan ‘Directo del campo’ de la compañía quiere explicar un modelo –único en el mundo– de integración vertical completa, gestionado con economía circular y proximidad, todo ello dentro del entorno rural. El objetivo es ofrecer a miles de consumidores cada día una alimentación de forma sostenible con la mejor calidad y precio del mercado.

La clave reside en que los agricultores y ganaderos pueden vender directamente sus productos alimentarios al consumidor final sin ningún intermediario, a la vez que aseguran la continuidad de su actividad en el entorno rural. A su vez, el consumidor se beneficia de esta integración. En definitiva, toda mejora y eficiencia en cualquier parte del ciclo productivo (ya sea en la alimentación animal, la cría y engorde, la elaboración, los procesos logísticos o la propia comercialización) se transmite rápidamente al consumidor final, ya sea en forma de menores precios, mas días de vida del producto, mayor seguridad alimentaria, más información del producto, etc.

El resultado es un modelo sostenible y social, donde todo el ciclo productivo se realiza en pleno campo. Allí es donde bonÀrea encuentra las materias primas, se realiza la cría y engorde del ganado y también la posterior elaboración, todo próximo entre sí con la máxima eficiencia e implicación con el mundo rural.